Por Rafael Salinas


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Masiva rebelión estudiantil, protestas de docentes y trabajadores, y enorme descontento

 

“Paraguay es como una mujer fácil y bonita con la que podrán hacer lo que quieran. Podrán repatriar casi todo lo que ganen, los impuestos que deberán pagar serán mínimos, y sobre todo no tendrán que cargar con el lastre de los sindicatos.” (Horacio Cartes, presidente de Paraguay, hablando a inversores extranjeros al asumir el cargo, Última Hora, 20/08/2013)

“Usen y abusen del Paraguay, porque este es un momento importante de oportunidades.” (Horacio Cartes, hablando a un centenar de empresarios brasileños, Última Hora, 18/02/2014)

“Una vaca o un perro son iguales a cualquier alumno.” (Froilán Peralta, rector de la Universidad Nacional de Asunción, Paraguay.com, 21/09/2015)

Paraguay vive en estos momentos una situación política que abre signos de interrogación sobre el futuro de su narco-presidente, Horacio Cartes, y también del régimen autoritario-policial que encabeza… un régimen al que los maquillajes electorales ya no logran disimular ni su brutalidad ni su corrupción.

Esto comenzó unos dos meses atrás, con un hecho que ningún medio informó. Los alumnos del colegio secundario de Salesianos en Asunción hicieron una sentada de protesta. Habitualmente, algo así no trascendía las paredes de un colegio o una facultad. Pero ahora esa chispa encontró la suficiente cantidad de pólvora acumulada.

La protesta se fue extendiendo cada vez más, con ocupaciones, sentadas y manifestaciones masivas en las calles. De los colegios secundarios públicos y privados, el incendio pasó a la Universidad Nacional de Asunción (UNA), la principal y más antigua del país.

En la UNA, el 22 de septiembre, miles de estudiantes tomaron las 12 facultades, y los decanos quedaron prisioneros hasta la noche, encerrados en una pieza a más de 40º de temperatura y sin aire acondicionado. Antes de asfixiarse, los estudiantes los echaron de la UNA. Pero, al salir, la situación empeoró para ellos. Una gran multitud hostil los estaba esperando. Los gritos de “delincuentes”, “canallas”, “crápulas”, “ladrones”, “ignorantes” eran lo más suave que se escuchaba. Sólo la intervención de los estudiantes los salvó de ser linchados en su huída.

Froilán Peralta –veterinario, rector de la UNA y famoso por su inspirada frase: “Una vaca o un perro son iguales a cualquier alumno”– se salvó de ser capturado al no ir ese día a la Universidad. Pasó a la clandestinidad y, luego, abandonó el cargo mientras un juez investiga sus robos.

Más sectores se unen a las protestas, reflejando un descontento general

Lo notable es que el movimiento tiende a prolongarse después del estallido de los secundarios y el de la UNA, y ahora abarca también a otros sectores.

El lunes 5 de octubre, hubo grandes movilizaciones de estudiantes y trabajadores de la educación en Asunción y otras ciudades, con manifestaciones, cortes de ruta y toma del edificio del Ministerio de Educación y Cultura (MEC). Los principales reclamos son el aumento del presupuesto de educación a un 7%  del PBI y terminar con el autoritarismo y la fenomenal corrupción del aparato educativo y estatal.

Pero el trasfondo de esto va mucho más allá. Una encuesta de IBOPE-Paraguay de agosto pasado revela un 64% de dura desaprobación al gobierno de Cartes. A dos años de asumir, el descontento creciente y generalizado contra la pandilla del Partido Colorado es arrasador… pero también afecta a la falsa “oposición” del “Partido Liberal Radical”, que le hace el juego. Es que, en muchos casos, por ejemplo, en la Universidad, hay un reparto negociado de puestos, prebendas… y oportunidades de robar a cuatro manos… y a los liberales también les toca su parte.

Este descontento generalizado –como decíamos– tiñe al presente movimiento de un contenido político que objetivamente apunta más allá de los “educadores” que consideran a sus alumnos vacas o perros, o el escándalo de “profesores” que cobran sueldos fenomenales por siete cátedras a las que nunca concurren. Cuestiona, potencialmente, a todo el escenario político, incluyendo al presidente Cartes.

Las consecuencias de una derrota

El actual gobierno es producto de una derrota popular, el golpe “blando” que derrocó sin gran resistencia al gobierno del pusilánime ex-obispo Lugo en 2012. Esta derrota se combina con los rasgos de autoritarismo brutal de los aparatos políticos y estatales, heredados de décadas de dictaduras.

