Claudio Testa



 

Bajo el signo del Brexit

 

El Brexit ha sido un bombazo con repercusiones europeas y mundiales inmensas… Aunque difíciles  de prever con toda exactitud en sus alcances, las consecuencias podrían ser enormes.

Asimismo ha profundizado en la izquierda un debate –que viene de lejos– acerca de la Unión Europea. Y, también, algunos cambios de posiciones.

En la izquierda revolucionaria y socialista –las corrientes trotskistas– siempre hubo diferencias en relación a la UE. Un amplio sector, en mayor o menor grado, estimó a la Unión Europea (y a su antecesora, la CEE –Comunidad Económica Europea) como algo más o menos progresivo, aunque con muchos defectos que deberían ser “reformados”. Más allá de la amplitud de las críticas a la UE y las reformas propuestas, esa estimación estuvo detrás del apoyo a las políticas llevadas adelante por Syriza en Grecia, que tenían por fundamento tácito que todo debía jugarse dentro de los límites de  la Unión Europea (y, por extensión, de la eurozona).

Ahora, parece haber cambios notables. Así, la IV Internacional (SU), organización que agrupa principalmente a las corrientes inspiradas en el legado de Ernest Mandel, ha emitido una Declaración dando un giro radical en relación a la caracterización y actitud frente a la UE: “La Unión Europea es una institución burguesa que no creemos que sea reformable. Hay que destruirla para crear nuevas bases de una cooperación inter-europea fundada en la solidaridad entre los explotados y oprimidos.”[1]

Este es un cambio tan notable como positivo. Es que en el referéndum la misma sección británica de la IV Internacional (SU) –Socialist Resistence– fue parte de la alianza Another Europe Is Possible (AEIP). La AEIP no sólo llamó a votar por “Remain” (permanecer) en la Unión Europea, sino que además sostenía expresamente que la UE es reformable.[2]

¿Una malvada Unión Europea sucesora de una buena CEE (Comunidad Económica Europea)?

Hay en la izquierda socialista otras opiniones más matizadas. Algunos consideran a la Unión Europea un dañino desastre, pero ven en cambio como “progresiva” a su antecesora, la Comunidad Económica Europea (CEE), más conocida popularmente como el “mercado común europeo”, que duró hasta los 90.

El gran historiador marxista Enzo Traverso ha aportado a este candente debate sobre la Unión Europea, un artículo donde sostiene que existen diferencias radicales entre ambas; a saber, la CEE y la actual UE. Este debate no es de menor importancia. Tiene consecuencias políticas muy prácticas y presentes, como muchas otras discusiones inicialmente “históricas”.

La enorme diferencia, según Traverso, ante todo salta a la vista en las respectivas cabezas de la CEE y la actual UE. Es decir, en las direcciones de una u otra institución. Estas diferencias cualitativas serían las mismas que habría entre los “estadistas” europeos de posguerra y los actuales e impresentables gobiernos del continente.

“El contraste –dice Traverso– entre el actual liderazgo europeo y sus predecesores es deslumbrante… Los padres fundadores de la UE –Konrad Adenauer [Alemania occidental], Alcide De Gasperi [Italia] y Robert Schuman [Francia]– concebían el mercado común como un primer paso para la unificación política, no como un acto de sumisión a los intereses financieros. Helmut Kohl y François Mitterrand fueron los últimos en perseguir ese objetivo… Ninguno era un simple ejecutivo de bancos e instituciones financieras internacionales…

“La generación que los reemplazó a fines del siglo XX no tienen ninguna visión. Es la elite neoliberal que trasciende la tradicional delimitación entre derecha e izquierda… El neoliberalismo ha absorbido a los herederos tanto de la socialdemocracia como de las corrientes cristianas conservadoras…”[3]

Traverso hace observaciones agudas, como esa última. Efectivamente, las dos corrientes “tradicionales” de los grandes partidos de posguerra –socialdemócratas (izquierda) y conservadores (derecha)– son hoy imposibles de distinguir. En España, el PP y el PSOE tienen esencialmente los mismos programas; en Francia, el Partido “Socialista” de Hollande busca imponer a palos la más brutal legislación anti-obrera que antes el “conservador” Zarkozy no había logrado aplicar, etc., etc. En el Reino Unido, el conservador Cameron ha sido la continuación del social-liberalismo del “laborista”, Tony Blair, etc., etc.

