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POLEMICA CON ATILIO BORÓN –

 

El balotaje que tendrá lugar el 22 de noviembreestá suscitando un fuerte debate en la vanguardia y la izquierda acerca de la política de voto en blanco que están llevando adelante las organizaciones trotskistas. En esta nota nos proponemos discutir con la posición política que aboga por elegir al “menos malo” de las dos opciones patronales y clarificar el debate acerca del voto en blanco.

El kirchnerismo, como uno de los actores principales de esta contienda, ha montado un fuerte operativo de “embellecer” a Scioli, resaltando para éste fin los aspectos más regresivos de una eventual gestión de Macri. Y aunque es cierto que el candidato de Cambiemos representa todo lo regresivo de la burguesía nacional e imperialista, del capital concentrado y los grupos mediáticos, esto no es menos cierto sobre candidato oficialista; la realidad es que los distintos grupos burgueses han manifestado por lo bajo preferencia por uno y otro. Sólo algunos incautos han caído en esta opereta montada por el kichnerismo, que no es más que un intento desesperado por cerrar filas detrás de la figura de Scioli. Es el caso de Atilio Borón, y corrientes como Patria Grande, que han declarado que la única herramienta a disposición del pueblo trabajador para impedir la catástrofe de la derecha sería el voto a Scioli, quedando así atrapados en la trampa de elegir al “mal menor”. Se incurre aquí en el error metodológico de no partir de los desarrollos objetivos del ciclo político en curso y de ahí desprender una conclusión política, sino tergiversar los hechos para encajarlos en una caracterización funcional a que la centro-derecha de extracción populista podría funcionar como dique de contención de la derecha liberal.

EL BINOMIO MACRI-SCIOLI NO ES ALTERNATIVA PARA LOS TRABAJADORES

Las elecciones de fin de ciclo no son ajenas a la vida política de la Argentina. Atilio Borón en su última nota menciona elecciones en las que uno u otro candidato (Alfonsín o Lúder, Perón o Tamborini) hubieran definido cursos distintos en la política argentina y resalta como aún “en el campo de la derecha” Perón y Alfonsín tuvieron rasgos más progresivos que sus contendientes. De este modo Borón no sólo embellece la democracia burguesa, desorientado por los “matices” entre candidatos, sino que pierde de vista un elemento indispensable de cualquier análisis de izquierda: la lucha de clases.

La coyuntura política que ha dejado la primera vuelta y la contienda del 22-N son las manifestaciones de elementos de “fin de ciclo” que se están transitando en la Argentina. “Fin de ciclo” no sólo por la composición conservadora y abiertamente derechista de los candidatos en pugna (Scioli y Macri), sino también por el hecho mismo de que Cambiemos haya logrado condicionar y acorralar al oficialismo: que se haya logrado que los reclamos de las clases medias hegemonicen el voto de una porción de los trabajadores y sectores populares a tal punto que la resolución se da en un escenario casi impensado: una votación de desempate, en la cual hasta el momento marcha Macri primero…

Sin embargo, sería simplista afirmar que el sólo avance de la derecha macrista -que independientemente de cómo salga parada en el balotaje ya ganó posiciones clave- configuraría un cambio global en las relaciones de fuerzas. Y es precisamente aquí donde queremos profundizar el análisis, especialmente frente al impresionismo (cuando no terror y pánico) en que ha caído cierta izquierda que afirma que “si gana Macri volvemos a los 90” como si tal cosa. Paralelamente, se podría decir lo mismo de otros sectores de la izquierda que, aun manteniéndose independientes, sostienen lo opuesto: que gane quien gane, automáticamente volvemos a los 90. De este modo Borón argumenta, correctamente, que Macri es respaldado por todo el capital concentrado, nacional e imperialista, por los grandes multimedios y cúpulas empresariales. Pero embellece a Scioli cuando dice que lo apoyan grupos progresistas y pequeños productores, que actuarían como un “contrapeso popular” a las medidas de ajuste que quiera tomar el candidato del Frente Para La Victoria ¡como si alguno de estos sectores se hubiera manifestado contra el gabinete de ajuste que el presidenciable nombró en plena campaña! ¿Acaso Scioli no envió sus emisarios como Blejer, al imperialista Council of theAmericas, para asegurarle a la burguesía transnacional que él era la garantía de gobernabilidad? ¿Acaso no mostró vocación de arreglar con los fondos buitre a través de su vocero, Urribarri? ¿Acaso no lo apoyan otro conjunto parecido a Macri de grandes grupos económicos?

Aún más bajo cae Borón cuando escribe: Cualquiera de los proponentes de esta opción sabe muy bien que con Macri lo que se viene es una política de ajuste y de violenta represión del movimiento popular (los incidentes del Borda o el violento desalojo del Parque Indoamericano son botones de muestra de ello), mientras que Scioli muy probablemente seguirá con la política kirchnerista de no reprimir la protesta social.” Evidentemente el intelectual devenido sciolista no se enteró que en el indoamericano de los seis muertos, cuatro son producto de la policía federal del gobierno K. Si después de las militarizaciones de fábricas que protagonizó el kirchnerismo a través del gobernador Scioli el año pasado en Gestamp y Emfer, queda alguna duda sobre su política hacia la protesta social, bastan sus propias promesas de garantizar “tolerancia cero” a cortes y los piquetes.

Es aquí donde el apoyo a uno de los dos candidatos del ajuste como “arma política para enfrentar al otro” cae en saco roto y muestra todos sus límites. Los desarrollos del fin ciclo y como se cristalice en la realidad dependerá del grado de conflictividad de la clase trabajadora para enfrentar la política de racionalidad burguesa que amenaza con retrotraer la relación de fuerzas entre las clases y quitar conquistas ganadas por los sectores explotados y oprimidos de la sociedad.

