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Con (pequeñas) diferencias y (grandes) coincidencias

Uno de los temas candentes de la campaña previa al ballottage del 22 es qué proponen hacer los candidatos con la cuestión del dólar y otras anexas a ella. Es decir, no sólo la definición del tipo de cambio (tamaño de la devaluación), sino cuáles serían las fuentes de ingreso de divisas para sostenerlo. La campaña de Scioli se esfuerza por obligar a Macri a que diga lo que por supuesto no quiere revelar antes de tiempo; por algo Melconian está en octavo plano y las figuras de Cambiemos ahora se excusan de anunciar medidas hasta “no saber con qué se van a encontrar”. Lo curioso de esta nueva versión de “es la economía, estúpido” es que cuando miramos de cerca, las coincidencias son más importantes que las diferencias. Hacen bien los kirchneristas en intentar instalar el “miedo a Macri”; lo irónico es que si comparamos sus planes económicos inmediatos, habría que hablar también del “miedo a Scioli”, y por razones bastante parecidas.

La centralidad del problema del dólar no es novedad: en este momento, el elemento que más caracteriza a la economía argentina es que funciona con una penuria de divisas tan agobiante que justamente hace ese funcionamiento muy precario y atado con alambre. Así lo reconoce el principal economista de Scioli, Miguel Bein, cuyo último informe (21 de octubre pasado) se titula precisamente “La restricción externa al tope de la agenda”. Los economistas llaman púdicamente “restricción externa” al hecho de no tener divisas, por la razón que fuere.

 

Devaluar de golpe (Macri) vs. devaluar de a poco (Scioli)

 

Ambos candidatos y equipos económicos consideran que hay que devaluar. Incluso están bastante de acuerdo en cuál es el tipo de cambio deseable: entre 13 y 16 pesos. Toda la diferencia (cuya importancia, en verdad, es más política que económica “pura”) está en el ritmo de la devaluación. Mientras queda cada vez más claro que Macri buscará una fuerte devaluación inicial del orden del 50% (la famosa “apertura del cepo” es eso) incluso en diciembre mismo, llevando el dólar a valores similares a los del “blue” de hoy (1), el equipo de Scioli quiere una devaluación del orden del 20-25% para luego ir administrando el tipo de cambio de modo que converja hacia los 13 pesos a mediados de año.

El temor (bastante justificado) de Bein es que una devaluación grande dispare la inflación y no se logre el “aumento de competitividad externa” deseado. Por eso habla de “devaluar lo menos posible”… con el piso ya mencionado. El macrismo, por su parte, minimiza el peligro: calcula que tras el shock inicial, tipo de cambio e inflación se estabilizarán, y que el principal objetivo, bajar los costos empresarios en dólares, quedaría cumplido.

Como se ve, es un debate entre los que nos quieren matar a garrotazos y los que nos quieren matar a tiros. En el fondo, ambos candidatos y sus equipos consideran que los salarios están muy caros en dólares. El kirchnerismo se escandaliza porque Melconian hizo la cuenta y pide salarios más baratos en divisas, pero oculta que el propio Bein dijo exactamente lo mismo. La reciente frase de Melconian “salarios y jubilaciones no pueden subir más” (esto es, en términos reales, o sea en dólares), que tanto revuelo causó, no es más que una repetición textual de conceptos de Bein. La única diferencia es que el ex viceministro de Machinea lo dice con tono más compungido que el ex mano derecha de Cavallo.

