Por Claudio Testa


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A principios de semana, el Parlamento de Catalunya aprobó (por 72 votos a favor y 63 en contra) una “Resolución” que ha tenido una amplia resonancia no sólo en el Estado español sino también mundialmente. Lo votado dispone, entre otros puntos:

* “[…] El inicio del proceso de creación de un Estado catalán independiente en forma de República…

* “[…] Iniciar en el término máximo de 30 días la tramitación de las leyes de proceso constituyente, de seguridad social y de hacienda pública…”

* Que “…este Parlament y el proceso de desconexión democrática no se supeditarán a las decisiones de las instituciones del Estado español, en particular del Tribunal Constitucional, a quien considera deslegitimado y sin competencia desde la sentencia de junio de 2010 sobre el Estatuto de Autonomía de Catalunya, votado previamente por el pueblo en referéndum…”

* “Adoptará las medidas necesarias para abrir este proceso de desconexión democrática, masiva, sostenida y pacífica con el Estado español…”

* “Declara la voluntad de iniciar negociaciones para hacer efectivo el mandato democrático de creación de un Estado catalán independiente en forma de República, y asimismo lo pone en conocimiento del Estado español, de la Unión Europea y del conjunto de la comunidad internacional.”

La prensa internacional, y por supuesto, en primer lugar, la del Estado español, ha comentado en todos los tonos este hecho.

Esos comentarios van desde las pinturas apocalípticas –comparando esto con el alzamiento armado de 1934, encabezado por Lluís Companys, que intentó proclamar el Estado Catalán–, hasta otros que dicen “no pasa gran cosa”

Por supuesto, no estamos en esos años revolucionarios, de organización y de grandes  movilizaciones (frecuentemente armadas) de las masas obreras y populares… y también de los burgueses y pequeñoburgueses fascistas…

Pero aunque la presente crisis política de Catalunya se desarrolle –hasta ahora– como una pelea “por arriba”, muy lejos del nivel de radicalidad de las luchas políticas y sociales de esa época, tampoco hay que subestimar su gravedad potencial.

El voto de esa “Resolución” surge además de diversos problemas que enfrentan los dos bloques

independentistas del Parlament, la coalición Junts pel Sí (JxS) –que agrupa a Convergència Democràtica per Catalunya (CDC), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural– y la Candidatura d’Unitat Popular (CUP), independentistas de izquierda, que se reclaman “anticapitalistas” y proponen también el enfrentamiento a la Unión Europea y la Troika.[1]

Esta “Resolución” conjunta es evidente que fue impuesta por la CUP a Junts pel Sí. Está copiada casi textualmente del programa de la CUP para las elecciones del 27 de septiembre. Y JxS habría firmado esa Resolución “extremista”, porque necesitaba desesperadamente los votos de la CUT para hacerse con el gobierno y la presidencia de la Generalitat… Pero finalmente la CUP se negó en redondo a votar por Artur Mas, el candidato de Junts pel Sí… Y, a partir de allí, los dos agrupamientos independentistas se enzarzaron en una pelea… mientras, desde Madrid, Rajoy les declaraba la guerra a ambos…

 

Algunos datos para entender la cuestión

 

En primer lugar, en las elecciones al Parlament catalán del 27 de septiembre –que fueron una suerte de referéndum sobre el tema independencia–, la suma de votos de los partidarios de la ruptura con Madrid (JPS + CUP) obtuvo el 47,8 %. Es decir, no logró superar el 50%. Pese a ello, entre Junts pel Sí y la CUP, tienen mayoría de diputados en el Parlament.

Además, Junts pel Sí, aunque tuvo más votos que la CUP, logró menos de los que esperaba. Junts pel Sí salió en crisis de esa elección del 27 de septiembre, mientras la CUP daba un salto electoral que le permitió pasar de 3 a 10 diputados.

Esa crisis de Junts pel Sí se agrava con las denuncias de que Artur Mas –la gran figura de Convergència y en cierta medida el iniciador del actual proceso independentista– está complicado en hechos de corrupción, como recibir “comisiones” del 3% en obras contratadas por la Generalitat. Además es detestado por amplios sectores como gestor de las políticas de austeridad y recortes.

