Por Tofi Mazú


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11 años de prisión para Gustavo Albornoz

 

Hace ya más de dos años que Karina Abregú fue atacada por su marido, Gustavo Albornoz, quien la roció con alcohol y la prendió fuego. A pesar de tener el 55% de su cuerpo quemado, ella sobrevivió; no sólo para contar su historia, sino para exigir justicia y formar parte de lo más granado del movimiento de mujeres, para ser una de esas compañeras que superan la victimización y se transforman en luchadoras. Junto a su hermana Carolina y varias organizaciones del movimiento de mujeres, entre las cuales estamos Las Rojas, Karina viene llevando a cabo una campaña militante por su causa: meter preso a Gustavo Albornoz y así alejar de su vida al femicida que la golpeó y maltrató durante su relación de pareja, el que intentó matarla y que nunca cumplió las cautelares que le prohibían acercarse a ella y a sus hijos.

El 11 de abril comenzó el juicio, y a Karina la acompañó en todo momento el movimiento de mujeres, fortalecido por el #NiUnaMenos. Es que sabíamos que para arrancarle un fallo favorable a esta justicia patriarcal había que plantarse en la calle, ir a los medios, difundir el caso y demostrar que la violencia machista no es un problema individual y privado, como declaró en varias ocasiones el patrón de la fábrica en la que trabajaba Karina, sino un problema social y político de primer orden; donde los primeros responsables son los jueces, policías y funcionarios de este Estado, que educan en la impunidad y, al dejar libres a violadores, femicidas y violentos, nos enseñan que los cuerpos, la vida y la sexualidad de las mujeres no valen nada.

Así fue que hoy, 25 de abril, estuvimos esperando la sentencia al femicida desde las once de la mañana, agitando y dándole todo nuestro apoyo a Karina que se encontraba en el interior de los Tribunales de Morón junto a su hermana, su abogado y reconocidas luchadoras como Norita Cortiñas de Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora), Iara Carmona, que pelea para meter preso a su violador y nuestra compañera Manuela Castañeira. La lucha dio sus frutos y a la una del mediodía escuchamos la sentencia favorable: ¡Once años de prisión para Gustavo Albornoz! Bajo la carátula de femicidio agravado por el vínculo. Esta es una victoria rotunda del movimiento de mujeres y, sobre todo, de Karina, que encabezó una pelea que es ejemplo y referencia para tantas compañeras que sufren violencia y abuso.

Sin opacar esta maravillosa victoria, Las Rojas entendemos que se dio en las condiciones más adversas. Si la impunidad reinaba durante los mandatos kirchneristas, el macrismo se yergue como un gobierno abiertamente anti NiUnaMenos, un gobierno que pretende atacar una a una las conquistas que tan duramente le arrancamos las mujeres a la justicia y a los K. Dejó de implementarse el ya más que insuficiente Programa de Salud Sexual y Reproductiva, cuyo objetivo era distribuir anticonceptivos; como Macri está en contra incluso de que las mujeres tengamos un espacio al cual denunciar el maltrato, en Neuqén ya cerró el 0800 Mujer; el flamante ministro de Salud, Jorge Lemus, pretende atacar el protocolo para los abortos no punibles y caen uno a uno los pocos refugios destinados a compañeras en situación de violencia. Al mismo tiempo, pretende que salgamos de la calle como espacio indiscutido de lucha, tal como se evidenció el 3 de junio de 2015. Esta y no otra es la razón por la que el PRO puso a Fabiana Túñez al frente del Consejo Nacional de las Mujeres, con el afán de institucionalizar el #NiUnaMenos y barrer con el movimiento de mujeres. Karina, siendo una prueba viviente del ataque sufrido, hizo la denuncia y el reclamo pertinente ante el CNM, pero de la tan mentada “feminista popular” no obtuvo más que negativas: no le proveyeron abogado ni asistencia gratuita, no le proveyeron ayuda económica para los costosos tratamientos a los que debe someterse, no la ayudan para sostenerse ella y sus hijos mientras pueda conseguir trabajo. El movimiento de mujeres no sólo debe ir por más, sino que tiene como tarea inmediata defender lo que ganó con tanto esfuerzo y su principal terreno de lucha: las calles.

Las Rojas estamos orgullosas de haber formado parte de esta batalla, de haber conocido a mujeres como Karina y Carolina, de haberle arrancado a esta justicia de los violentos y los patrones  un fallo favorable. Cada caso ganado es una gran experiencia y una clase para todas nosotras de a qué nos enfrentamos y cómo hacerlo. Cada compañera ganada para el movimiento de mujeres es una nueva conquista en materia de lucha y organización contra este sistema podrido de explotación, donde las mujeres somos doblemente oprimidas. Sigamos organizadas, para que sean los violadores y los violentos los que tengan miedo y no nosotras.

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