 

Seducir a sojeros e inversores (Macri) vs seducir a sojeros e inversores (Scioli)

 

Está bien, no hay “versus”, es lo mismo, pero en este punto no hay forma de distinguir a uno de otro. La única diferencia está en algunos instrumentos. Por ejemplo, Macri estima que una bruta devaluación va a ser estímulo suficiente para que los capitalistas del campo liquiden cerca de 20 millones de toneladas de granos (soja, sobre todo), que hoy, por supuesto, esperan en los silobolsas al ganador del ballottage. En cambio Scioli-Bein esperan seducir a esa gente con una baja de las retenciones que es todavía más pronunciada que la propone el mismo Macri. En efecto, mientras Macri y su equipo hablan de bajar las retenciones a cero para todo salvo la soja, que bajaría de a 5 puntos por año (hoy están en 35%), Bein y Scioli han reiterado que, además de eliminar las retenciones a todo el resto, bajarían las retenciones a las exportaciones de soja, de entrada, al 25%, con perspectivas de llegar rápidamente al 15%. Comparado con esto, el “traidor” Julio Cobos, que sólo quería que las retenciones no subieran más del 35%, es el Che Guevara…

No terminan allí los favores y gracias que Scioli-Bein concederían al “campo”. Teniendo en cuenta que Macri “no tiene discurso industrial” y que cree que el motor de la economía argentina es el agro, uno esperaba que el “industrialista” Scioli fuera más duro, pero no: además de la baja de retenciones, propone aumentar reintegros a los productores (Bein es uno, después de todo) y otros beneficios con un costo fiscal de 70.000 millones de pesos. ¿Quién pagará esa cuenta? Los usuarios de luz, gas y transporte, ya que Macri-Scioli-Melconian-Bein repiten a coro que los subsidios a las tarifas deben desaparecer en la mayor medida y con la mayor rapidez posible.

Los otros candidatos a proveer de dólares a las exhaustas arcas del Banco Central son los inversores privados. Aquí, la única diferencia perceptible es el origen. Macri, por supuesto, apuesta a un aluvión de inversiones extranjeras, que vengan a hacerse la América con compañìas argentinas baratas en dólares luego de la devaluación, además de garantías de que podrán reanudar sus remesas de ganancias a las casas matrices del exterior. Scioli y Bein, además de redoblar esas garantías a las empresas para sus giros de utilidades, hoy bloqueados (2), apuestan a convencer a los capitalistas argentinos de que blanqueen un moderado porcentaje de sus cuantiosas divisas fugadas en épocas mejores (entre 200.000 y 350.000 millones de dólares, según cómo se calculen). Por el mecanismo de perdonar (en realidad, premiar) a la burguesía “nacional” por haber evadido al fisco, esperan recaudar entre 5.000 y 8.000 millones de dólares.

Uno se pregunta para qué tanta alharaca con la comisión parlamentaria de investigación del capítulo argentino del fraude fiscal del HSBC –en el que, como quedó demostrado, está prendida toda la clase capitalista argentina– si después van a terminar indultándolos a cambio de que traigan un 3 o un 4% de toda la que se llevaron

 

Endeudarse con el FMI (Macri) vs. endeudarse con el Banco Mundial y el BID (Scioli)

 

Otra coincidencia de diagnóstico entre los dos candidatos: la manera más rápida y segura de hacerse de billetes verdes es endeudarse de lo lindo. Saben que hay margen para eso porque, aunque el marco internacional no es tan favorable, sigue habiendo plata para prestar a países emergentes que paguen tasas generosas. Fin del discurso (que nunca fue muy realidad) del “desendeudamiento”: Scioli y Macri son hinchas fanáticos del reendeudamiento, y la única diferencia menor es a qué ventanillas piensan recurrir.

Por el lado de Macri, la cosa está muy clara: plan de pago relámpago con los buitres que incluya garantías de Griesa (el famoso “stay”) de no embargar los pagos del país a los otros acreedores mientras se cierra el acuerdo (3), e inmediatamente salir a emitir deuda en los mercados financieros internacionales y a tomar deuda con el FMI.

La diferencia con Scioli y su equipo, que también tienen claro que salir a endeudarse requiere como condición previa un arreglo con los fondos buitre, es que tienen menos encaminada esa negociación que Macri. De allí el recurso adicional, que Macri no contempla, del blanqueo de capitales para financiarse con esa repatriación de divisas. Pero, en todo caso, este matiz sólo es válido para los primeros meses: el objetivo estratégico, tal como está delineado en el citado informe del Estudio Bein y Asociados, es “apelar al financiamiento bilateral y/o de organismos internacionales”, como el BID, el Banco Mundial y Corporación Andina de Fomento, sobre todo para obras de infraestructura, imposibles de financiar con ingresos corrientes que quedarán muy apretados.