La crisis política se trasladó al nuevo Parlament electo en septiembre. Hasta ahora, no se ha logrado mayoría para formar un gobierno de Catalunya. Junts pel Sí tiene 62 diputados y hacen falta 68. La CUP podría aportar 10 diputados, pero se niega –y con razón– a votar por Artur Mas. Según la diputada de la CUP, Anna Gabriel, “hay que dejar la Catalunya subordinada (al Estado español), pero también la Catalunya de los recortes y de la corrupción»… que obviamente identifica con el líder de Convergència.

Es en medio de esa pelea (por arriba) entre la derecha y la izquierda independentistas, votan juntos un “programa máximo”: “la creación del Estado catalán independiente en forma de República» para no se sabe cuándo… pero hoy no logran constituir un gobierno de Catalunya!!

Esa pelea entre los dos agrupamientos independentistas llegó a su pico el martes 11: Junts pel Sí presentó al Parlament la candidatura de Artur Mas y perdió por 73 votos a 62. La CUP votó en contra… junto con los partidos “españolistas”.

A eso se agrega que el 20 de diciembre son las elecciones al Parlamento español. ¡La polarización frente a Madrid vuelve a ser tema decisivo para los sectores que sostienen la independencia! Pero, al mismo tiempo, esa polarización ha ido fortaleciendo a la derecha españolista en todo el Estado español… y probablemente también en Catalunya. En primer lugar, a Ciudadanos (C’s) –relevo yuppie del gobernante Partido Popular–, pero asimismo al PP en el resto del Estado y al resucitado PSOE. En ese cuadro, Podemos se va desinflando como “alternativa anti-sistema” al compás del curso a la derecha de Pablo Iglesias, una conducción autoritaria, verticalista y nada democrática que resuelve los debates expulsando al que discute.

Un elemento importante es que en Catalunya esa polarización –que han profundizado las amenazas y medidas represivas de Rajoy–, sigue dándose por arriba en medio de una desmovilización total en cuanto al punto de la independencia… Hasta ahora, el bloque por la independencia se ha cuidado de convocar movilizaciones masivas como las de la Diada (el 11 de septiembre, Día de Catalunya).

Esto es comprensible en Junts pel Sí. Pero tampoco la CUP convoca a movilizaciones, aunque influencia a amplios sectores juveniles que se han radicalizado por la perspectiva de eterna crisis, desempleo y/o trabajos sin estabilidad con salarios miserables.

En los últimos tiempos, se han dado en Catalunya algunos conflictos obreros dispersos. También, movilizaciones masivas del #NiUnaMenos en diversas ciudades del Estado español. Sin embargo, nada de eso ha tenido que ver con la cuestión de la independencia catalana. Ese tema sigue en la estratósfera electoral-parlamentaria de Barcelona y Madrid, y en los titulares de los medios… pero está ausente en las calles.

 

Las peleas aunque sean por arriba pueden generar explosiones por abajo

 

Sin embargo, la disputa en las alturas parlamentarias no debe engañarnos sobre el potencial carácter explosivo del tema. Efectivamente, la pelea hasta ahora es sólo electoral-parlamentaria. Pero se da en el marco peligroso de una deslegitimación profunda del régimen monárquico que siguió (y relativamente prosiguió) a la dictadura de Franco. La continuidad de la “España una…” –impuesta sangre y fuego en la Guerra Civil de 1936-39– se logró mediante concesiones (el “estado de bienestar” y mayores libertades) y maquillajes (la “democrática” monarquía de los Borbones). Hoy la situación es otra: la “austeridad” liquidó al “estado de bienestar” y a los Borbones se les corrió el maquillaje. Los muros de la “España una” vuelven a agrietarse… y las grietas pueden llevar a un derrumbe si se las golpea…

Dicho de otro modo: encender un fósforo generalmente no tiene consecuencias… pero si hay inflamables en el ambiente, se pueden producir explosiones.