También, efectivamente, el personal político –tanto de la UE como de los gobiernos– se ha degradado notablemente en esta “posmodernidad”…. Churchill o Charles de Gaulle no son personalidades comparables a Cameron o Sarkozy… aunque estén en las mismas corrientes políticas.

Sin embargo, no compartimos las conclusiones fundamentales de Traverso. Por supuesto, la CEE de los buenos tiempos del “Estado de bienestar social” no es idéntica a la actual UE del neoliberalismo… pero ambas respondieron y responden a los mismos intereses de clase… sólo que en circunstancias europeas y mundiales radicalmente distintas.

El contexto político y geopolítico desde la CECA-CEE hasta la actual UE

En el recuadro que acompaña este artículo, recordamos algunas fechas y acontecimientos europeos del período en que nace, crece y se desarrolla lo que ahora es la Unión Europea.

Su nacimiento tiene que ver con las situaciones políticas y geopolíticas de Europa después del conflicto más terrible de la historia, la Segunda Guerra Mundial (1939-45).

A nivel político, Europa occidental había evitado las revoluciones que cruzaron el continente luego de la Primera Guerra Mundial (1914-1918); la principal, la Revolución Rusa de 1917, que marcaría el inicio de toda una época histórica de crisis, guerras y revoluciones.

De la Segunda Guerra Mundial, varios países de Europa occidental, en primer lugar Italia y Francia, habían salido en una situación más que “peligrosa”. Amplias franjas de la clase trabajadora y sectores populares no sólo estaban radicalizados, sino también armados y con la “gimnasia” de la resistencia contra el nazifascismo.

Sin embargo, no hubo revoluciones. Esto tuvo una contención inicial decisiva: los partidos “comunistas” de Italia y Francia, que formaban parte de los gobiernos en la inmediata posguerra, garantizaron la desmovilización y el desarme. Eso lo resumió en una consigna Maurice Thorez, dirigente del Partido Comunista Francés (PCF) y ministro del gobierno patronal del general De Gaulle: “¡Un solo Estado, un solo ejército, una sola policía!”… por supuesto, los de la burguesía francesa.

Los partidos “comunistas” habían actuado así por orden expresa de Stalin, que en Moscú no quería saber nada con revoluciones. Pero sus servicios no serían agradecidos por las burguesías de Europa occidental ni por su amo indiscutible, los Estados Unidos, que había emergido como la otra “gran potencia” frente a la Unión Soviética.

Al mismo tiempo que “pacificaban” Europa occidental desarmando y desmovilizando a sus trabajadores, tomaba forma un gran enfrentamiento geopolítico –es decir, entre Estados– que se prolongaría hasta la caída del Muro de Berlín en 1989 y la disolución de la Unión Soviética en 1990/91. Europa quedaba geopolíticamente partida en dos: por un lado, el “bloque oriental” formado por la Unión Soviética y los países y territorios que había llegado a ocupar en la guerra (entre ellos, parte de Alemania). Por otro lado, el “bloque occidental”, patrocinado por EEUU, que organizaría además una alianza militar, la OTAN. Entre ambos bloques se inicia, poco después, la llamada Guerra Fría.

Es en este contexto que nace en 1950/51 lo que primero fue la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), luego en 1957 la Comunidad Económica Europea (CEE) y finalmente la actual Unión Europea en 1992.

En su nacimiento se mezclaron los imperativos políticos y geopolíticos. EEUU y sus aliados coincidieron en la necesidad de evitar los “errores” de la anterior posguerra, la de la Primera Guerra Mundial. Había que evitar el profundo descontento social que había empujado a amplios sectores de masas a los “extremos” (comunismo y fascismo), así como también que la competencia y rivalidades entre las distintas burguesías europeas llevaran otra vez a la guerra. Esto, además, era doblemente necesario, si se quería enfrentar con éxito al “bloque oriental”, encabezado por Moscú.

