Las divisiones o reacomodamientos de las estructurales sindicales reflejan procesos de crisis política, a veces en las alturas y otras, repercusiones más directas de la lucha entre las clases.

Después del Congreso de la CGT (única en ese momento) que reeligió a Hugo Moyano como secretario general el 8 de julio de 2008, el primero en pegar el portazo fue Luis Barrionuevo, producto de la crisis del campo. Como consecuencia de este mismo cimbronazo político, aunque bastante posterior y después de elecciones donde hubo acusaciones cruzadas de fraude, le siguió en setiembre del 2010 la ruptura de la CTA en dos centrales.

El desprendimiento, en cambio, en el 2012, del sector de Hugo Moyano, líder de un gremio con “chapa” como Camioneros de la CGT oficial, tuvo elementos más combinados. Por un lado, estuvo ligado al inicio del deterioro K en materia económica, lo que llevó al surgimiento de luchas de los trabajadores encabezadas por una nueva generación obrera enfrentada a la burocracia tradicional. Por otro lado, a Cristina ya no le convenía un Moyano con tanto poder, que se salía del esquema kirchnerista de mando político único, con veleidades de tener vuelo político propio y con posibilidades de que se le escapase de las manos. Por eso lo dejó “afuera de todo” en el espacio del poder político y rompieron lanzas.

Esta grieta hizo posible el primer paro nacional (CGT Moyano y CTA Micheli) contra los K el 20/11/12, al que le seguirían los paros nacionales del 2014 y el del 2015, que fueron importantes pruebas de fuerzas y expresaron la disconformidad obrera con  el salario, el impuesto al mismo, la precarización, las pésimas condiciones de trabajo.

En este caso, aunque episódico y cero consecuente en la continuidad de verdaderos planes de lucha, podemos afirmar que esta división les permitió a los trabajadores abrir un canal para expresar su bronca y tomar medidas activas como los piquetes.

 

Unidad para cuadrarse ante el futuro gobierno

 

Durante la campaña electoral la burocracia empezó a agitar la bandera de la posible unidad de la CGT. En ese momento parecía que daban por seguro que triunfaba Scioli. Entonces vieron más apropiado cerrar filas para defender las medidas del gobierno peronista. El chubasco del balotaje los dejó helados.

Por ahora han dejado hasta ver “quién es el caballo del comisario”. Puede ser que se “cuadren” juntos ante el presidente peronista si gana Scioli o se mantengan más cautelosos y un poco menos “oficialistas” si gana Macri.

Igualmente, la posible unidad que están evaluando es para prepararse para defender las medidas del gobierno, no para enfrentarlas. Ellos mismos no dejan dudas: “Por su parte, el moyanista Abel Frutos (Panaderos) sostuvo que el objetivo es ‘pararse frente al próximo Presidente, sea quien sea, con una agenda común de los trabajadores ante un momento del país que se percibe complicado con un ajuste que se viene’. A su vez, Frutos evaluó que ‘la unidad del sindicalismo es una necesidad, está avanzando y es algo que también le conviene al próximo Presidente que asuma’”. (Minuto1, 21/10/15, negritas nuestras). Clarísimo Frutos: que las “complicaciones” se resuelvan a favor del Presidente y de ustedes, porque la “agenda” que presenten no va a ser resuelta por los trabajadores.

Pero más allá de sus intenciones, éstas pueden modificarse si los reclamos y las protestas obreras caldean los motores. En ese caso, los burócratas, por más que “estén vestidos de seda y monos sean” puede ser que se vean obligados a tomar algunas medidas de lucha. Las circunstancias políticas concretas son las que van a determinar fundamentalmente esta posibilidad. Junto con los avances en la organización independiente que son el “terror” de la burocracia sindical.

Medidas de lucha que los trabajadores debemos aprovechar, antes de que los dirigentes millonarios vuelvan a cerrar las compuertas de los diques, para organizarnos y fortalecernos en forma independiente.

Frente a la “unidad de los de arriba” pregonada por la burocracia, debemos repudiarlos votando en blanco en este balotaje. Y preparar nuestra agenda para avanzar en  la unidad de los trabajadores, fortalecernos agrupando al activismo independiente para presentar nuevos delegados y listas en las elecciones sindicales, exigir la convocatoria a un Congreso de Bases, con delegados elegidos en asamblea, que elija una nueva conducción que sea representativa de los trabajadores, no de los empresarios y gobiernos de turno.

Es la única garantía de que podamos frenar el ajuste, las suspensiones y construir nuevas organizaciones a nuestro servicio.

 

Ana Vázquez

 

 

 

Moyano sigue deshojando la margarita

¿“Cambiemos” o no “cambiemos”?: siempre contra la independencia de los trabajadores

 

El dirigente camionero, si bien referentes de su agrupamiento estuvieron en la reunión junto a los dirigentes oficialistas dándole el apoyo al gobernador Scioli, deja en claro que no es hombre de una sola palabra, o por lo menos, de un solo candidato (“…Por ahora no tengo interés de subirme a ningún tren fantasma”, expresó días atrás en el Congreso docente de UDocBA). En el acto que protagonizó el 17 de noviembre frente a la CGT, aunque con un pronunciado tufillo a “Cambiemos”, se cuidó de no llevar al mismo a Mauricio ni tampoco se definió públicamente por apoyarlo con el voto.

Difícil que de acá al domingo agregue alguna palabra o gesto a lo expresado en  el acto, pero este apoyo velado al PRO lo mete en un gran “brete peronista”. Porque lo que está en juego para él no es sólo el cargo en la CGT, sino su ubicación en el aparato del PJ, que se preanuncia como que va a ser una pelea a dentelladas.

“El oficialismo no tiene nada que ver con el peronismo”, expresó. ¿Y Macri sí? Porque si se pronuncia por Macri, queda en una pelea por el aparato peronista por fuera de sus estructuras tradicionales, respondan o no al oficialismo actual. Y él atiende un “kiosco” de un rubro decisivo: una central sindical que es fundamental a la hora de “controlar y sostener” las políticas y los ajustes hacia el movimiento obrero por parte de la burocracia sindical.

Dar ese paso no es lo mismo que inaugurar un monumento a Perón junto a sus pares “Momo” Venegas, Luis Barrionuevo y el líder del PRO. Fue cauteloso porque es un paso que le hace cambiar la camiseta, aunque no cambie de “bando” patronal, y encima, más reaccionario y  antiobrero aún. ¿Dará ese paso? Por ahora lo está pensando (o haciendo que lo piensa) mientras espera el domingo al recuento del balotaje.

Nosotros debemos pensar cómo hacer para sacarnos de encima estos dirigentes.

 

A.V.

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