Por Víctor Artavia



 

“Este país tiene doble moral, mientras que en Europa y los países consumidores dicen que somos un estado social de derecho democrático, en la práctica los trabajadores no tienen derecho ni de hablar de un sindicato”

El pasado 30 de enero, una delegación del Nuevo Partido Socialista (NPS) nos desplazamos a Guápiles para sostener un intercambio de opiniones con Didier Leitón, dirigente del Sindicato de Trabajadores de Plantaciones Agrícolas (SITRAP), alrededor de las dificultades que conlleva la formación de sindicatos en la empresa privada en Costa Rica.

Recordemos que, producto de la derrota de la clase obrera en la guerra civil de 1948, la Junta Fundadora de la Segunda República (encabezada por José Figueres) destruyó el 80% de los sindicatos existentes, muchos de los cuales se forjaron durante los años veinte y treinta del siglo XX. A partir de este momento, en el país se instaló una «dictadura de las patronales» en la empresa privada que, por cerca de setenta años, se ha encargado de perseguir a los trabajadores y trabajadoras que se organizan en sindicatos.

Lo anterior deja en claro la “doble moral” que impera en Costa Rica: mientras los gobiernos burgueses se «vanaglorian» de que el país es democrático, en realidad es profundamente anti-democrático al impedir que la gran mayoría de la clase trabajadora que labora en la empresa privada (un 86%), se organice colectivamente para defender sus intereses y reivindicaciones. Esto desnuda el verdadero rostro de la democracia de los empresarios, que no le ofrece a la clase trabajadora ninguna perspectiva para romper con su condición de explotación y opresión: ¡vote como individuo, pero tiene prohibido organizarse como trabajador!

Desde el Nuevo Partido Socialista (NPS) consideramos que es una tarea estratégica la organización sindical de la clase trabajadora de la empresa privada en Costa Rica. Por este motivo nos sumarnos de lleno a la campaña de solidaridad con la huelga de trabajadores y trabajadoras de la hacienda La Luisa de Sarchí, experiencia que enriqueció muchas de nuestras apreciaciones sobre la dinámica de los conflictos recientes en la empresa privada. Pero, además, es de nuestro interés conocer las experiencias de sindicalización en este sector, lo cual nos motivó a concertar esta cita con Didier Leitón. La siguiente entrevista es producto de esa conversación.

 

Víctor Artavia (VA): Nos puedes comentar qué es el SITRAP, ¿Desde hace cuánto existe? ¿En qué sector trabajan?

Didier Leiton (DL): El sindicato SITRAP nace en 1972. Nació como una organización clasista, impulsando la convención colectiva en las plantaciones bananeras en el Caribe de Costa Rica. Enfrentó los difíciles años 80, en la Guerra Fría, y logró sobrevivir a la gran arremetida antisindical. En aquel momento, un acuerdo político empresarial se puso de acuerdo para eliminar/desaparecer los sindicatos bananeros.

SITRAP logró sobrevivir y durante muchos años el sindicato se mantuvo trabajando en la clandestinidad. En los años noventa se retoma el trabajo sindical efectuando algunos tipos de organización más flexible para lograr sobrevivir y también denunciando internacionalmente la política institucional que hay en este país para no permitir el desarrollo de los sindicatos. Eso junto a otras acciones de carácter legal y denuncias ante la OIT y otras instancias internacionales, pudimos ir avanzando.

 

SITRAP hoy día cuenta con alrededor de 1200 trabajadores sindicalizados. Trabajamos en los cantones de Pococi, Guácimo, Siquirres y Matina. Manejamos trabajadores en empresas como Dole, Standard Fruit Company de Costa Rica, Corporación de Desarrollo Agrícola Del Monte, Grupo ACON (una empresa de capital costarricense muy grande, casi más grande que las transnacionales) y otras pequeñas empresas como Bananera Calinda, que es de un político reconocido de este país: Antonio Álvarez Desanti.

