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En estos talleres también se lució la Comisión Organizadora como firme aliada del gobierno en las maniobras para intentar diluir la fuerza del #Ni Una Menos. Era obvio para cualquiera que estos talleres iban a ser el centro del ENM, pero fueron los que menos aulas disponibles tuvieron para funcionar. Además, dividieron el tema en talleres diferentes: mujer y femicidios por un lado, otro taller sobre abuso sexual, otro que misteriosamente se llamaba “violencia y maltrato”, y ninguno que se llamara “violencia de género” o “violencia contra las mujeres”. El tradicional taller sobre “violencia doméstica”, esta vez no existía, seguramente porque podría haber funcionado como el convocante de la mayoría de familiares, víctimas y activistas surgidas del Ni Una Menos. Finalmente, ese lugar lo ocuparon en parte los talleres de “mujer y femicidios”.

Aquí se notó claramente el giro de 180 grados en la conciencia social y la de las compañeras que están luchando en casos de violencia propios. Fue donde más rápido se venía abajo el discurso de las K, que consistía en dos puntos: 1) falta mucho por hacer pero el gobierno hizo cosas por las mujeres; 2) el centro del problema es la cultura machista, la falta de educación, etc.

Tradicionalmente, en los talleres de violencia del ENM las compañeras que compartían sus experiencias contaban una tras otra los ataques que sufrían de maridos y familiares. El relato que dominaba las jornadas era el del sufrimiento personal. Esta vez, el relato dominante era el de la denuncia y la lucha: los ataques de la policía, las mentiras de los funcionarios, las marchas, cortes y escraches. Ese es el cambio cultural.

Y cuando desgranaban paso a paso la experiencia que habían hecho en su recorrida por todos los organismos e instituciones del Estado, no había más que decir para las K. Ni un solo testimonio de alguien que hubiera recibido una ayuda real de algún funcionario de ningún rango ni jurisdicción. Todos los relatos parecían el mismo: la policía burlándose y violentando a las que denuncian; los fiscales pretendiendo que los familiares sean los que investiguen y traigan testigos; los funcionarios municipales, provinciales y nacionales de las áreas correspondientes que eternamente dicen que no pueden hacer nada. Y en muchos casos, la probada certeza de protección de policía y jueces a los femicidas.

Las pocas mujeres que defendieron al gobierno, oscilaron entre los balbuceos sobre la AUH y culpar a las víctimas porque no se saben defender, a los docentes porque no saben aplicar la educación sexual integral, y a todas porque no comprendemos que Cristina es víctima de violencia de género. Así como lo leen.

Con los familiares y las víctimas allí, esto no podía terminar de otra manera: las K terminaron yéndose de muchos de los talleres porque no soportaron tener que mirarlas a la cara.

Por eso el gobierno y sus cómplices de la Organizadora tuvieron que esconder el Encuentro y terminarlo con represión. Sus militantes no pueden sostener su posición ni cinco minutos, en ningún debate, y frente al dolor y la rabia de las compañeras que denuncian al gobierno por su propio sufrimiento, muchas con los nombres y las caras de sus muertas en la bandera, solo pueden huir con vergüenza.

En cuanto al resto de la izquierda, un par de reflexiones. El día después del ENM, las redes se llenaron de fotos de la gran columna del PTS en la marcha de cierre. La verdad, en los talleres estuvieron muy pocas, y su política consistió en proponer el apoyo al proyecto de ley de Del Caño contra la violencia. De lucha, ni pío. A la gente del PO tampoco se la vio mucho, y su propuesta fue hacer una marcha el 3 de diciembre por los seis meses del Ni Una Menos, cuando está el 25 de noviembre, día internacional contra la violencia hacia las mujeres, que es cuando todo el mundo va a marchar. Qué raro el PO, viniendo con un invento desde arriba que no tiene nada que ver con el movimiento real.

Nosotras propusimos crear coordinadoras por zona para que los familiares y víctimas en lucha movilicen todos juntos acompañados por las organizaciones. Y nuestras fechas de marcha son las de los casos en lucha: con Karina Abregú cuando le toca su apelación, con los Rosso a la fiscalía de Avellaneda, con Iara a La Plata y con todos los que se movilicen, en camino a construir un 25 de noviembre que sea el próximo Ni Una Menos, con los familiares a la cabeza denunciando y exigiendo al gobierno como hicieron en el Encuentro.

 

 

 

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