EL KIRCHNERISMO FRENTE A UNA ENCRUCIJADA LATINOAMERICANA
Este “fin de ciclo” que resulta hoy tan vívido en Argentina porque nos toca directamente, no es un fenómeno nacional ni, como decíamos, se desprende de un debate solamente electoral. Forma parte de un fenómeno regional de agotamiento de gobiernos de mediación, con un profundocarácter capitalista (unos más claramente a la vista que otros), que surgieron como subproducto de rebeliones populares que atravesaron el continente, que tuvieron como justificación principal el fin de las políticas neoliberales en la región, heredadas del siglo pasado. Estos desarrollos han creado circunstancias políticas y sociales de excepción que han dejado la relación de fuerzas entre las clases en favor de los trabajadores respecto de la última década del siglo anterior. Es ahí donde aparecen los gobiernos de Chávez, Evo, el Kirchnerismo, etc, a normalizar la región en clave capitalista reabsorbiendo los ribetes más radicalizados que han dejado estos fenómenos. La demostración mas palmaria de lo que estamos diciendo es el hecho de que no pudieron, ni se propusieron, modificar las matrices productivas dependientes de sus respectivos países, dejando a la región sumida en la misma relaciónsemicolonial con el imperialismo  que siempre tuvo. Y másaún: es en esta relación (que genera poca competitividad) donde se sustenta los elementos de recesión y crisis económica que sufre Latinoamérica como un todo, en un escenario mundial de estancamiento que ha limitado la exportación de materias primas, base material para la mantención de las políticas de estos gobiernos «progresistas». Son los propios límites del capitalismo maquillado que hoy entran en crisis y que demuestra que el “bloque progresista latinoamericano” no es objetivamente antiimperialista sino que adoptó posiciones defensivas en un ciclo económico particular. El verdadero antiimperialismo es enfrentar el orden mundial existente proponiendo una salida de conjunto al capitalismo.

Es curioso entonces, como Borón se confunde y les otorga a estos gobiernos la potestad de las conquistas conseguidas. Insistimos, estas conquistas obtenidas son el subproducto de la lucha de los trabajadores y sectores explotados y oprimidos, bajo determinadas circunstancias históricas creadas por ellos mismo. En oposición, las taras del capitalismo semicolonial, la desindustrialización, el flagelo de la deuda externa, etc. son la herencia que nos deja la clase dominante por intermedio del supuesto «progresismo latinoamericano». Sobre esta herencia estará montado el próximo ajuste que se prepara en la Argentina por la vía de Scioli o Macri, y el que ya está en curso firme por la vía del PT de Dilma en Brasil. En este cuadro de situación, no resultaría extraño ni contradictorio que la iniciativa de firmar los TCL y el Tratado TransPacifico pueda venir no solo de la mano de Macri… sino también de Scioli.

Pero es también herencia de estos gobiernos que la derecha (como Macri, Capriles,AécioNeves ,etc) haya crecido y se postule como alternativa de cambio, como en el caso de Argentina. ¡Es al Kirchnerismo a quien le cabe la responsabilidad integra del ascenso del Macrismo! Es gracias a que los desarrollos políticos se han normalizado y la reabsorción por la vía de las instituciones burguesas se ha asentado fuerte, que finalmente una alternativa másafín al imperialismo y los mercados tiene chances de ganar una elección como el 22N. Los gobiernos de mediación crean sus propias condiciones para su retirada por derecha.

ANTE LA TRAMPA DE VOTAR VERDUGOS, LA SALIDA DEBE SER PREPARAR LA LUCHA EN LAS CALLES

Nos queda una últimareflexión acerca de la ubicaciónpolítica de Atilio Borón respecto a la izquierda y la coyuntura actual. En su nota acusa a la izquierda «votoblanquista», como nos llama, no solo de «hacerle el juego a la derecha argentina», sino también latinoamericana, al rechazar el apoyo a Scioli para que no gane Macri.  Y completa su razonamiento echándonos la culpa del crecimiento de la oposición porque la izquierda en la Argentina «todavía no llega a los pesos pesados electorales». Magnífico ejemplo de un razonamiento macarthista el de Borón, que ve en la izquierda la culpa de los males de estos gobiernos.

Enredado en su propia telaraña, Borón cae en la trampa de la democracia burguesa y la política del mal menor. Si bien hay matices entre los contendientes del balotaje, el rumbo del país, en el sentido de las coordenadas político-económicas que se quieren tomar, no serán el resultado de esta segunda vuelta, en gran medida ya está definido; en todo caso, dependerá de los desarrollos de la lucha de clases, de los límites que la misma le vayan a poner a las intenciones de Macri o Scioli. Por eso rechazamos la políticarastrera y funcional a este gobierno k y el resto de los gobiernos «progres» de la región, que en su ocaso han posibilitado estos desenlaces hacia la derecha: nos negamos a hacernos cargo de sus responsabilidades; el rol de la izquierda revolucionaria es otro: desplegar una nueva alternativa, la alternativa del socialismo.

El voto de confianza a Scioli y/o a Macri desarma políticamente a los trabajadores para enfrentar lo que viene. Por el contrario, desde el Nuevo MAS, insistimos que el único voto de clase posible es el voto en blanco; la única herramienta de intervención electoral que prepara la conciencia de los trabajadores para organizarse de manera independiente del gobierno y la oposición, y lograr defender las conquistas obtenidas enfrentando el ajuste. Ni más ni menos está en juego en estas elecciones de fin de ciclo.

 

Agustín Fleita y Pato Atkinson

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