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“’La gente tiene derecho a la libre circulación’ sostuvo Scioli en declaraciones a Canal 13. Aseguró que de llegar a la Casa Rosada se ocupará de poner ‘orden en las calles’ para ‘no joderle más la vida a la gente’” (La Nación, 10-11-15).

Cuando cerramos esta edición faltan pocos días para el balotaje. Según Poliarquía, Macri marcharía primero con el 48%, mientras que Scioli estaría en el 40% y el voto en blanco e impugnado alcanzaría el 4,7%, una cifra no despreciable. Los votos de Massa se repartirían 60% para Macri y 40% para el ex motonauta, y los del FIT casi por tercios entre el blanco, Scioli y Macri.

De todas maneras, como la propia encuestadora se encarga de adelantar, sería prematuro afirmar que estos resultados serán los del domingo 22. Falta el debate presidencial. Y, además, todavía hay tiempo para golpes de efecto, aciertos u errores que afecten a uno u otro contendiente cambiando el sentido de la votación.

Devaluación 

En todo caso, la novedad de los últimos días es que aspectos sustantivos de la agenda que viene se comenzaron a colar camino al balotaje, agenda que expresa (con Macri o Scioli, lo mismo da) el intento de imponer una legitimidad más conservadora que la que imperó bajo los K.

La cercanía del balotaje parece haber apurado algunas definiciones que anticipan lo que viene después.

Lo primero tiene que ver con la economía. Prat Gay se sinceró cuando afirmó que la devaluación impulsada por Cambiemos ocurrirá en cuanto Macri asuma la presidencia.

Para justificarlo utilizó dos argumentos falsos. Uno, que el dólar “menos utilizado” sería el oficial; que la mayoría de las cotizaciones en uso serían las del dólar blue, tarjeta, paralelo, etcétera. Por lo tanto, la unificación cambiaria que Cambiemos impulsaría inmediatamente después de asumir “no tendría mayores consecuencias”…

Prat Gay no ha cursado primer año de economía o, seguramente, se ha lanzado a mentir deliberadamente. Porque la realidad es muy diferente de lo que ha afirmado: la generalidad de los precios sí se rigen por el dólar oficial, no están “dolarizados”.

La manutención de un tipo de cambio oficial “retrasado” en 9,50$ ha hecho que los productos estén caros en dólares pero “baratos” en pesos, limitando el alcance de la inflación, que no llegaría este año más allá del 20% (¡a no ser que ocurra una maxi devaluación en diciembre!).

Pero en caso de que se unificara el tipo de cambio, en caso de que se devaluara la moneda a un “precio de equilibrio” de 14$ (¡una devaluación del 40%!), hay que dejar de mentir: ¡los precios se dispararían sin remedio reduciendo el salario real de un día para el otro!

Esto nos lleva al segundo argumento mentiroso de Prat Gay: la afirmación de que la devaluación ya habría ocurrido. ¿Sí? ¿Dónde, que nadie se enteró? Esto es falso de toda falsedad. El gobierno lo que ha venido haciendo es “planchar” el tipo de cambio jugándose a postergar la devaluación hasta después de las elecciones, para que el costo político lo pague otro. La limitación de la dinámica inflacionaria durante este año muestra que la devaluación no ha procedido; a esto se suma la presión a la baja de la escalada inflacionaria producto del estancamiento económico.

Se intenta legitimar mentirosamente una medida, una macro devaluación del 40% de la moneda, con el verso de que esta ya habría ocurrido. De todas maneras, más allá del intento de engañar incautos en realidad Cambiemos les tira una “atractiva carnada” sobre todo a las clases medias, amplios sectores de las cuales están dispuestas a dejarse arrastrar hoy detrás de las fantasías del “vil metal”.

¿De qué se trata el asunto? La promesa de que con la eliminación del cepo podrán comprar dólares a gusto y piaccere. Pero esto tiene un “pequeño problema”: quizás ahora resulte que no tienen los pesos suficientes para hacerlo, porque una cosa es comprar divisas a 10$, dejándolas en manos de los bancos un año para luego retirarlas (o pagando un determinado interés para retirarlas inmediatamente), y otra muy distinta es adquirirlas a 14$ la unidad de dólar.

Claro que esto ya no sería responsabilidad del gobierno sino de la “mano invisible del mercado”…

Antipiquetes 

Pero si Cambiemos sinceró la devaluación que viene (¡lo que generó un clima de algarabía en los mercados!), Scioli anuncio medidas represivas.

En declaraciones realizadas el domingo pasado prometió “tolerancia cero” para los piquetes. Paradoja de la vida (¡y de las relaciones de fuerzas subsistentes!), rápidamente debió meter “violín en bolsa”.

Es que en las últimas jornadas se puso al rojo vivo una ocupación de terrenos en Merlo. Desde la gobernación se amenazó con “reprimirla”, pero luego se prefirió tratar de resolver la cosa “políticamente”…

A la ocupación se la está tratando de deslegitimar como si fuera una “maniobra” de un Othacehé en retirada (otro aspecto del relato conservador que se está intentando imponer). Othacehé es un “barón del conurbano”, un ex intendente “vitalicio” que manejó el municipio con mano de hierro durante 24 años, como lo han hecho otros intendentes desbancados (como Cariglino en Malvinas Argentinas, Hugo Curto en Tres de Febrero, etcétera).

Pero de ahí a suponer que el reclamo no es legítimo, es un escándalo. La pobreza en la Argentina ha vuelto a crecer. Sus causas estructurales nunca fueron erradicadas, y esto se puede observar, más que en ningún otro terreno, en el problema de la vivienda.