Así, en 1948, simultáneamente a la formación de la OTAN (la alianza militar contra la Unión Soviética), Estados Unidos lanza el Plan Marshall. ¡Palo y zanahoria!! Riega con miles de millones de dólares, en primer lugar al Reino Unido, Francia y Alemania occidental, para reconstruir la industria y los transportes. Las terribles destrucciones de la guerra, paradójicamente, habían generado un mercado con una demanda colosal, que no se agotaría en un cuarto de siglo.

Al mismo tiempo, se ponían los cimientos del “Estado de bienestar social”, que caracterizó a Europa hasta la crisis de los 70 y el posterior inicio del tsunami neoliberal en los 80. El secreto de este mecanismo no era económico –como tanto se teorizó en su momento– sino político y de relaciones entre las clases. Quintin Hogg, un líder conservador británico, lo definió en esa época con pocas palabras y total exactitud: “Si nosotros no les damos reformas, ellos nos darán la revolución”.

Todo esto, a su vez, cementaba el bloque geopolítico occidental contra el bloque soviético. Fue un proceso complejo, con idas y vueltas, de décadas de desgaste, que finalmente llevó al derrumbe de este último. Eso también implicó el fin de la Unión Soviética y las restauraciones del capitalismo, que beneficiaron en primer lugar a sectores de burócratas (supuestamente) “socialistas”.

En ese contexto, la CECA, primero, y la Comunidad Económica Europea (CEE), después, jugaron un papel de primer orden, al servicio de las burguesías europeas. Pero, a medida que la Unión Soviética se desgastaba, que el movimiento obrero europeo se desmovilizaba y despolitizaba, y que una burocracia infernal lo mantenía paralizado, se iba agotando la necesidad de las concesiones y “reformas”.

El derrumbe de la Unión Soviética y la restauración capitalista en los países (supuestamente) socialistas desde China al Este europeo, fue convirtiendo en un derroche innecesario el Estado de bienestar social. Había llegado la hora del neoliberalismo salvaje. Había llegado la hora de que la Comunidad Económica Europea (CEE) se transformase en la Unión Europea, descaradamente neoliberal y cuyo objetivo confeso es hacer retroceder a los trabajadores europeos al siglo XIX.

Como diría hoy el citado político conservador británico: “Ellos no nos dieron la revolución, entonces no hay porqué darles reformas”. Pero

Notas:

1.- “Brexit crisis: for unity and solidarity in Europe, against racism and social dumping”, Statement by the Bureau of the Fourth International, June 28, 2016.

2.- Ver en Socialismo o Barbarie Nº 386 (30/06/2016), “Reino Unido-La falta de una campaña por la abstención y el rechazo” ( http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=8165 ).

3.- Enzo Traverso, “The End of Europe”, International Viewpoint, 17 May, 2016

 

Algunas fechas y datos de la UE y su contexto histórico

1945, mayo, fin en Europa de la Segunda Guerra Mundial. Partición de Alemania entre las potencias occidentales (Estados Unidos, el Reino Unido y Francia) y la Unión Soviética, que además ocupa Polonia, Checoeslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria.

1947, inicio de la Guerra Fría entre la potencias occidentales encabezadas por Estados Unidos y el bloque oriental encabezado por la Unión Soviética.

1948, abril, se inicia el Plan Marshall (European Recovery Program, ERP) financiado por EEUU para la reconstrucción de los países de Europa occidental devastados por la guerra.

1948, nace la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), alianza militar contra la Unión Soviética encabezada por Estados Unidos, en la que hacen parte Francia, Bélgica, los Países Bajos (Holanda), Luxemburgo y el Reino Unido. Con el tiempo se irían adhiriendo otros Estados, como Dinamarca, Italia, Noruega, Alemania y otros. Aunque constituida para enfrentar a la Unión Soviética, no se disuelve luego de su caída en 1990/91. Por el contrario se amplía, apuntando principalmente a Rusia.