 

El veto de la mayoría de la burguesía catalana

 

Lo de Catalunya se desarrolla –hasta ahora– como un minuet parlamentario-institucional. Pero sus peligros potenciales, lo hacen insoportable, no sólo para Madrid sino también para la gran burguesía catalana. De la misma manera que ayer en la Guerra Civil se alineó con Franco contra la República de Catalunya, la mayor parte de esa gran burguesía catalana está hoy contra la independencia.

Una señal clara en ese sentido es su repudio a lo votado en el Parlament, de crear un “Estado catalán independiente”. El editorial del diario La Vanguardia (“Por la rectificación”, 10/11/2015), vocero tradicional de esa gran burguesía desde su fundación en siglo XIX, explica su veto categórico a la “Resolución” del Parlament. Denuncia “el grave error táctico cometido por la coalición Junts pel Sí y muy particularmente por Convergència –el partido que ha gobernado Catalunya durante 28 de los 35 años de autonomía–, consistente en tramitar una resolución maximalista (¡¡!!) y rotundamente inconstitucional a cambio de nada, lo puede acabar pagando el conjunto de la sociedad catalana”… léase, el conjunto de nuestros sagrados bolsillos…

La Convergència de Artur MAS (junto con la Unió de Jordi Pujol) fue, efectivamente, el gran partido de la burguesía de Catalunya… Pero en su deriva independentista, a Convergència sólo le ha quedado finalmente una sombra de esa burguesía…

Por otro lado, el vacío que deja el debilitamiento de Convergència y su coalición Junts pel Sí, lo va ocupando parcialmente la “izquierdista” CUP… Esto hace aún más indigesto para la gran patronal catalana un conflicto con Madrid bajo semejante conducción política.

 

En síntesis…

 

La crisis política abierta por la Resolución votada en el Parlamento catalán es grave, pero aún se desenvuelve en las alturas. Son nubes negras que pueden ser el prólogo de una gran tormenta… o disiparse… por el momento.

Sin embargo, pase lo que pase en esta coyuntura, son el síntoma de que el clima político del Estado español se estaría volviendo cada vez más inestable e impredecible… y ahora además represivo y asfixiante.

 

Nota:

  1. “ Programa polític plebiscitari per a les eleccions al Parlament de Catalunya del 27 de setembre de 2015”, Candidatura d’Unitat Popular – Crida Constituent, Barcelona, 05/09/2015.

 

 

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Llamado a la solidaridad internacional

 ¡Fuera de Catalunya la represión de Rajoy y del Estado español!

 

Las crecientes amenazas de represión han sido la única respuesta del gobierno de Madrid a la “Resolución” votada por la mayoría del Parlamento de Catalunya, pidiendo “iniciar negociaciones para hacer efectivo el mandato democrático de creación de un Estado catalán independiente en forma de República”.

Después de los ladridos de Rajoy amenazando con fuertes medidas represivas, las ratas del Tribunal Constitucional de Madrid han “advertido” a los diputados catalanes que van a ir presos si no “suspenden” de inmediato la “Resolución”. De ese modo, se legaliza la norma-chantaje de que un legislador no puede votar lo que les parezca bien, sino lo que se les permita u ordene desde Madrid.

En esa situación, repudiamos esas amenazas y chantajes y –más allá de las distintas posiciones sobre la independencia  de Catalunya– llamamos a pronunciarse, exigiendo que cesen de inmediato.

Como primera medida en ese sentido, hay que bajar esto de las nubes parlamentarias y llevarlo a la calle. Concretamente significa un amplio llamado en Catalunya y en todo el Estado español a movilizarse y manifestar, repudiando las amenazas represivas de Rajoy. Esta convocatoria democrática debería hacerse del modo más amplio, independientemente de las posiciones de cada uno sobre la cuestión nacional catalana.

Es que si el gobierno archireaccionario de Rajoy (o sus eventuales sucesores) tiene éxito en reprimir en Catalunya, eso también lo pagarán caro los trabajadores, los jóvenes y los sectores populares de todo el Estado. Será más fuerte para moler a palos al que proteste o reclame algo, desde una huelga obrera a una movilización estudiantil o popular.

