El “supermiércoles” de los hipermercados se transformó en un síntoma de un hecho social cada vez más extendido en Argentina: el empobrecimiento de capas enteras de los trabajadores. Largas colas a la madrugadas, docentes que se “pidieron el día” para ir, estatales que sufrieron la paritaria a la baja y ahora son pobres según el INDEC, vecinos del barrio que esperaron para entrar y no pudieron porque cerraron las puertas...