Desde hace días varias poblaciones del noreste de la provincia de Buenos Aires están viviendo un verdadero infierno producto de las inundaciones. Casas con un metro de agua, calles anegadas, la perdida de lo poco que se tiene y el terror de no poder recuperar nada. A esto se le suma la profunda sensación de abandono por parte del Estado y de los políticos patronales. El caso más nefasto de esta desidia es el del gobernador de la provincia y candidato a presidente por el Kirchnerismo, Daniel Scioli. Este típico político conservador no dudo, hace apenas una semana, en pedir que lo voten con el argumento de que todo iba a mejorar el lunes… y después de celebrar su triunfo, tampoco dudo en salir de viaje a Italia con cualquier excusa, mientras el agua asolaba a miles en la provincia que él gobierna. No menos hipócrita fue la reacción de Macri, quien haciendo gala de un oportunismo rabioso, tampoco dudo en salir a ofrecer ayuda de la Ciudad a “aquellos intendentes que se sienten abandonados y que la pidan”.
La actitud de todo el arco político patronal es la que se puede esperar de ellos, simplemente ven a los sectores populares como masa de maniobra para sus propios intereses, y una vez conseguidos estos, les importa un cuerno cuál es la suerte que ellos corran. Pero lo que aquí se ha puesto, una vez más, de manifiesto es el profundo desprecio que el Estado capitalista tiene frente a los de abajo.
Seguramente nos van a contar que lo que llovió en estos días es “más de lo esperado”, que “la naturaleza es impredecible” u otras lamentaciones/justificaciones por el estilo. Pero la verdad está muy lejos de estas lamentaciones hipócritas. Porque el problema acá no es que “llovió mucho”, sino que el Estado y el gobierno no hicieron absolutamente nada para prevenir que estas lluvias no generen una nueva inundación. Y en esto hay que ser muy claro: la lluvia es un fenómeno natural, la inundación de una ciudad (o varias, como es el caso) es una catástrofe social que no tienen nada de natural. La culpa de las inundaciones no es del clima, es de Sciolí y Cristina que no realizaron las obras de infraestructura hidráulica que permitieran prevenir y evitar estas catástrofes.
Vale recordar lo que escribimos hace dos años cuando ocurrieron las inundaciones en La Plata que le costara la vida a cientos de trabajadores: “los desastres puramente “naturales” no existen: lo que transforma un fenómeno de la naturaleza en una catástrofe son razones sociales: lo preparada o no que está la sociedad para enfrentarlo. (…) Todo depende de la estructura social en la que impacta el fenómeno natural, no del fenómeno natural como hecho aislado. Esto no significa negar que estén en curso fenómenos climáticos inéditos subproducto del desastre que está generando la economía capitalista sobre el clima internacionalmente. A este fenómeno se lo llama “calentamiento global”, y están vinculado con la emisión de gases de dióxido de carbono por la utilización indiscriminada de petróleo como fuente de energía para uso automovilístico, industrial y para calefaccionar las ciudades en el norte del mundo. Esto alimenta un “efecto invernadero” (con su resultado de elevar la temperatura de la Tierra) que está produciendo modificaciones climáticas en materia de lluvias, mareas y demás, que podrían evitarse. Sin embargo, como evitar estas consecuencias significaría resignar ganancias de los empresarios, se suceden “cumbres climáticas” solo para demostrar su inutilidad: ¡ningún gobierno capitalista ni empresa multinacional quiere pagar los costos de esta cuenta cuando es el norte del mundo (y también China capitalista) el mayor emisor mundial de este tipo de gases que provocan catástrofes en los cuatro puntos cardinales del globo! Pero ni siquiera el calentamiento global es una circunstancia que ocurre por un “designio divino” ajeno a la voluntad y decisión de la sociedad y frente a la que nada podría hacerse. Tampoco es el caso de las terribles tormentas que azotaron Buenos Aires y La Plata (en 2013). Estas dramáticas inundaciones ocurrieron porque al fenómeno natural extremo se le adosó la circunstancia del derrumbe y la desidia en toda la infraestructura del país. “
Las inundaciones en la provincia de Buenos Aires son una catástrofe crónica, no pasa un año sin que se inunde algún sector de la misma. Por lo tanto no es en los milímetros de lluvia caídos en donde hay que buscar las causas del desastre, desde ya que si no hubiese caído agua del cielo no se hubiese inundado nada, pero afirmar eso es lo mismo que decir que la culpa de los incendios está en el oxígeno que hay en el aire. Los motivos de las inundaciones y de los miles de evacuados y los dos muertos contabilizados hasta el momento los vamos a encontrar en el desastre en el cual se encuentra la infraestructura del país luego de años de desidia de los gobiernos capitalistas. Hoy la responsabilidad le cayó en la espalda a Scioli, hace unos meses paso lo mismo en Córdoba y también en el Chaco, hace un par de años le tocó a Macri… acá tampoco hay diferencias partidarias, todos ellos son responsables de gestionar un país donde la decadencia de los servicios públicos y de la infraestructura no deja de ser una forma de los negocios capitalistas: se gestionar o administra el transporte, la electricidad, la obra pública o cualquier otro servicio de manera tal que dé súper ganancias como producto de una maraña de subsidios cruzados o de “comerse” el dinero que debería estar al servicio de inversiones que nunca se llevan a cabo.
De ahí que flagelos como esta tragedia estén tan estructuralmente vinculados con el sistema capitalista sobre el que presiden el kirchnerismo, el macrismo y el sciolismo (aun con matices entre ellos), y cuya única divisa es, en definitiva, la ganancia de los capitalistas y jamás las necesidades de los trabajadores y vecinos.

Matías Palmieri

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