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Columna quincenal de Manuela Castañeira en el Destape Web
La dirigente del Nuevo MAS da su opinión sobre el aumento de las tarifas de servicios públicos dispuesta por el macrismo.
26 DE JULIO 2016
El debate sobre el tarifazo en los diferentes servicios públicos (especialmente el gas, pero también el agua, la luz, el transporte, etc.) está en el centro de la agenda política nacional. Los cacerolazos realizados hace unos días le dieron canal de expresión a una gran bronca que se está acumulando desde abajo. La suspensión judicial a la aplicación de las nuevas tarifas del gas es una consecuencia de este malestar social. No quedan dudas que el precio de los servicios públicos es en este momento la mayor fuente de problemas para el gobierno macrista, gobierno que de todas maneras está a la espera que de un momento a otro la Corte le dé la razón con los aumentos.
A este respecto participé de un debate hace algunos días en el programa Minuto Uno (C5N) en su edición del viernes. En boca de economistas neoliberales como Miguel Ángel Boggiano (de «Carta Financiera») y otros se expresó la concepción macrista sobre los servicios públicos. Allí dijeron que «hay que pagar lo que las cosas cuestan». Pero esto significa una mercantilización de lo que debería ser un derecho.
Porque lo servicios públicos comprenden las necesidades básicas de la sociedad: el transporte para llegar al trabajo, el gas para no pasar frío, la electricidad sin la cual no se puede vivir. Desconocer esto es proponer un futuro de miseria e indigencia masiva.
Las principales víctimas del tarifazo macrista son los que viven de su trabajo, que ven como una parte muy importante de sus salarios es devorada por un puñado de empresas privatizadas. Agreguemos que son empresas que durante los doce años de gobierno kirchnerista -¡que no dio un sólo paso para quitarles la concesión!- se llevaron millones y millones de pesos en ganancias sin hacer ni una sola inversión, vaciando los servicios públicos. Por eso mismo hoy las prestaciones son pésimas y un insulto a todos los usuarios: cortes de luz permanentes, viajes abarrotados y peligrosos, entre otros.
Actualmente, ni siquiera sabemos cuáles son los costos reales de operación de las empresas de servicios, ya que no abren los libros contables, ni procedieron a realizar audiencias públicas. Pero nos dicen que «las tarifas estaban demasiado baratas» y por eso el costo tendría que recaer en los usuarios, cuya inmensa mayoría vive de un salario que corre por detrás de la inflación. Esto significa que el que no puede pagarlas, se tiene que congelar en su casa y morir de frío, como ya está ocurriendo. ¿Alguien puede creer que Macri pase frío en la Quinta de Olivos como nos ha pedido que pasemos en nuestras casas?
Los multimillonarios como Macri y sus defensores neoliberales nos dicen que tenemos que «pagar el costo de las cosas», porque si no «crece el déficit fiscal». Pero al mismo tiempo le reducen los impuestos a los grandes capitalistas: los empresarios del campo, de la minería, de la banca y de la gran industria. Es decir: aumentan el déficit para favorecer a los empresario y quieren que lo paguemos los que vivimos de nuestro trabajo.
Es por esta razón que repudio el tarifazo de Macri y Aranguren. Los servicios públicos son un derecho y por eso su precio debe ser accesible para toda la población. No debería existir el lucro privado con los servicios para obtener ganancia, por lo que deberían anularse todas las concesiones y privatizaciones. Los servicios tienen que estar bajo propiedad estatal, administrados por sus trabajadores y controlados los usuarios. La población tiene que conocer cuáles son los números que se manejan, cómo y para qué se utilizan los recursos.
Por eso mismo se tiene que ir Aranguren: ¿cómo puede estar al frente del Ministerio de Energía un empresario que tiene intereses directos en el sector? Es la máxima expresión de un gobierno de multimillonarios y gerentes de empresas, que gobiernan para los que más tienen. Que fugan sus ganancias al exterior a través de las «offshore» para evadir impuestos, al mismo tiempo que nos dicen que tenemos que pagar hasta el último centavo de lo que consumimos.
No es cierto que «no haya alternativa» al tarifazo como dice Macri, ni tampoco que la salida sea el modelo del kirchnerismo, que vació los servicios públicos durante sus mandatos. El camino es poner los servicios en manos de los de abajo, de los trabajadores y el pueblo.
Hay que pararle la mano a Macri y a su tarifazo, redoblando los cacerolazos y todas las movilizaciones populares contra el ajuste.