24 DE MARZO DE 1976



“Las persecuciones de hoy traerán las bombas del mañana, que traerán otras persecuciones, y la sangre renueva el terror que hace verter más sangre”. (Rafael Barret, “El terror argentino”, Buenos Aires, 1910)

 

 

Las  dimensiones sangrientas del golpe de estado de estado del 24 de marzo lo han convertido en una de los hechos claves de la historia argentina y por lo tanto en un tema analizado reiteradamente desde la academia, el periodismo, la historia , las ciencias políticas, han interpretado este acontecimiento desde variados  ángulos  construyendo un cerco que pareciera cerrar la posibilidad de otras perspectivas analíticas, sin embargo las heridas siguen abiertas y al parecer la cirugía burguesa se muestra impotente para cerrarlas.

La antesala del infierno

El golpe de 1976 no fue un acontecimiento aislado, ni una “locura” que broto de la cabeza de un grupito de conspiradores enquistados en el ejército. Fue el producto de una fuerte agudización de la lucha de clases que encontró a la clase obrera y grandes sectores del movimiento estudiantil luchando por una sociedad distinta, contra el sistema capitalista por una sociedad sin explotados ni oprimidos; del otro lado se levantaron todas las fuerzas mancomunadas de la burguesía nacional y el imperialismo. Todos los partidos patronales, las cámaras empresariales, y los medios de comunicación pidieron a los gritos y organizaron la peor dictadura fascista que haya conocido nuestro país.

En el articulo Rodrigazo y Coordinadoras…( SoB 276)” recordábamos  como las jornadas de junio y julio de 1975 pusieron en jaque al gobierno peronista y resucitaron el fantasma que torturaba al general en el pasado :“Si nosotros no hacemos la revolución pacífica, el pueblo hará la revolución violenta”. Lo cierto es que el peronismo no hizo ninguna revolución pero si produjo profundas reformas sociales, innegables, que la clase obrera  no estaba dispuesta a sacrificar “….El ajuste se materializó en el llamado Rodrigazo, plan económico puesto en marcha el 4 de junio de 1975 por el entonces ministro de Economía, Celestino Rodrigo… Esto fue lo que desató la movilización de los trabajadores, fundamentalmente del sector industrial.”

La puja salarial y los conflictos por tal o cual derecho son permanentes en la lucha de clases, pero sólo ocasionalmente adquieren tal gravedad que  la permanencia de un gobierno dependa de la imposición patronal de estas condiciones. Pero en este caso  los trabajadores  pusieron  grogui y en un rincón al peronismo que los había contenido durante más de 30 años. La carencia de una estrategia de poder de la clase obrera por medio de sus organismos por parte de las organizaciones revolucionarias hegemónicas salvó al gobierno (y al sistema capitalista) del nocaut en una confrontación en la que sólo uno de los contendientes podía quedar en pie.

PJ y UCR: La burguesía cierra filas contra la clase obrera

Mientras tanto la burocracia sindical y los partidos patronales conspiraban desde temprano para aplastar a los trabajadores.

Ya tempranamente, el 30 de Noviembre de 1974 Hugo Moyano encabezó un acto de homenaje «a los militares caídos en la lucha contra la subversión antinacional y antipopular » y junto a otros dirigentes de la CGT local se abrazó a los jefes locales de las FFAA.  En esa época, los burócratas sindicales no sólo colaboraban activamente con la Triple A, sino que operaban en alianza a sectores militares a quienes veían como aliados en la lucha por eliminar a la izquierda.

Por su parte, el peronista  lanza los «decretos de aniquilamiento»  dictados por el Poder Ejecutivo  durante el año 1975, con el fin de «aniquilar a los elementos subversivos«. Con este mecanismo le soltaron el collar al ejército en Tucumán por medio del “operativo independencia” para que mas tarde a Videla  pudiera alzarse con los trofeos de la masacre de los montes tucumanos y postularse como candidato a leviatán de la burguesía. Las fuerzas armadas entendieron el mensaje que emanaba desde arriba y se empeñaron en llevar hasta las ultimas consecuencias el “famoso” decreto firmado por Ítalo Luder y legitimado por todo el gabinete peronista, entre los que se destacaban Carlos Ruckauf y Antonio Cafiero.

Aunque Cristina Kirchner quiera reescriir toda la historia y nos quiera vender la farsa de la “democratica” UCR, la realidad es que la complicidad radical durante el golpe esta documentada en un informe del departamento de estado de EE.UU(1) “Balbín, presidente del Partido Radical (UCR), comentó a los medios en una entrevista que estaba altamente preocupado dado que era obvio que “la guerrilla fabril está sirviendo intereses extranjeros”. El diputado nacional Antonio Troccoli, quien representa la provincia de Buenos Aires, le dijo a Emboff, el 24 de noviembre, que los terroristas fabriles eran una “influencia desastrosa” y que ellos controlaban las principales plantas industriales en el gran Buenos aires. El senador Eduardo Angeloz, quien representa la provincia de Córdoba, se lamentó ante Emboff que muchas de las fábricas en Córdoba estaban controladas por el ERP y Montoneros y que la gerencia en esas fábricas ahora negocia directamente con los comités internos controlados por terroristas más que con los dirigentes sindicales electos.(…) La única “solución” sugerida es que la policía y las fuerzas militares repriman cualquier accionar “no autorizado” de los trabajadores….”y para despejar cualquier tipo de dudas el mismísimo Videla declaro : “El máximo líder del radicalismo, Ricardo Balbín, que era un hombre de bien, 42 días antes del pronunciamiento militar del 24 de marzo, se me acercó a mí para preguntarme si estábamos dispuestos a dar el golpe, ya que consideraba que la situación no daba para más y el momento era de un deterioro total en todos los ámbitos de la vida. ´¿Van a dar el golpe o no?´”

