Por Claudio Testa


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El nuevo año ha traído un crecimiento notable de la resistencia a los planes de hambre de Tsipras y la UE

 

Las últimas semanas han marcado un notable salto de las huelgas y protestas de los más diversos sectores contra el gobierno del traidorTsipras y sus patrones de Berlín y Bruselas.Va creciendo la lucha contra el “Tercer Memorándum” (es decir, el tercer y más mortífero plan de hambre impuesto por la Unión Europeaa los trabajadores y el pueblo de Grecia).

Ya tempranamente, el 12 de noviembre del año pasado, hubo un paro de 24 horas, acompañado de luchas estudiantiles, del magisterio y los portuarios. Era poco después de la capitulaciónde Tsipras a la UE y el FMI. Recordemos cómoTsipras y Syrizatraicionaron el mandato del “OXI”, es decir, del “NO” a los planes de hambre de la Unión Europea, votado masivamente en el referéndum del 5 de julio.

“La situación en Grecia –se señalaba en Socialismo o Barbarie– está determinada por la súbita derrota que sufrió el pueblo griego cuando el gobierno de Tsipras traicionó el mandato del referéndum que votó OXI (NO) a los nuevos acuerdos de austeridad. En ese momento el gobierno de Syriza desconoció la voluntad del 62 por ciento de los griegos y metió por la ventana lo que había sido rechazado en las urnas: un nuevo ‘memorándum de entendimiento’ con las acreedores griegos (Unión Europea, Banco Central Europeo, etc.).

“Este nuevo memorándum no sólo mantenía todas las anteriores medidas de austeridad tomadas por los gobiernos anteriores, sino que les agregaba medidas nuevas, más profundas y humillantes. Entre ellas el recorte de pensiones, el aumento de edad jubilatoria, y lo más difícil de digerir: la privatización y entrega al capital extranjero (principalmente alemán) de prácticamente todos los bienes del Estado.

“Todo este paquete de medidas debía ser aprobado sin condicionamientos, lo cual significa tanto en su forma como en su contenido la liquidación de Grecia como nación independiente y soberana.”(Ale Kur, Socialismo o Barbarie, 26/11/2015).

La maniobrade Tsipras para seguir en el poder pese a su traición, fue presentar inmediatamente la renuncia de su gabinete y convocar a nuevas elecciones parlamentarias, que logró ganar. Es que muchos de sus votantes, todavía en estado de shock, creyeron el “verso” de que Tsipras desde el gobierno maniobraría para “moderar” las medidas de genocidio social dictadas por Merkel & Cía. Además de esa ilusión del “mal menor”, no veían una alternativa política viable a la izquierda de Syriza… ni tampocoquerían el regreso de los socialdemócratas o losconservadores que habían aplicado el primero y el segundo de los memorándums del hambre.

Remontando la cuesta

A partir de esa grave derrota –que tuvo ademásrepercusiones muy negativas en el resto de Europa– se ha ido remontando la cuesta. Y, en las dos primeras semanas de febrero, el termómetro marcó una “temperatura” de las luchas y protestas como no se veía desde hace tiempo.

“El 4 de febrero, la huelga general, fue la más importante desde finales de 2011 –señala AntonisNtavanellos, ex dirigente de Syriza que rompió por la traición de Tsipras y hoy encabeza el partidoLaikiEnótita (Unidad Popular – LAE)–. Su primera característica es que hubo huelgas y movilizaciones en todas las ciudades y pueblos de Grecia, grandes y pequeños. Se contabilizaronen todo el país 111 manifestaciones. En islas como Rodas, Corinto y otras más pequeñas, las movilizaciones tuvieron una dimensión desconocida hasta ahora. Un factor en eso ha sido el activismo radical de los agricultores. No se pudo inaugurar la tradicional feria de Tesalónica. La policía se vio desbordada y la feria fue ocupada por campesinos encolerizados… [El ministro de agricultura de Tsipras debió salir corriendo.]

“[…] En Atenas, la manifestación reunió más de 80.000 personas. Además, como es habitual, PAME, la organización colateral del KKE (PC), se manifestó aparte, reuniendo cerca de 20.000 manifestantes.

“Los componentes de la movilización muestran el surgimiento de unbloque social que se opone a las medidas gubernamentales… Para sectores enteros de la sociedad, lo que está en juego es su supervivencia. La determinación de los agricultores, o de quienes ven que sus pensiones se pueden reducir un 40%, es cada vez más firme.”[1]

Un cuadro similar pinta Andreas Sartzekis, de la OKDE-Spartakos (integrante de Antarsya) y corresponsal en Atenas de “L’Anticapitaliste”:

“Todo lo hacía prever. La jornada de huelga nacional del 4 de febrero fue una de las más masivas de los últimos años. Hizo recordar la inmensa movilización que en la década pasada obligó al gobierno del PASOK a archivar su proyecto de liquidación de la seguridad social.

“Frente a la catástrofe que representa el proyecto del gobierno de Syriza sobre los pensionados (jubilados), han comenzado en todo el país movilizaciones muy fuertes de diferentes sectores. Los agricultores, además, organizaron bloqueos en varios tramos claves de las comunicaciones del país.

“Pero lo más impresionante fue ante todo la huelga. No sólo por las cifras sino por la amplitud de sectores en paro, desde transportes, puertos y educación hasta los pequeños comerciantes que en todas partes cerraron sus negocios. […] La movilización ha subido también a un nivel superior… Los medios de derecha, hablan de 100.000 en las calles sólo en Atenas…

“[…] En una declaración conjunta, Antarsya y LAE llamaron a impulsar y coordinar una gran ola de huelgas, en la perspectiva del no pago de la deuda y la ruptura con la política de los patrones, de los bancos y la Unión Europea.”[2]

El paro general no llegó solo: “la nueva normalidad”

Pero quizás lo más importante es que el paro general del 4 de febrero no llegó solo. Antes y después, casi no ha pasado un día de febrero en que no haya sucedido algo, alguna protesta, paro u otras luchas.