Todas estas empresas tienen entre si una gran competencia por el mercado internacional pero en materia de persecución sindical tienen una misma línea: no permitir los sindicatos bananeros. Buscan muchas formas para no permitir que los sindicatos se desarrollen. Esas formas consisten en despidos de trabajadores sindicalizados, muchas veces despidos masivos, infundir el miedo, amenazas, coacción, sobornos, desmejoras salariales a los trabajadores que se sindicalizan o el despido de los familiares de los trabajadores sindicalizados. Todo esto para que los demás trabajadores vean que estar sindicalizados tiene repercusiones graves.

Es una batalla dura la que tenemos que enfrentar, sin embargo, estamos creciendo, hemos abierto brecha, hemos hecho camino. Hemos logrado obtener muchas y muy buenas sentencias de la Sala Segunda en beneficio de la clase obrera, creando muy buena jurisprudencia que indica que para despedir a un trabajador sindicalizado las empresas deben tener mucho cuidado. Creo que el avance nuestro es bastante importante en la organización sindical.

 

VA: El país se presenta como democrático, pero cuando vemos la sindicalización en el sector privado vemos que hay mucha persecución. ¿Consideras que hay libertad sindical en este país?

DL: Primero hay que decir que el tema de la persecución sindical en este país es institucionalizada. No hay a donde recurrir. El Ministerio de Trabajo no tiene las condiciones mínimas para defender y tutelar los derechos de los trabajadores, no tiene poder político. Incluso las empresas se burlan del ministerio, no llegan a las conciliaciones y cuando llegan irrespetan gravemente a los funcionarios, no escuchan ni acatan las recomendaciones que les dan.

La persecución sindical es cosa de todos los días en este país. Este país tiene doble moral, mientras que en Europa y los países consumidores dicen que somos un estado social de derecho un país democrático, en la práctica los trabajadores no tienen derecho ni de hablar de un sindicato. Muchas veces los trabajadores se organizan un lunes y ya el martes están despedidos. No hay libertad sindical. Las empresas impulsan otras formas de representación laboral controladas por ellos. Financian organizaciones como la Escuela Social Juan XXIII o Paz Social, que según ellos son organizaciones que impulsan el solidarismo pero en la práctica lo que hacen es hacer anti sindicalismo. La libertad sindical en este país no existe desde hace tiempo.

 

VA: ¿Tienes algún cálculo de cuántos afiliados han despedido por persecución sindical?

DL: Nosotros hemos hecho algunos recuentos, pero las planillas de los sindicatos son muy cambiantes. En un año puede haber cien trabajadores y el otro año ya no están esos cien, los han despedido, han aceptado las presiones de la empresa, se han dejado persuadir.

Hace un tiempo hicimos un recuento y en los últimos 10 años, quizás un poco más, por SITRAP han pasado más de 2 mil trabajadores, o sea, trabajadores que estaban en el 2000, 2001, 2002 o 2003 ya no están y muchos de ellos es porque han sido despedidos en grandes cantidades. Por ejemplo en el Grupo ACON, vimos que en un corto plazo, entre 2006 y 2008 perdimos más de 100 afiliados. Entonces sí, perdemos muchos trabajadores sindicalizados por esta persecución sindical.

 

VA: ¿Los sindicatos del sector público muestran algún apoyo hacia los procesos de sindicalización en la empresa privada?

DL: Siempre nos hemos quejado que a los sindicatos del sector público no les interesa apoyar o impulsar los procesos de sindicalización del sector privado. No podemos decir que todos, ya que en nuestro caso hemos recibido algún apoyo de ANEP (Asociación Nacional de Empleados Públicos), pero solo ese, ningún otro ha querido apoyar de alguna forma. Como que no están interesados en el tema de la sindicalización en el sector privado.

 

VA: El Ministerio de Trabajo ¿qué rol cumple es estos procesos? ¿Es un aliado de los trabajadores o está más próximo a las empresas?

DL: Siempre hemos sostenido que el Ministerio de Trabajo, al menos algunos funcionarios, responden más a los intereses de las empresas que a los de los trabajadores. Reciben presiones del sector patronal y ellos las obedecen.

 

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