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“Reforma” de la Ley de Educación Superior

 

 

Una de las noticias más comentadas en el ámbito universitario luego de la elección general del 25 de octubre ha sido una reforma a la Ley de Educación Superior (LES). Esta ley fue promulgada por el menemismo en 1995 y el kirchnerismo la mantuvo de sin cambios a lo largo de sus 12 años de gobierno, a pesar de que los estudiantes de todo el país atravesaron momentos de profunda movilización exigiendo la derogación de esta ley neoliberal redactada (literalmente) por el FMI.

El proyecto de reforma (presentado por la diputada kirchnerista Adriana Puiggrós) fue aprobado por la Cámara de Diputados en 2013. Luego transcurrieron dos años de estar cajoneada, para ser desempolvada recién en las tres semanas previas al ballotage que enfrentará a Scioli con Macri. Este solo hecho levanta una sospecha más que justificada: ¿por qué pasaron más de dos años sin que se hablara del asunto y, de la noche a la mañana, el gobierno pareció recordar que el tratamiento del proyecto estaba pendiente en la Cámara Alta? El motivo no tiene que ver con el temor a que el proyecto perdiera estado parlamentario (como se escuchó decir a los militantes kirchneristas): los legisladores oficialistas no tuvieron dicho recaudo, por ejemplo, cuando dejaron caer el proyecto de ley por el derecho al aborto el 1° de noviembre de 2011. Salta a la vista que la verdadera causa de este repentino apuro se puede encontrar en la necesidad del kirchnerismo de enviar guiños a su base más progresista para compensar el monumental sapo que ha representado este año, y que seguirá siendo el plato principal al menos hasta el 22 de noviembre.

De hecho, la “propaganda” que llevó adelante el gobierno no tuvo tanto que ver con el contenido detallado de la reforma (terreno en el cual, como veremos, salen perdiendo) sino en que la misma fue incómoda para el PRO (que igualmente la terminó votando).

Los puntos más cacareados sobre la reforma tienen que ver con dos “supuestos” (que enseguida analizaremos con más detalle): la “supuesta” gratuidad de la educación superior de ahora en más, y la “supuesta” eliminación de los filtros del ingreso a las universidades. Veamos esto con más detalle.

 

No hay gratuidad posible con la vieja LES y la CoNEAU

 

El artículo de la reforma referido a la “gratuidad” de la educación superior no es otra cosa que una reformulación del texto de la LES menemista. Simplemente se recurre a otra forma de expresar la misma idea, que vagamente le asigna al Estado la responsabilidad de garantizar la educación universitaria pública… en el ciclo de grado. Esta aclaración resulta fundamental, porque es justamente en los posgrados donde se realiza el verdadero negocio.

El mecanismo ya es archiconocido: mediante la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CoNEAU), compuesta mayoritariamente por empresarios y universidades privadas, se fijan contenidos totalmente insuficientes para el primer ciclo de las carreras. Otros contenidos fundamentales son pasados a posgrados, que tanto según el texto original de la LES como con la reforma pueden ser (y son) arancelados. Los ejemplos abundan. Probablemente uno de los más paradigmáticos sea el enorme edificio anexo de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, dedicado exclusivamente al dictado de posgrados y que llena continuamente los bolsillos del rector Barbieri (candidato a ministro de Educación de Scioli) y de las camarillas que gobiernan la Universidad. Mientras tanto, sigue habiendo edificios que se caen a pedazos y no son arreglados porque no reportan ninguna ganancia.

Como ha ocurrido a lo largo de todos estos años, la “legalidad” queda salvaguardada respecto de la gratuidad de los ciclos de grado, pero el único resultado que tiene este punto es el vaciamiento de los mismos para poder seguir facturando. El límite que se le puso a este vaciamiento vino siempre por parte de la movilización de los estudiantes en todo el país, por ejemplo en 2005, 2006 y 2010, año en que ocurrió un Estudiantazo y simultáneamente la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, con un gran nivel de activismo en ese entonces, rechazó la acreditación de sus carreras. Lamentablemente, el principal límite de los estudiantes para pasar a la ofensiva fueron siempre las conducciones de sus federaciones universitarias (FUBA, FULP, etc.), que han privilegiado su propia estabilidad en lugar de impulsar los procesos de lucha.

 

Acerca de los filtros en el ingreso

 

Como ya dijimos, el otro punto “emblemático” de la reforma de la LES refiere a la “eliminación” de los exámenes de ingreso. Con esas palabras está puesto en la reforma, atendiendo al gran malestar que generan estos filtros que dejan afuera a la mayoría de los estudiantes. En la UBA, el 50% de los inscriptos no termina el CBC. En La Plata, Mar del Plata y otras grandes universidades es una constante la noticia de los “bochazos” masivos año a año. De esta forma, el gobierno y las gestiones universitarias esquivan el problema de la infraestructura y el presupuesto reduciendo el número de ingresantes. No les importa en lo más mínimo dejar a miles de jóvenes sin la posibilidad de acceder a la educación superior.

Este punto de la reforma puede tener un efecto positivo sobre un número (no demasiado elevado considerando todo el país) de estudiantes, por ejemplo en la facultad de Medicina de La Plata. Se trata de una pequeña pero valiosa concesión a la lucha de los estudiantes de esta Universidad. El movimiento estudiantil debe estar más alerta que nunca para hacer cumplir esta cuestión.

Sin embargo, la trampa hace que este aspecto no tenga ningún impacto para la mayoría de los estudiantes. Ocurre que estos filtros son camuflados la mayoría de las veces como “cursos de nivelación” y no como “exámenes de ingreso” (que es la figura que contempla la reforma de Puiggrós). A lo más significativo del filtro del ingreso esta reforma no le hace ni cosquillas.

 

Que el movimiento estudiantil gane las calles nuevamente

 

Los estudiantes de todos los niveles no podemos esperar nada bueno del gobierno que asuma el 11 de diciembre. Tanto Scioli como Macri ya anticipan que llevarán adelante un duro ajuste que, obviamente, implicará el recorte de la educación. El movimiento estudiantil viene atravesando una etapa de inmovilismo, que se vio reflejada en el triunfo del kirchnerismo en centros de estudiantes en la UBA, la UNLP y demás universidades.

Como parte de la lucha más general contra el ajuste, desde la izquierda y el activismo debemos ponernos al hombro la tarea de organizar a los estudiantes para torcerle el brazo a los ajustadores y relanzar la lucha por la derogación de la LES menemista y todos sus maquillajes, en defensa de la educación pública y por la verdadera democratización del cogobierno universitario con mayoría estudiantil.

 

Marcos Duch

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