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La imagen del Director de Recursos Humanos trepando una reja, con el torso desnudo, para escapar de los trabajadores movilizados que ocuparon el Comité Central de Empresa de Air France, ha dado la vuelta al mundo. Mientras el gobierno denuncia “escandalizado” esta “violencia inaceptable” y se pone del lado de la patronal defendiendo la re-estructuración, mientras algunos dirigentes sindicales condenan también la “violencia” (como lo hizo Jean-Claude Mailly, secretario general de la confederación Force Ouvrière ou la CGT que declaró que “no quería que el CCE sea ocupado”), nosotros reafirmamos que son los despidos, las reestructuraciones y la degradación de las condiciones de trabajo los que constituyen hechos de una violencia profunda.

No satisfecho con las sucesivas oleadas de despidos implementados en los últimos años (15.000 despidos desde el 2012, cuando la empresa tenía 63.000 empleados), la dirección de Air France anunciaba en el CCE que fue ocupado un plan que incluía la eliminación de 2.900 puestos (300 pilotos, 900 azafatas y azafatos, 1.700 en el personal de tierra), reducción de frecuencias y de la flota (cancelación de pedidos de Boeing 787). La supresión de puestos son la consecuencia de la voluntad de aumentar la productividad en un 10% antes de 2017: no se trata, por lo tanto, de reducir el nivel de actividad, sino de hacer funcionar la empresa con menos empleados, redoblando la explotación de estos y empeorando aun más sus condiciones de trabajo.

Además de la voluntad económica de aumentar los márgenes de ganancia reduciendo sustancialmente la “masa salarial” de la empresa, el plan de reestructuración se desprende también de una voluntad política: romper el espíritu de lucha de los empleados, imponer una derrota en regla para continuar en el futuro con más ataques. No hay que olvidar que Air France había sufrido una importante derrota hace un año, cuando una histórica huelga de pilotos había obtenido la anulación del plan de desarrollo de “Transavia Europa” (filial low cost del grupo Air France), con el cual la empresa pretendía destruir las condiciones de trabajo de los empleados obligándolos a firmar contratos menos favorables.

Es por esto que la dirección de Air France intenta hacer pasar el plan de reestructuración como una consecuencia «natural» del «egoísmo» de los pilotos que no han aceptado realizar 100 horas de vuelo (200 horas de trabajo) más al año sin aumento de salario. Así se pretende dividir a los trabajadores, hacer recaer la responsabilidad de la situación actual en una categoría «privilegiada» de los trabajadores que «no quiere hacer sacrificios». Pero los únicos privilegiados son los ejecutivos y los accionistas de Air France, que obtienen jugosas ganancias mediante la explotación de todos los trabajadores de la empresa.

Los pilotos no tienen por qué hacer «sacrificios» en nombre de las ganancias de la empresa. Además, el ataque a las condiciones de trabajo de los pilotos es el preámbulo de ataques contra las condiciones de trabajo de todas las categorías de personal: cualquier victoria de un sector de los trabajadores es un punto de apoyo para los trabajadores del conjunto de la empresa. Además, el plan presentado por la dirección de Air France constituye un ataque contra todos los trabajadores de la empresa, donde todas las categorías sufrirán despidos y el deterioro de sus condiciones de trabajo. Se trata por lo tanto de una oportunidad excepcional para unir a todos los trabajadores de Air France, unidad que es esencial para poder derrotar la alianza entre empresarios, gobierno y sindicatos vendidos.

La ocupación del CCE ha logrado que se hable de la lucha de Air France en todo el mundo y ha mostrado la verdadera cara del “diálogo social”: una trampa que se utiliza para hacer pasar los más brutales ataques bajo una máscara «democrática». Saludamos la iniciativa y la combatividad de los trabajadores, cuya acción demuestra la bronca creciente contra los ataques contra nuestra clase, bronca que se extiende mucho más allá de los trabajadores de Air France. Este debe ser el punto de partida de una lucha de conjunto contra el plan de reestructuración, que una a todas las categorías de personal, desde abajo, de forma democrática y más allá de las divisiones sindicales. La lucha de Air France también debe ser un punto de apoyo para todos los trabajadores que luchan contra ataques similares: en los hospitales de Paris, en la educación, la lucha de los recolectores de basura de París y en todas partes donde los trabajadores se levantan contra los despidos y el deterioro de sus condiciones de trabajo.

 

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