Temas: ,

 

Más allá del balance estrictamente político del resultado electoral con todas sus implicancias, temas que se desarrollan aparte en esta edición, vale la pena mirar con cierto detalle los números de la votación, dado que por sí solos son reveladores de tendencias que ya habían asomado en las PASO y en octubre.

Lo primero que salta a la vista con sólo mirar el mapa de la Argentina es que, tal como había ocurrido en octubre, pero con un mejor resultado para Macri, los dos candidatos se reparten dos zonas geográficas, pero también sociales y económicas. Macri ganó en todo el centro del país (Capital Federal, Entre Ríos, La Pampa, Córdoba, Santa Fe, San Luis y Córdoba) más dos provincias del norte (La Rioja y Jujuy). Scioli ganó en el Noroeste (salvo las provincias citadas), el Noreste, la Patagonia y Buenos Aires.

Sin embargo, el azul que pinta la provincia de Buenos Aires es engañoso y da mucha tela para cortar. Macri ganó en seis de las ocho secciones de la provincia, incluyendo todo el interior, por lo que el mapa de toda la franja centro del país debería ser de un amarillo uniforme. Scioli sólo ganó en el Gran Buenos Aires (Primera y Tercera Sección Electoral).

Pero incluso allí hay observaciones para hacer. Por ejemplo, Scioli ganó todo el norte y oeste del Gran Buenos Aires por sólo 80.000 votos. La única victoria clara de Scioli fue en la Tercera Sección (sur del conurbano), donde llegó al 58% y le sacó casi 600.000 votos a Macri. Dentro del Gran Buenos Aires hay diferencias muy marcadas. Por ejemplo, en el llamado “tercer cordón” (distritos como Merlo, Moreno, Matanza, Almirante Brown, Florencio Varela) Scioli superó holgadamente el 60%, mientras que en el “primer cordón” Macri ganó (Morón, San Martín, Tres de Febrero y casi toda la zona norte, además de La Plata y Berisso) o perdió por muy poco (Avellaneda, Lanús).

A la postre, esa no muy abultada diferencia lograda en el conurbano, sobre todo el sur, fue lo que le permitió a Scioli ganar el conjunto de la provincia clave de la elección por apenas 200.000 votos. Teniendo en cuenta que la elección nacional se definió por sólo 700.000 votos, y que la provincia de Buenos Aires fue tradicionalmente el bastión del peronismo y casi el 40% del padrón total, muchos desprenden la conclusión de que Scioli perdió la presidencia en territorio bonaerense. El argumento tiene fuerza (por ejemplo, Scioli le descontó más votos a Macri en Santiago del Estero que en la provincia de Buenos Aires, ver cuadro), pero no termina de dar cuenta de los hechos.

 

Macri sedujo a las clases medias urbanas

 

A nuestro juicio, hay otros vectores que son tan o más importantes que el flojo desempeño del candidato del FpV en la provincia que gobernó durante ocho años. Son esencialmente dos: la hegemonía que consiguió Macri en el conjunto de la zona más rica, desarrollada y poblada del país y, vinculado a esto, el vuelco masivo de las clases medias urbanas de todo el país al candidato de Cambiemos, que arrastró, por supuesto, también a una franja minoritaria pero importante de los trabajadores asalariados.

El primer aspecto, la distribución del voto según la geografía económica del país, ha sido descripto por algún analista pro Macri, con un grano de verdad y una montaña de mala fe, como “el triunfo de la Argentina productiva sobre la Argentina subsidiada”. El grano de verdad es que la “Argentina productiva” agrícola, es decir, los productores del campo que protagonizaron la rebelión patronal de 2008, está masivamente del lado de Macri, mientras que las provincias del sur y sobre todo del norte, que tienen menos perfil productivo y que dependen más de la asistencia del Estado nacional para sostenerse (por eso el FMI las consideró siempre “inviables”), se inclinaron por Scioli.

Lo tramposo de este análisis es que el aluvión de votos para Cambiemos no vino de inexistentes millones de productores agrícolas, sino de amplios sectores de clase media urbana que en general no tienen ninguna relación directa con el tejido productivo, y que definen su voto muchas veces no tanto por la marcha de la economía sino por criterios más ideológicos (la “seguridad”, el odio clasista a los “planeros”, “la yegua” y motivos gorilas similares). Y, por otro lado, el voto a Scioli se nutrió, por lo menos en el Gran Buenos Aires, sobre todo de los trabajadores, incluidos los más “productivos” de todos, los industriales.

Esa línea de falla explica también por qué incluso en las provincias donde ganó Scioli Macri haya ganado o acortado distancias en las capitales y las ciudades importantes. Por ejemplo, Scioli se impuso en Salta, Tucumán, Catamarca, Corrientes, Misiones y San Juan, pero perdió en todas las capitales de esas provincias, que albergan sin excepción franjas de clase media que decidieron su voto con directrices no muy distintas a las de sus congéneres de clase de Villa Urquiza, Ramos Mejía o Córdoba capital. Claro que allí, a diferencia del conurbano y del cinturón industrial de Córdoba o Rosario, casi no existía el contrapeso de voto de trabajadores, salvo los estatales y poco más. Además, en la mayoría de los casos la ventaja para Macri en las grandes ciudades del interior fue holgada; la única ciudad importante del país donde Scioli perdió por poco fue Rosario.

 

 

Marcelo Yunes

 

Dejanos tu comentario!