Así, el 4 de febrero fue precedido por una ola de huelgas contra el ataque al sistema de pensiones y otras demandas, por ejemplo de los portuarios contra las privatizaciones de puertos. ¡Hubo hasta huelgas y manifestaciones de abogados y notarios (escribanos)!

Todo esto fue decisivo para que los burócratas sindicales repitiesen la maniobra de convocar un paro de 24 horas para “descomprimir”, no como inicio de un plan de lucha en crecimiento.
Sin embargo, esta vez el truco no fue del todo eficaz. Después del 4 de febrero, Atenas, Tesalónica y otros puntos, vivieron nuevas jornadas de agitación y protestas.Al principio, los protagonistas principales fueron los agricultores, que convergieron en Atenas marchando desde diversas localidades donde “nunca pasaba nada”. Durante varios días se sucedieron no sólo marchas y concentraciones, sino también violentos choques con la policía, que varias veces fue corrida de las calles.

El lunes 15 de febrero, los dockers de Atenas (Pireo) y Tesalónica volvieron otra vez a la acción, con paros y manifestaciones. El mismo día, los empleados públicos iniciaron una semana de protesta. Pero esos no son los únicos paros programados. Van a realizar huelgas con movilizaciones desde los tripulantes de ferry boats hasta las asociaciones de abogados y tribunales, pasando por los maestros y profesores de primaria y secundaria.

Según reconoce el diario de derecha, Ekathimerini, esto irá agravándose, porque ha comenzado a tratarse en el parlamento la infame legislación sobre las pensiones. Una columnista de ese diario, furibunda por tanto “desorden”, se indigna de que ya no se puede circular tranquilamente por las calles cercanas al parlamento y la plaza Syntagma porque están llenas de manifestantes con “caras distorsionadas por la rabia” (textual), carpas de acampantes, y piedras y vidrios rotos de las botellas que arrojan a la policía. Esta sería, según ella, “la nueva normalidad” de Atenas… algo evidentemente intolerable.[3]

Notas:

1.- AntonisNtavanellos et Charles-André Udry, «Tsipras devant ‘l’effondrement’, la mobilisation générale du 4 février et ses implications», A l’encontre, 08/02/2016.

2.- Andreas Sartzekis, «Grèce : «Ce projet de loi, ne vous avisez pas de le sortir du fond de vos tiroirs !»», L’Anticapitaliste, 07/02/2016.

3.- Maria Katsounaki, “The New Normal”, Ekathimerini, 13/02/2016.

 

Una alternativa de izquierda y verdaderamente socialista, que llene el vacío

Este “clima” tiene su correlato en lo que se esboza como un derrumbe político-electoral de la actual Syriza. Las encuestas le dan menos de un 15% de intención de voto, si hoy se realizaran elecciones parlamentarias.

No es sorprendente. El Primer Memorándum incineró a los “socialistas” del PASOK. El Segundo Memorándum, hizo lo mismo con los conservadores de Samaras. Ahora le toca al “izquierdista” Tsipras y a los restos de Syriza, que están aplicando el Tercer Memorándum.

Otra dato político importante es que los neonazis de Amanecer Dorado no habrían logrado capitalizar mucho la crisis por derecha, ni en especial la cuestión de los refugiados que es hoy su gran tema de agitación racista.

Un hecho a subrayar es esa caída política de Tsipras. De profundizarse, comienza a abrirse un espacio, una oportunidad para una alternativa realmente de izquierda, que enfrente a la burguesía griega y al dominio semicolonial de la Unión Europea.

Sin embargo, esto no resuelve de por sí que el espacio dejado por la incineración de Tsipras y Syriza, sea ocupado automáticamente por la izquierda. Los sirvientes políticos del gran capital (y en este caso de la Unión Europea) son piezas descartables. Se incinera uno, y ya está el reemplazo preparado… que no implicará una mejoría, sino algún Cuarto Memorándum.

En el caso de Grecia, la burguesía griega y la UE van a aprovechar todo lo posible al miserable Tsipras, para que realice el “trabajo sucio”. Por ahora, dicen expresamente que no quieren moverlo. ¡Les viene muy bien que todo lo haga un personaje endiosado por muchas corrientes como modelo mundial de la “izquierda del siglo XXI”! Pero ya hay candidatos haciendo fila para el reemplazo, por ejemplo, los liberales de To Potami e incluso los “nuevos rostros” de los conservadores de Nueva Democracia, que se han desembarazado de Samaras.

Por todo eso, junto con promover la más amplia unidad de las luchas obreras y populares para derrotar al gobierno de Tsipras, la izquierda consecuente tiene planteada la necesidad de un reagrupamiento político de todos los que quieran enfrentar sin concesiones a la UE y sus sirvientes de la patronal griega. Esto no puede ser la reedición del reformismo posmoderno que terminó en la vergüenza de Syriza. Tampoco puede ir a la lucha encadenado en otro programa de sumisión a la UE y la eurozona, que hizo a Syriza impotente desde su inicio.

En esta perspectiva, un obstáculo importante sigue siendo la secta stalinista del KKE (Partido Comunista Griego), que tiene como principio el de dividir toda iniciativa de organización y lucha, como hizo el 4 de febrero con las manifestaciones de protesta. Pero su demagogia “izquierdista” quedaría al desnudo frente a un reagrupamiento que dé una pelea consecuente a la UE y sus servidores griegos.

 

 

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