La ocupación en Merlo (sumada al violento rechazo al intento del nuevo intendente radical de Concepción, Tucumán, de reducir personal), sirve como anticipo de lo que se puede venir después del 10 de diciembre frente a las medidas de ajuste.

Adelantan que no será tan fácil imponer medidas antipopulares. Son, en todo caso, un “baño de realidad” que convendría tener en cuenta cualquiera sea el nuevo gobierno que asuma la presidencia. 

Dónde mueren las palabras 

En el seno de los luchadores, un debate más de fondo se está abriendo paso. Tiene que ver con el final de ciclo que se está viviendo. Que este final está ocurriendo sería necio negarlo. Pero la precisión que hay señalar es que esto no significa, mecánicamente, que las relaciones de fuerzas se modifiquen globalmente sin antes pasar por duras pruebas de la lucha de clases.

Afirmamos esto por razones metodológicas bien fundadas.

Por un lado, ningún ciclo podría ser analizado independientemente de sus “formas políticas”, de los gobiernos a los que ha dado lugar. Y en este sentido, la suma de las tendencias en obra parece mostrar que sí, efectivamente, luego de 12 años está terminando un ciclo político que tuvo una serie de rasgos definidos, al que varias veces se dio por “muerto”, pero que ahora sí parece estar terminando.

La consagración de Macri (o incluso la de Scioli, aunque esté acompañado de más contradicciones) buscará legitimar una serie de políticas, un conjunto de “representaciones colectivas” que poco tienen que ver con las que fueron dominantes en la última década.

Sin embargo, hay otra dimensión que no tiene que ver solamente con el gobierno (¡aunque, atención, todo gobierno es una expresión “concentrada” de determinadas relaciones de fuerzas!): nos referimos a las relaciones de fuerzas en el terreno concreto de las luchas.

Ocurre que, por definición, un evento electoral es una manifestación distorsionada, indirecta, de esta misma lucha de clases que de todas maneras, para hacerse valer, debe ser probada en el terreno mismo de la lucha.

Por ejemplo: cuando Scioli habla de “tolerancia cero para los piquetes”, es evidente que esto deberá ponerse a prueba luego de la elección, gane él o Macri.

Por razones bien fundadas, el kirchnerismo, aunque reprimió tupido muchas veces, de todas maneras fue generalmente muy cuidadoso en materia represiva, comportamiento que fue un tributo a las relaciones de fuerzas forjadas con la crisis del 2001 y ratificadas, por ejemplo, en eventos como el asesinato en el Puente Pueyrredón de Kosteki y Santillán en junio del 2002 y que terminaron eyectando del cargo a Duhalde, que se vio obligado a convocar a elecciones anticipadas.

De dicha experiencia, los K sacaron la conclusión de que era mejor, menos riesgoso, ir reabsorbiendo lentamente la rebelión popular, en vez de enfrentarla de lleno amenazando con ser desbordado por un proceso de radicalización de la pelea.

Scioli argumenta que ahora “las condiciones han cambiado”, que los piquetes “no se justifican más”. ¿Quiere decir que van a comenzar a reprimir los cortes de ruta u otras manifestaciones de pelea?

De ser así, se van a poner en juego las relaciones de fuerzas, y eso es lo que dará la medida exacta del fin de ciclo que se está viviendo.

Si se les pone fin a los piquetes, si se logran imponer grandes derrotas, si pasan despidos en masa, reducciones siderales de salarios, aumentos brutales de tarifas, etcétera, entonces sí se podrá decir que se ha impuesto, globalmente, otra relación de fuerzas.

Esto es lo que quiere la patronal. A eso se le llama “normalizar” el país. En todo caso, la nueva legitimidad que se está creando mediante el proceso electoral, habrá que ver si le alcanza a la patronal para sus objetivos: como una palanca privilegiada para modificar, de conjunto, las relaciones de fuerzas heredadas.

Multipliquemos la campaña por el voto en blanco 

Mientras tanto, lo que estamos detectando en la actividad de nuestro partido, es cómo ha crecido el sector que se manifiesta por votar en blanco. Esta es una buena noticia que muestra que existe una franja que sigue, esencialmente, a la izquierda en el planteo de que ni Macri ni Scioli serán una solución y no cae en la trampa de votar “lo menos malo”.

Lamentablemente, el FIT se ha negado a darle a esta expresión toda la extensión que podría tener. Han realizado una conferencia de prensa por su lado, sectaria, no llamando a nadie más, aunque, sorprendentemente, no han emitido una declaración común…

Lo que parecen querer no es agrupar a los más amplios sectores para que el voto en blanco sea más contundente, sino decir algo así como “el voto en blanco es mío” y punto.

En todo caso, la campaña por el voto en blanco está creciendo, lo mismo que va imponiéndose en la vanguardia la necesidad de poner en pie un gran encuentro de trabajadores para enfrentar el ajuste que se viene; de ahí que revista gran importancia el corte de Panamericana y 197 que se realizará el próximo martes 17 en camino a la realización del próximo preencuentro obrero en zona norte, que se llevará a cabo el sábado 12 de diciembre.

Es en este contexto, para preparar a nuestro partido hacia los grandes desafíos que están por delante, hacia los choques de clase que están planteados y para armarnos políticamente frente a los rasgos del nuevo ciclo que se inicia, realizaremos en el hotel Bauen, el sábado y domingo 5 y 6 de diciembre, un gran plenario nacional de cuadros con delegaciones de todo el país, al que invitamos a participar a nuestros simpatizantes en su barra.

Manos a la obra, a realizar en este tramo final una gran campaña por el voto en blanco, a poner en pie un gran encuentro de trabajadores y a participar desde todo el país en el Plenario Nacional en el Bauen.

 

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