En relación a la cuestión de Catalunya, como socialistas revolucionarios defendemos el derecho a la autodeterminación del pueblo catalán, incluyendo su derecho a separarse del actual Estado español si así lo decide democráticamente.

Pero nuestro programa no es la fragmentación del Estado español en un puñado de mini-estados, bajo la bota de la Unión Europea y su Troika que imponen la austeridad y el desempleo. Contra el Estado monárquico heredero y sucesor de la dictadura de Franco, estamos por una República Socialista Federal o Confederal, que agrupe fraternalmente a todos los pueblos del actual Estado.

Pero, en este momento, lo central es combatir la amenaza represiva que pesa sobre Catalunya. Llamamos a la unidad y la solidaridad internacional para enfrentarla.

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Podemos en Catalunya 

Triste furgón de cola del PP y la derecha españolista

 

Al considerarse en el Parlament la “Resolución” pro-independencia (presentada por Junts pel Sí y la CUP), Podemos (que allí se llama “Catalunya Si que es Pot”) se ubicó a la cola de la derecha españolista, el PP de Rajoy y Ciudadanos (C’s) del yuppie Albert Rivera. Votó junto con ellos en contra de esa propuesta.

Estaba en su derecho de no apoyar un proyecto con el que no estaba de acuerdo. Pero eso podía expresarlo de diferentes maneras, por ejemplo mediante la abstención. Pero no lo hizo. Podemos eligió expresamente alinearse en bloque con la derecha españolista.

Esto ha provocado repudios y protestas de militantes y activistas que apoyaron a “Catalunya Si que es Pot”, y que se sienten –con toda razón– estafados. Uno de ellos, el antropólogo Manuel Delgado, ha publicado una carta abierta en la que dice: “Lo que no me imaginaba es que acabaríamos siendo un obstáculo para la historia y ni en la peor pesadilla podía imaginarme la pavorosa imagen de esta mañana en el Parlament: nuestros diputados votando junto a los herederos del franquismo, que es lo que tantas veces hemos repetido que es el PP, ni tampoco con los disfraces posmodernos de la ‘España una, grande y libre’ que es Ciutadans.”

Pero aquí no termina la cuestión. En Podemos (y su rama catalana, Si que es Pot) se ha instalado un régimen verticalista, que a fuerza de sanciones y expulsiones mantiene alineada a la tropa. De eso se queja (demasiado tarde) Joan Giner, uno de los diputados catalanes de Si que es Pot.[1] Giner suplicó que le permitieran abstenerse en esa votación. Pero fueron inflexibles: o votaba con el PP y C’s o lo expulsaban.

Pero Giner se limita a lamentarse, sin reflexionar ni decir nada sobre los antecedentes de esta situación, en que su corriente política tiene una responsabilidad fundamental.

Giner pertenece a Anticapitalistas, una corriente que antes de integrase a las altas esferas de Podemos, se llamaba “Izquierda Anticapitalista” (IA). Un sector importante de militantes de IA, principalmente en Andalucía y Madrid, comenzó a alertar sobre el giro a la derecha de Podemos y el creciente autoritarismo de la camarilla de Pablo Iglesias que ya impedía todo debate político que cuestionara ese curso.

Lamentablemente, la mayoría de los dirigentes de “Izquierda Anticapitalista” (IA) se alinearon con Iglesias. Y, obedeciendo a sus directivas, expulsaron a sus militantes críticos, sin tolerar discusión alguna con esos compañeros.[2] Ahora, ese método se lo aplican a ellos.

Esperamos que saquen conclusiones de esa experiencia y, sobre todo, del carácter de Podemos y el curso político que ha asumido.

 

Notas:

1.- Joan Giner, “Mi opinión sobre la votación del Parlament”, Viento Sur, 10/11/2015.

2.- “Comunicado de l@s militantes de Anticapitalistas expulsad@s de Podemos”, Colectivos de Almería, Granada, Málaga y militantes de Córdoba, Jaén y Sevilla, abril 2015 ( http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=4610 ) y “¿Por qué nos vamos de Anticapitalistas?”, militantes de Madrid, 23/04/2015 ( http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=4772 )

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