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El presidente de la Sociedad Rural prometió U$S 58.000 millones en inversiones, tituló entusiasmado el diario La Nación el 16/7.

Esque la lluvia de dólares e inversiones pronosticada por Macri, por su sola presencia en la Rosada, no aparece, y  empieza a perfilarse la preocupación entre los analistas  de cuálsería el sector de la economía que podría traccionar al conjunto de la misma, no sólo para sacarla de la actual recesión, sino además para impulsarla al desarrollo “que nos hará estar cada día un poco mejor”.

¿Podría ser “el campo” el que se postula para esta tarea?  Primero veamos las promesas de Etchevehere, cual político burgués en campaña electoral.

Los U$S 58.000 millones se dividirían en U$S 22.500 millones para la ganadería,U$S 21.000 millones en agricultura y U$S 7.155 en retenciones al fisco; ¿el resto? Vagas imprecisiones sobre la producción de granja, los cultivos regionales y las compras de camionetas. O sea que de entrada ya tenemos U$S 14.500 millones menos, salvo que contemos los impuestos (retenciones) como “inversión”, en cuyo caso los trabajadores seríamos los principales inversores del país, ya que los impuestos al consumo son la principal fuente impositiva del país.

De los U$S 22.500 millones para la ganaderíalos productores destinarían U$S 13.000 millones a la reposición de hacienda, U$S 3.446 millones en gastos directos (pasturas y sanidad) $S 2.576 millones en gastos indirectos (estructura y financiamiento) y U$S 1.075 millones en bienes de uso.

En nuestro país hubo desde los 90 un claro avance de la agricultura (soja) sobre tierras que antes se dedicaban a la ganadería, lo que provocó la caída de la producción cárnica y el aumento de la faena de las hembras. La devaluación y la eliminación de retenciones sin duda provocará que muchos productores ganaderos  vuelvan a sacar cuentas, ya que una  de las características históricas de la Argentina fue la posibilidad de explotaciones mixtas agrícolas-ganaderas. De ahí lo que dice la SR que los productores ganaderos están haciendo “retención de vientres” (madres) con el fin de aumentar en el mediano plazo la “fábrica” de terneros para continuar recuperando el stock ganadero: esto es lo que se llama “reposición de hacienda”; es decir, no mandar a la faena madres para poder aumentar en el futuro la producción. Pero si algo caracteriza la información ganadera es su imprecisión (el último censo agropecuario serio se hizo en 2002).Así, todos los informes utilizan el condicional: el stock ganadero “sería” de 51 millones de cabezas.

Y si esa limitación a las ventas actuales  se mantiene en el tiempo y de qué modo se valoriza en 13.000 millones de dólares, es algo que los campestres no detallan: el último informe de su Instituto de Estudios data de agosto de2014. Repetimos, el eje de esta “inversión” es postergar ventas.Además, si se plantea aumentar el stock ganadero en tamaña proporción, en tan corto plazo,  hace falta más espacio, lo que choca con el aumento del área sembrada que veremos a continuación.

Con respecto a los U$S 21.000 millones “prometidos” en agricultura, hablan de sembrar 1 millónmás de hectáreas de trigo, 1 millónmás de maíz y 450.000 más de hectáreas de girasol, con lo que el área sembrada podría aumentar en más de 2,5 millones de hectáreas (redondeo para arriba mediante): de este modo se sembrarán 34 millones de hectáreas: tan sólo en trigo la inversión sumará 1.400 millones de dólares (y no haymás detalle del resto).

Aquí caben tantos números como imprecisiones: si la agricultura avanzó sobre la ganadería, la soja avanzó sobre el resto de los cultivos. Es imposible que en sólo un año el resto de los cultivos avance sobre la soja en tal proporción  sin reducir el área sembrada de ésta, y encima avance la ganadería, dato que los campestres omiten olímpicamente.

Además  en la campaña 2013-14 se sembraron más de 35 millones de hectáreas, 1 millónmás de las que ahora “prometen”: muy lejos, eso sí, de las 60 millones de hectáreas definidas por el INTA como superficie potencialmente agrícola y agrícola-ganadera. Pero para llegar a eso habría que invertir en serio en  fertilización y riego, en lugar de sumar por un lado y omitir la resta por otro.

En lo que sí les damos la razón es en que con “la eliminación y reducción de retenciones….ese dinero se gasta y se invierte en cada rincón de cada provincia”: con sólo la baja del 5% de retenciones de la soja y  la eliminación  de retenciones al maíz, trigo y carne, les tocaron 3.700 millones de dólares.

Pero junto con las retenciones vino la devaluación: así llegamos a unos 128.000 millones de pesos, que ahora tienen para “invertir”.

Sin embargo, las promesas continúan: en los próximos 5 años producirán un 50% más de “alimentos” (como si lo industrializaran ellos) que van a representar la creación de 1.300.000 nuevos puestos de empleo (directo e indirecto),  promesa que suscribe el burócrata de la UATRE “Momo”Venegas.

Teniendo en cuenta que, según el último informe del INDEC, en el sector rural hay 337.000 asalariados, siendo como son conocidos negreros, por más que blanqueen a todo el mundo, la única manera de llegar a tantos puestos nuevos de trabajo es con el conocido truco de sumar como “empleo indirecto” todo lo que pase cerca: ya lo hizo Llach en 2004 cuando le atribuyófalsamente a las cadenas agroalimentarias el 35% del total de ocupados en el país.

Sin dejar de olvidar, que una de las características del nuevo  modelo agropecuario (siembra directa-soja genéticamente modificada-agro tóxicos) que duplicó la producción en una década desde mediados de los 90 se caracterizó por la expulsión indiscriminada de mano de obra.

Finalmente, queremos destacar el rol agropecuario en la economía argentina: de ser el principal componente del PBI a principios de siglo, en la actualidad aporta alrededor de un limitado 8% detrás de la industria manufacturera (20%), el comercio, las actividades inmobiliarias y el transporte. Aporta el 5% del empleo registrado, en el puesto 8 sobre 16, pero su importancia histórica se lo ha dado su rol de proveedor de las divisas que la industria necesita para funcionar, dada su conformación históricamente deformada: entre el complejo oleaginoso, cerealero y bovino aportaron el 47% de las exportaciones en 2015.

La recuperación de los precios internacionales, la devaluación y la baja de las retenciones ubican a los campestres en el sector que está disfrutando la fiesta macrista: pero el comercio internacional no repunta, el ciclo de alza de los comodities llegó a su fin, y las inversiones del complejo industrial  sojero ya se hicieron: Argentina tiene las plantas procesadoras más modernas del mundo. Y los campestres seguirán pidiendo inversiones al Estado: en puertos, en caminos, en silos, en logística. Porque como buenos burgueses argentinos, siguen la lógica que la inversión la haga otro.

 

Marcelo Buitrago

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