Inclusive el partido comunista es responsable de la masacre que terminó con la vida de algunos de sus más jóvenes militante. Pocos días después del golpe, una publicación oficial del PC afirmaba respecto al nuevo presidente: «En cuanto a sus formulaciones más precisas (…) afirmamos enfáticamente que constituyen la base de un programa liberador que compartimos (…). El presidente afirma que no se darán soluciones fáciles, milagrosas o espectaculares. Tenga la seguridad que nadie la sespera… El General Videla no pide adhesión, sino comprensión, la tiene».

Y para terminar con esta larga lista de miembros de la asociación ilícita contrarevolucionaria  no podemos olvidar a los miserables que desde la intelectualidad y la iglesia dieron lustre a la espada. El miércoles 19/05/1976 almorzaron Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Horacio Esteban Ratti (presidente de la Sociedad Argentina de Escritores), y el sacerdote católico Leonardo Castellani, con los generales Jorge Rafael Videla y José Villarreal.

 “Recibimos con satisfacción que las Fuerzas Armadas en el poder hayan ratificado su voluntad de arribar a un proceso democrático y republicano, que no hayan definido otros enemigos que los responsables de deshonestidades administrativas y de la quiebra moral y los que se han marginado voluntariamente del proceso, recurriendo a la subversión y al terrorismo, y que hayan reconocido la necesidad de los partidos políticos».

Solo la clase obrera se alzo contra el golpe

Con lo narrado queda claro que la dictadura fue el producto de la franquicia otorgada por todo el arco de partidos burgueses y sus cómplices de toda laya, que invistió a la cooperativa genocida de las FF.AA y las demás fuerzas represivas de todos los instrumentos del Estado para imponer un plan económico proimperialista que exigía destruir a las organizaciones independientes del movimiento obrero y del pueblo para imponerse. El movimiento obrero argentino opuso una considerable resistencia a la dictadura militar. Ya desde el primer mes se registran importantes huelgas sectoriales como la de la electricidad, (durante la cual fue secuestrado y desaparecido el Secretario General del gremio de Luz y Fuerza, Oscar Smith), de mecánicos, portuarios, ferroviarios, telefónicos en la que fueron fusilados  o encarcelados varios dirigentes sindicales.

Entre el 7 y el 11 de septiembre de 1976, según Bitrán y Schneider(2), se produce un paro casi total en las instalaciones de Ford. Esta medida se dio en paralelo con otras plantas automotrices como la General Motor (Barracas), Chrysler Feure (San Justo y Monte Chingolo) y Mercedes Benz (González Catán). El paro, según las fuentes estudiadas por los autores, afecto a dos mil de los cuatro mil empleados. Dicha huelga fue informada por los principales medios nacionales:

 En Ford se registra una suerte de trabajo a desgano. Los obreros, debido a que no les alcanza el salario –según dicen- sólo comen al mediodía un plato de sopa y un pan. Por esta razón, insisten, están débiles y no pueden trabajar como corresponde. A esta manifestación de disgusto se la conoce como la huelga de la sopa.” [1]Aún en una situación de extrema represión en la fábrica se observan durante el periodo acciones de resistencia de los trabajadores de Ford, tales como: Sabotajes contra unidades fabricadas para la policía: Los días 7, 8 y 9 de mayo del 76´ los agentes de la DIPBA registran actos de sabotaje contra unidades fabricadas para la policía federal: “…los mas típicos consistieron en golpes en la carrocería, raspones, cortes en la chapa y ruptura de la línea de montaje  con el evidente propósito de disminuir la producción. A consecuencia de estos sucesos, personal del Ejército procedió a la detención de 12 personas.”

Estos hechos, rescatados de la memoria de la clase obrera, ilustran como desde los galpones fabriles los trabajadores resistieron la brutal embestida patronal amparada en las armas, y de cómo el argumento de las responsabilidades civiles hay que invertirlo para entenderlo. El repudio contra el genocidio debe ser dirigido contra la burguesía nacional, todos sus políticos patronales, la burocracia sindical y su brazo armado que siguen siendo las FF.AA y de seguridad. Por eso la memoria en cada 24 de marzo debe expresarse como lucha contra el Estado y gobierno burgués. La lucha contra la represión nunca debemos separarla de la batalla contra las medidas de ajuste y miseria que los gobiernos quieren imponer por esos medios.

JORGE TERRACOTA y Martín Primo

 

NOTAS

(1) Fragmentos del documento emitido por la Embajada de EE.UU. en Buenos Aires, el 2/12/75, para el Departamento de Defensa de EE.UU. y las embajadas de EE.UU. en los países latinoamericanos sobre “guerra de guerrillas” en las fábricas.

(2)  Rafael Bitrán y Alejandro Schneider (1992), «Dinámica social y clase trabajadora durante la dictadura militar de 1976-1983. Estudio de la zona norte del Gran Buenos Aires en particular de las fábricas Del Carlo y Ford Motor”



 

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