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El domingo pasado Macri y Scioli protagonizaron el esperado debate rumbo al balotaje. Si el primero pareció más a la ofensiva en el primer tramo de la compulsa, el segundo logró en parte instalar, en la segunda parte, la idea de que con Macri se viene un ajuste que él pretende no llevará adelante.

 

Lo que dejó el debate presidencial

 

La realidad es que ambos contendientes mintieron frente a las cámaras: Macri, porque la devaluación y ajuste anunciados por sus economistas es un secreto a voces que se espera para la misma noche del 10 de diciembre (los mercados ya se han acomodado a esta expectativa, el turismo está paralizado por falta de financiamiento y determinados productos están creciendo para alinear los precios con el nuevo dólar PRO).

Scioli porque, aunque diga que con él no ocurrirá ajuste alguno, los desequilibrios son tales que el mismo mercado se lo impondrá. No hace falta recordar que el país ha vivido devaluaciones de dos tipos: las anunciadas desde arriba, o las que se impusieron por la vía de los hechos.

Claro que el ajuste y la devaluación podrían evitarse, pero esto requeriría tomar medidas revolucionarias que ni Macri ni Scioli, está claro, están dispuestos a llevar adelante: ambos con candidatos de los empresarios, no de los trabajadores, aunque busquen formas distintas de llevar adelante el engaño.

Luego está el problema de los pronósticos. Ambos contendientes salieron a anunciarse como “ganadores” del debate; sin embargo, analistas menos cooptados y algo más lúcidos reconocieron que tanto Macri como Scioli tuvieron sus luces y sus sombras: ocurrió una suerte de empate que no parece haber movido demasiado el amperímetro.

De todas maneras, quizás en las últimas horas se esté viviendo una remontada del candidato del FpV. Es que el macrismo cometió el error de anunciar, muy suelto de cuerpo, que liberará el cepo en cuanto asuma Macri. El propio Macri reconoció que haría esto inmediatamente después de asumir.

Pero el caso es que semejante medida en las condiciones de angustiosa falta de dólares en el Banco Central, inevitablemente llevará para arriba la divisa. Es por esa brecha que se metió el sciolismo para intentar contragolpear en una campaña en la que venía prácticamente en la lona.

La denuncia del “ajuste que viene con Macri” pasó a ser la divisa unificadora del sciolismo y el kirchnerismo, razón por la cual, a estas horas, el ex motonauta parece haber recortado en algo la distancia con el todavía jefe de la Ciudad.

Si esto alcanzará para revertir la elección, es muy dudoso. Parece haber una inercia social muy grande de repudio a los K para que pueda ser revertida a estas horas.

De todas maneras, en las circunstancias de que el pasado 25 de octubre, en la primera vuelta, fracasaron todas las previsiones, conviene tener cuidado y no adelantar ninguna definición categórica.

En todo caso, nos parece que el debate presidencial dejo argumentos por demás para redoblar en estos últimos días la campaña por el voto en blanco, que de expresarse de una manera no marginal, sería un interesante factor de deslegitimación del ajuste que viene.

Un factor adverso, sin embargo, para esta dinámica, ha sido nuevamente la criminal división promovida por el FIT, que no fue siquiera capaz de convocar en torno suyo a realizar en común esta campaña tan importante a organizaciones como la nuestra, que compartimos con el frente de izquierda un terreno general de clase en común.

A continuación sigue el material que hemos estado repartiendo masivamente estos días en puertas de fábrica, estaciones de tren, barriadas populares y lugares céntricos para multiplicar la campaña por el voto en blanco desde una perspectiva de independencia de clase.

 

Dividirnos detrás de uno u otro candidato patronal…

 

El resultado de la primera vuelta sorprendió a todos. La diferencia entre Scioli y Macri fue mucho más estrecha de lo que se esperaba, haciendo que el peronismo perdiera incluso en su bastión, la provincia de Buenos Aires, y demostrando que la bronca contra el gobierno K no se limita a la clase media que quiere comprar dólares, sino que fue creciendo también en parte de la clase trabajadora.

El kirchnerismo quiere explicar esto diciendo que, como bajo su gobierno la gente llegó a estar tan bien, se olvida de lo mal que estábamos en los 90 y se vuelve “de derecha”. También se ha lanzado a una campaña rabiosa contra la izquierda que llama a votar en blanco.

Por su parte, Macri quiere hacer creer que él es “lo nuevo, la esperanza” y generalidades por el estilo, para ocultar que su gobierno será un agente directo de las patronales para bajar nuestros salarios y aumentar el desempleo.

La realidad es que fue el propio gobierno K el que le pavimentó la calle a Macri, a medida que su discurso sobre “la inclusión” y “la ampliación de derechos” se fue pareciendo cada vez menos a la realidad que viven los trabajadores: salario promedio de 6.500$, precarización generalizada para los jóvenes, escuelas que se derrumban encima de chicos que no aprenden nada y maestras que no pueden enseñar nada.

Para colmo, los repetidos “retos” de la presidenta por cadena nacional tratando de egoístas a los trabajadores que protestan, con toda razón, por el impuesto al salario, porque según ella “no quieren ayudar a los que menos tienen”, le dejaron la pelota picando al macrismo con su discurso gorila de “basta de mantener vagos”.

Los dos sectores más importantes de la política pro-patronal, hoy representados por Scioli y Macri, prefieren que los trabajadores y los sectores populares nos dividamos entre nosotros echándonos mutuamente la culpa de nuestra situación. Según Cristina, los que tienen trabajo son los “privilegiados” de la sociedad y tienen que mantener con parte de su salario a los que no tienen nada. Según Macri, el salario no te alcanza porque te lo sacan los desocupados, que viven en una fiesta sin fin con el único esfuerzo de ir a los actos del gobierno.

