Año a año, entre los talleres más concurridos de los ENM están los de “Estrategias para conseguir el derecho al aborto”.

Las Rojas participamos de ellos masivamente con compañeras de todo el país, ya que la clandestinidad del aborto se lleva cientos de mujeres al año y el Estado y el Gobierno K no nos reconocen el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo. Sin embargo, la Comisión Organizadora sólo había dispuesto dos aulas de la escuela donde iban hacerse estos talleres, dándole aulas incluso a la organización Socorristas en Red para que hiciesen un taller propio y discutieran entre ellas mismas, aulas que nunca llegaron a llenar, mientras dábamos la pelea para que hubiese más espacio para armar talleres de “Estrategias”.

Las Rojas llevamos propuestas muy concretas para aportar a esta demanda histórica. Nuestra primera iniciativa fue que del ENM saliesen coordinadoras zonales, regionales y barriales, que sirvieran para organizar todas las peleas del movimiento de mujeres a nivel nacional y, en este caso en particular, sirviesen para garantizar los abortos no punibles que los gobiernos provinciales, municipales y directivos de los hospitales no quieren practicar.  Así mismo, planteamos que las coordinadoras serían el espacio idóneo para preparar las movilizaciones por este y todos nuestros derechos, desde abajo y en forma asamblearia. ¿Y qué lugar mejor para empezar a organizarlas que un encuentro que reunió a más de 60.000 compañeras? Pensamos que estos espacios de base serían una palanca para armar en todo el país una gran movilización nacional para dejarle bien claro al próximo gobierno que el derecho el aborto tiene que estar en la agenda: que el 8 de marzo sea el #NiUnaMenos por aborto clandestino.

Pero mientras recibíamos el apoyo de muchas compañeras independientes del movimiento de mujeres, nos encontramos con organizaciones que parecían no dar cuenta de la coyuntura en la que nos encontramos, que parecían no estar al tanto de que estábamos asistiendo a uno de los Encuentros más masivos que ha habido, de que un millón de personas habían copado el país contra los femicidios y de que los problemas de las mujeres empiezan a ser un tema político de primer orden. Pues mientras nosotras fuimos con la intención de radicalizar el movimiento, de aprovechar esas nuevas ventanas que se abren y ayudar en la politización de las miles de mujeres que se suman a estas peleas, algunas organizaciones ni siquiera tuvieron propuestas, lo que en este caso es lo mismo que aplacar esas renovadas ganas de luchar.

 

Una Campaña Nacional sin estrategia

 

La primera gran ausente fue la Campaña por el Derecho al Aborto legal, seguro y gratuito, que parece que se olvidó de su propio nombre, e incluso del proyecto de ley por la interrupción voluntaria del embarazo. Este espacio no solo no asistió organizadamente a dar la batalla por el aborto legal, sino que en los talleres en los que estuvieron, fueron resignadas a plantear la línea posibilista: como no conseguimos el derecho al aborto, tenemos que contentarnos con tratar de conseguir pastillas de Misoprostol e intentar practicarnos entre nosotras los abortos, en la clandestinidad y, sobre todo, sin exigirle al Gobierno y al Estado el derecho al aborto en el sistema público de salud.

 

Las K y su versión descremada

 

El kirchnerismo, que el año pasado había copado estos talleres para decir que con el Misoprostol hay aborto legal y en casa, esta vez no apareció en la mayoría de los talleres que discutían este tema. Quienes cumplieron el rol de defender al Gobierno fueron las compañeras de Patria Grande que, cual versión descremada de Nuevo Encuentro, repetían una y otra vez que el Misoprostol estaba en los Precios Cuidados y que haciendo abortos lo más seguros posible, creábamos conciencia y empoderamiento, y así, en la privacidad de la casa o el local partidario, avanzábamos hacia el derecho al aborto.

Todas las luchadoras feministas acompañamos a mujeres que necesitan abortar: intentamos hacerlo de la forma más segura posible, tratamos de que contemplen el caso como un no punible, ayudamos a conseguir médicos amigables que acompañen el tratamiento con pastillas y demás. Pero para Las Rojas esto dista mucho del aborto seguro en el hospital y, también, dista mucho de ser una práctica que saque nuestros derechos de la clandestinidad. El gobierno K prefiere pactar con las iglesias y que sigamos abortando clandestinamente, aunque mueran miles de mujeres, que garantizar este derecho. Para Las Rojas, la ayuda mutua entre mujeres para poder abortar no es más que una táctica de supervivencia en un país donde las mujeres vivimos las fatales consecuencias de la clandestinidad del aborto: la única estrategia para legalizar el aborto es la movilización política en las calles y la organización permanente.

 

El PTS a la derecha del sentido común

 

Tristemente, tenemos que decir que las compañeras del resto de la izquierda revolucionaria no jugaron ningún papel que ayude a la politización de este nuevo y ampliado movimiento de mujeres. No amerita que nos detengamos a hablar del PO, que prácticamente no participó de los talleres y cuando lo hizo las compañeras casi que se llamaron al silencio.

Sin embargo, Pan y Rosas (PTS) dio que hablar. Tras aparecer un día tarde en los talleres, también llevaron una propuesta muy concisa al Encuentro: votar a Del Caño, porque él está a favor del derecho al aborto. Las Rojas y el Nuevo MAS también participamos de las elecciones en las PASO y fuimos la única lista que levantó a viva voz el derecho al aborto en el hospital, ¡pero jamás osaríamos decir que nuestra estrategia para lograrlo es acumular votos de la gente que apoya el derecho a decidir! Mientras el sentido común de amplios sectores de la sociedad empieza a ver que hay que salir a la calle como en el #NiUnaMenos, el PTS quiere reducir toda esa fuerza en un sentido democratista, en el episodio electoral.

 

Es momento de luchar

 

La única conclusión posible de la escuela de Estrategias es que las organizaciones de la Campaña Nacional por el derecho al aborto están por detrás de las necesidades del movimiento. Contra la corriente, nosotras insistimos en que hoy más que nunca es momento de luchar. Y que más que nunca es momento de exponer ante la sociedad nuestros reclamos. Que no vamos a acompañar el operativo K de escondernos entre paredes y bajo techo.  Cuando nuevas compañeras se suman a esta y todas las peleas del movimiento de mujeres, cuando empieza a verse más claramente que la pelea es contra el Gobierno que no dio en 12 años el derecho al aborto y contra todo el aparato del Estado que niega los no punibles, cuando cualquiera de los gobiernos venideros serán aún más conservadores, vemos que la única solución es profundizar, politizar y radicalizar esta lucha en las calles.

Tenemos por delante el desafío de que el próximo 8 de marzo sea un evento político a nivel nacional: tenemos que plantarnos para que sea el #NiUnaMenos por aborto clandestino en todos los puntos del país.

 

Tofi Mazú

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