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Está al caer el arreglo con los buitres. Es decir, con los que importan, los de “primera generación”, porque la oferta del gobierno ya le había venido bárbaro a los de “segunda generación” (los “me too”, o “yo también”) y a otros buitres de buitres que se sumaron hace poco.

La cosa no tiene mayores misterios: el gobierno de Macri necesita como el pan salir a endeudarse a lo bestia en el mercado internacional para sostener el déficit fiscal actual, y ese endeudamiento sólo es posible, en el mundo de las finanzas, una vez resuelto el capítulo default en el juzgado de Thomas Griesa. Los agujeros en las cuentas públicas que el kirchnerismo tapaba con emisión de pesos del Banco Central serán tapados por el macrismo, al mejor estilo años 90, con una generosa emisión de deuda.

Tanta buena voluntad de pago debía tener su premio, y fue así que Griesa, en una de sus escasísimas decisiones a favor de Argentina y no de los buitres, consideró que si el gobierno lograba levantar las trabas legales que hay para concretar la oferta que llevó Luis Caputo, el secretario de Finanzas, el juez “podría” (así, en potencial) otorgar el famoso “stay” necesario para alejar el fantasma del embargo y endeudarse de una buena vez. Además, por supuesto, de ponerse con un pago “en garantía”, que luego del acuerdo con el fondo de Paul Singer sería de unos 5.000 millones de dólares.

El ofrecimiento del gobierno argentino, como es sabido, es muchísimo más generoso que los términos de los canjes 2005 y 2010. Consiste en reconocer el valor de la sentencia de Griesa, punitorios incluidos, con intereses más moderados (3% en vez del 9%) y una quita del orden del 25%. El cálculo (optimista) del gobierno es que todo el chiste va a salir unos 15.000 millones de dólares. La idea es pagar en efectivo, con plata que presten bancos privados vía un bono.

Párrafo aparte merece el peronismo anti K, no K, semi K y ex K, que ya comprometió su apoyo al gobierno de Macri en el Congreso para votar la derogación de las leyes que hoy traban el acuerdo con los buitres bendecido por Griesa. Las mismas leyes que votaron eufóricamente como estandartes de la “defensa de la soberanía”. En esto, como en todo, esa gente aporta sus votos como moneda de cambio de dinerillos que les dé el Estado nacional para “gestionar” sus provincias.

Aclaración: no es necesario que el arreglo sea con el 100% de los buitres, en la medida en que Griesa otorgue el “stay”. Eso es lo único que le interesa al equipo económico de Macri, porque ésa es la llave que abre la puerta del endeudamiento; el resto se puede dejar para después.

No importa cómo lo vendan o disfracen el PRO, los radicales y casi todo el arco político de los partidos del régimen: este acuerdo es, sencillamente, la renovación en regla de la gran estafa de la deuda externa al pueblo argentino, con el argumento de “volver al mundo”, que no es otra cosa que volver a la “normalidad” de la Argentina capitalista dependiente de toda la vida. Desde ya, el circuito es clásico: se emite deuda en dólares para bancar el gasto público (los negociados no los contamos…); se atraen inversores extranjeros que aumentarán el déficit de divisas del país; se requerirá ajuste fiscal para honrar el servicio de deuda, que igual sólo se podrá cubrir con nueva deuda, y así crece la espiral que terminó como terminó en 2001. Dependerá sobre todo de la lucha de los trabajadores y sectores populares impedir el regreso de esa hipoteca.

Marcelo Yunes

 

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