Una y otra mentira nos dividen y nos dejan indefensos ante los que de verdad “se la llevan en pala”, que viven de “chuparnos la sangre” en medio del lujo: los dueños de las empresas, minas, bancos, automotrices, que con todos los gobiernos, incluidos los doce años de gobierno K, hicieron fortunas explotando a los trabajadores y haciendo “negocios” truchos con el Estado, cuando no envenenando a la gente y a las tierras y aguas nacionales.

Por supuesto que Macri no quiere que mires a esos empresarios, a esos “vagos vip”, porque él es uno de ellos: su familia se enriqueció gracias a contrataciones con el Estado, igual que los Báez o Cirigliano amigos de los K. Y encima, su familia se endeudó con el exterior durante la dictadura, y después le colgaron esa deuda al Estado. Cada vez que nos exprimen para pagar otro pedacito de esa deuda, le estamos pagando los lujos a Macri y a muchos como él.

Pero entonces, ¿no hay uno mejor que el otro? Si nos ponemos a leer un poco entre los globitos de Macri y las promesas falsas de Scioli, veremos que en este balotaje nos quieren hacer elegir entre dos verdugos de nuestro salario y condiciones de trabajo.

Ambos candidatos y sus futuros ministros de economía consideran que los salarios están muy caros en dólares. El kirchnerismo se escandaliza porque Melconian (el economista de Macri) pide salarios más baratos en divisas, pero oculta que Bein (el economista de Scioli) dijo exactamente lo mismo.

Ambos candidatos consideran que hay que devaluar. Toda la diferencia está en el ritmo de la devaluación. Mientras Macri buscará una fuerte devaluación inicial del 50%, Scioli quiere una devaluación de 20-25% y hacer que llegue a los 13 pesos a mediados de año.

Los dos candidatos prometen a los patrones del campo que van a bajar las retenciones (aunque Scioli quiere bajarlas más todavía que Macri). Pero con el dinero de las retenciones a la exportación se estuvieron sosteniendo, por ejemplo, los subsidios a la luz, el gas y el transporte, que si se disparan a precios de mercado nos van a comer la mitad del sueldo.

El ajuste, venga de la mano de Macri o de Scioli, no es para echar a los ñoquis, ni cambiar planes por trabajo, ni desendeudar al país, ni transparentar la gestión. El ajuste es para aumentar las ganancias de los patrones bajando el salario de los trabajadores, por medio de la devaluación, la quita de subsidios a los servicios y las paritarias a la baja. Y obtener dinero para el Estado endeudando de nuevo al país, deuda que, como la que ya tenemos, vamos a pagar los trabajadores.

 

… O unirnos con el voto en blanco

 

Y el gran tema que nos preocupa a todos: los puestos de trabajo. Aunque ambos candidatos se cuidan muy bien de no tocar el tema, desde el nuevo MAS te hacemos una “predicción”. Los patrones tienen varias armas para lograr que la gente acepte trabajar por un salario que no le alcanza: la represión, los dirigentes sindicales traidores que son expertos en “desinflar” los ánimos de lucha (Caló, Moyano, Pignanelli, etcétera). Pero estas son, por decirlo así, “armas convencionales”.

La bomba atómica, lo único que ha servido para que los trabajadores agachen la cabeza por años, es la amenaza de la desocupación. Cuando los patrones piden “recuperar la competitividad”, “alentar a los inversores”, lo que están diciendo es esto: déjennos despedir en masa, así los que quedan van a aceptar salarios de miseria y trabajar el doble.

Gane el que gane, se viene un ataque al salario y a nuestras condiciones de vida. Podemos votar a uno u otro candidato mientras nos persignamos rogando que no nos reviente demasiado…

O podemos empezar uniéndonos en el voto en blanco contra el ajuste.

Un buen porcentaje de votos en blanco (o anulados, o lo que te guste más) no va a significar que “no participamos” o “nos lavamos las manos”, como nos quiere hacer creer el kirchnerismo. Va a significar un rechazo activo a dos opciones que se parecen demasiado, porque las dos, con más o menos “anestesia”, apuntan a lo mismo: resolver una crisis económica haciéndosela pagar a los trabajadores, a las mujeres y a la juventud, para salvar a los patrones.

Decimos “empezar” por votar en blanco, porque a esa decisión independiente le tiene que seguir otra: hay que salir a pelear. Nuestro destino desde el año que viene no se va a jugar en una urna, sino en la lucha contra los patrones y el próximo gobierno.

Ya hay muchos trabajadores peleando por sus puestos de trabajo y sus salarios, porque, aunque lo quisieron estirar lo más posible hasta después de las elecciones, los aprietes ya empezaron y los compañeros se están defendiendo.

Desde el Nuevo MAS estamos llamando a un Encuentro Obrero para organizar la pelea contra el ajuste y apoyar activamente a los trabajadores de las empresas que despidan o no paguen. Es necesario, porque los dirigentes sindicales lo único que hacen es ofrecerse al mejor postor entre los dos candidatos, y ni hablan de cómo enfrentar el ajuste que viene (¡ya vimos como entregaron el año pasado luchas valientes como las de los compañeros de Gestamp y Lear!).

Votar en blanco y preparar la tercera vuelta social contra el ajuste desde ahora, son las tareas que tenemos por delante.

 

 

 

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