1949, partición formal de Alemania. En mayo, se constituye la República Federal de Alemania (RFA) en las zonas ocupadas por EEUU, Gran Bretaña y Francia. En octubre, se constituye la República Democrática Alemana (RDA) en la zona ocupada por la Unión Soviética. La temperatura de la Guerra Fría sube más aún con el bloqueo de Berlín dispuesto por la Unión Soviética de junio 1948 a mayo de 1949.

1950/51, nace la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), constituida por Alemania occidental, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos. Este es el primer paso del proceso que llevaría a la formación de la Comunidad Económica Europea (CEE) y luego a la actual Unión Europea.

1955, Pacto de Varsovia: alianza militar encabezada por Unión Soviética y los antes mencionados países de Europa oriental para enfrentar a EEUU y su OTAN. El Pacto de Varsovia se diluye luego de la caída del Muro de Berlín (1989) y la disolución de la URSS (1990/91).

1957, se constituye la Comunidad Económica Europea (CEE) mediante el Tratado de Roma, que establece un mercado común y una unión aduanera entre sus seis miembros fundadores: Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo, los Países Bajos y Alemania occidental.

1960, enero, para hacer frente a la CEE, se constituye la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA – European Free Trade Association) encabezada por el Reino Unido asociado a Austria, Dinamarca, Noruega, Portugal, Suecia y Suiza. Este intento fracasa y el Reino Unido es el primero en abandonar la EFTA para unirse en 1973 a la Comunidad Económica Europea (CEE).

1961, agosto, construcción del Muro de Berlín, que aislaba al sector occidental de la ciudad y sería uno de los símbolos de la Guerra Fría.

1968, Mayo Francés, rebelión estudiantil y obrera contra el gobierno del general De Gaulle, y Primavera de Praga (enero/agosto), rebelión juvenil y popular apoyada en un sector del Partido Comunista Checoslovaco, finalmente aplastada por la intervención militar de Moscú. Estos acontecimientos tuvieron una gran repercusión internacional de radicalización de amplios sectores de la juventud y los trabajadores.

1989/91, Caída del Muro de Berlín, reunificación de Alemania mediante la absorción de la RDA por Alemania occidental. Se disgrega el bloque oriental europeo y también la misma Unión Soviética.

1992, febrero, fin de la CEE (el “mercado común europeo”) y nacimiento de la Unión Europea, con el Tratado de Maastricht. Se avanza cualitativamente en el aspecto político de dar poderes crecientes a las instituciones de la UE elegidas por nadie y, en el aspecto económico, de imponer el más rabioso neoliberalismo.

2005, mayo 29, Francia, rechazo masivo en plebiscito del proyecto ultra neoliberal de Constitución Europea. Días después sucede lo mismo en Holanda.

2007, diciembre, Tratado de Lisboa. Ante el rechazo en los referéndums del proyecto de “Constitución Europea”, Berlín-Bruselas deciden no consultar más a la plebe. Se elabora un “Tratado”, que dice lo mismo que la repudiada “Constitución”, que se firma en Lisboa el 13/12/2007.

2008/2016, crisis mundial y Troika. Ante la crisis mundial iniciada en Wall Street, la Unión Europea decide constituir un organismo –la Troika– para imponer a los países de la eurozona en crisis planes de austeridad sanguinarios, y a su vez controles que los convierten de hecho en protectorados coloniales, como es el caso de Grecia. La Troika está constituida por el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea. El FMI, con sede en Washington, ni siquiera es una institución “europea” sino hechura de EEUU. Al BCE lo dirige Mario Draghi, ex vice presidente de Goldman Sachs. La “Comisión Europea”, máxima autoridad de la UE, es a la vez su órgano ejecutivo y legislativo (como en las mejores dictaduras). A través de esa “Comisión” no electa, manda en la UE la coalición del imperialismo alemán y su socio menor francés. El “Parlamento Europeo” no tiene prácticamente poderes: es sólo un “charlamento”.

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