Recapitulemos entonces. Respecto de uno de los temas más acuciantes de la economía argentina actual, cómo resolver la escasez de divisas, los candidatos Scioli y Macri están de acuerdo en:

1) Devaluar generosamente

2) Bajar las retenciones a cero, salvo la soja, que Scioli bajaría más generosamente que Macri

3) Eliminar los subsidios a las tarifas de luz y gas (y más tarde teléfonos y transporte)

4) Permitir a las compañías extranjeras reanudar las remesas de utilidades a las casas matrices

5) Dar garantías al “campo” y a la clase capitalista en general de que la mejora de la rentabilidad será prioridad (incluyendo, en el caso de los importadores, la devolución de los dólares que adelantaron)

6) Volver a endeudarse en el mercado financiero internacional, empezando por los organismos multilaterales de crédito como el FMI (Macri) y el BM, el BID y la CAF (Scioli)

7) Pronto o tarde, llegar a un acuerdo con los fondos buitre que posibilite legal y financieramente esa salida a tomar deuda.

No son las siete pequeñas diferencias: son las siete grandes coincidencias. Los kirchneristas desesperados, ésos que hoy se abalanzan sobre los militantes y votantes de izquierda para exigirles-rogarles que voten a Scioli y no en blanco, harían bien en tratar de explicarlas. Y, sobre todo, ver si pueden encontrar otras siete diferencias entre ambos planes económicos que sean de entidad comparable a estas coincidencias.

Eso sí: que esas diferencias sean comprobables, por favor, no demagogia de campaña. Y no nos traigan el currículum de Melconian, que ya lo conocemos; queremos que nos traigan, si es que lo consiguen, un plan económico de Scioli puesto por escrito, como éste que citamos de Bein, que demuestre que van a hacer lo contrario que Macri y su pandilla. Porque cuando ponemos los planes reales y verificables uno al lado del otro, lo que salta a la vista no son “dos modelos opuestos de país”, sino cuánto se parecen en lo que proponen hacer.

Marcelo Yunes

 

Notas

  1. Al menos, eso es lo que dicen. No queda muy claro qué seguridad hay de que el dólar no se disparará si hay mucha demanda contenida y muy pocos dólares para ofrecer. La “lluvia de dólares” en la que confía Macri no llegaría en forma coordinada con el abalanzamiento de la clase media a comprar verdes en el “libre mercado cambiario sin cepo”.
  2. Diego Pérez Santisteban, titular de la Cámara de Importadores de la República Argentina y vocero de las grandes multinacionales (que son, claro está, las mayores importadoras), recuerda que hay entre 8.000 y 9.000 millones de dólares de importaciones ya adelantados por las compañías que el Estado debe devolver, deuda que se viene acumulando desde abril de 2014, a instancias del famoso fallo de Griesa de junio. Pero constata con satisfacción que “los equipos económicos de los candidatos prometen arreglar el flujo y sentarse con los importadores a renegociar la deuda”, seguramente vía un bono (Ámbito Financiero, 3-11-15). Más coincidencias.
  3. La manera de resolver el entuerto con los buitres sería, de parte de Macri, algo no muy distinto a lo que se barajaba allá por 2014 como salida para Cristina y Kicillof: bancos privados nacionales (y extranjeros que operan en el país) comprarían la deuda a los buitres por el monto acordado y recibirían del Estado un nuevo bono de deuda. En su momento la cosa no cuajó sobre todo porque el gobierno temía las consecuencias legales de la cláusula RUFO, que podía disparar nuevos reclamos. Eliminado ese obstáculo, sólo queda ponerse de acuerdo en cuánto crece la deuda. El número no bajaría de 15.000-20.000 millones de dólares.

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