Esta seria derrota política (agravada por la vergonzosa actitud de Lugo) y las ilusiones sembradas en Cartes (que asume la presidencia en agosto de 2013) abrieron expectativas en sectores de la clase media urbana (cuyos hijos iniciaron ahora este movimiento de protesta) pero también en medios más populares.

Sin embargo, el neoliberalismo salvaje y entreguista, encarnado por Cartes, burló sus ilusiones. No trajo ningún beneficio a esos sectores, ni por supuesto a la clase trabajadora. Cartes se jacta de que el PBI de Paraguay, según las estadísticas oficiales, habría crecido en 2014 un notable 4,4%. ¡Pero eso –y mucho más– ha ido a los bolsillos de los empresarios, en gran medida extranjeros, que aplican al pie de la letra su consigna: “¡usen y abusen del Paraguay!”. La gran mayoría no ha notado mejoras. Está peor.

Los festejos por los “éxitos” de la economía más bien han exacerbado la rabia de los que no les toca nada en el reparto. Como sucede en todo el mundo, el “crecimiento” económico neoliberal acarrea una distribución cada vez más desigual y polarizada.

En el caso de Paraguay –como hemos visto también recientemente en Honduras– la rabia se exacerba además por la fenomenal corrupción de políticos y funcionarios.

Una alternativa política de los trabajadores, la juventud y los sectores populares contra Cartes

Las manifestaciones y protestas han levantado exigencias democráticas y económicas, desde el rechazo al autoritarismo hasta la cuestión del presupuesto educativo (y su saqueo por colorados o liberales). ¡Esto es un gran avance desde la situación de retroceso y derrota provocada por el ex-obispo!

Pero con eso no basta. Este primer paso, exige seguir adelante… so pena de retroceder. ¿Es que algo puede cambiar bajo Cartes, que gobernaría hasta 2018 con la línea de que “Paraguay es como una mujer fácil y bonita con la que podrán hacer lo que quieran”?

Hoy este gobierno ya goza del fuerte rechazo de dos tercios del pueblo paraguayo. Hay que luchar para que ese repudio generalizado, ese amplio descontento, se materialice en un movimiento que dé una alternativa política democrática. Esto tiene dos aspectos principales: el primero, que se vaya Cartes ya; el segundo, que el pueblo paraguayo decida democráticamente –por ejemplo, en una Asamblea Constituyente impuesta por su movilización– si quiere que Paraguay siga sometido a los explotadores nacionales y extranjeros, o es necesario un cambio revolucionario.

En este panorama, sería decisivo que la juventud y los educadores que se está movilizando, se relacionen con otros sectores de clase trabajadora que puedan estar dispuestos a luchar, como por ejemplo, los choferes de ómnibus.

Transformar el descontento general en movilización de la juventud y los trabajadores, es el medio para acabar con Cartes y abrir una nueva perspectiva.

 

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Sin “el lastre de los sindicatos” ni su “chantaje social”

 

“La crucifixión de choferes es un chantaje social, pues apelan a la compasión para recuperar sus puestos… Las empresas tienen todo el derecho de despedir a sus trabajadores.” (Guillermo Sosa, ministro de Trabajo, diario Hoy, 22/07/2015)

 

Ya vimos cómo el presidente Cartes, al asumir, prometió a los capitalistas que en Paraguay “no tendrán que cargar con el lastre de los sindicatos”. A través, principalmente, del Ministerio de Trabajo, aplica una política de “tierra arrasada”, en la cual ni siquiera son tolerados los sindicatos burocráticos. Cartes quiere imponer a palos el modelo yanqui de “open shop”; es decir, fábricas y empresas sin ninguna organización de sus trabajadores.

Pero esta política también comienza a tener contestación. Aunque todavía no es masiva, algunos casos están impactando.

En junio pasado, comenzó un conflicto en la empresa de ómnibus La Limpeña, propiedad del diputado Celso Maldonado del Partido Liberal, que es “la leal oposición de Su Majestad” al presidente Cartes.

Las condiciones de trabajo son horrorosas. La jornada “normal” sin pago de extras es de 18 horas, los trabajadores deben pagar las reparaciones de los ómnibus que manejan, la empresa se roba los aportes de retiros (jubilaciones), etc., etc. Finalmente hartos, los choferes comenzaron a organizar un sindicato. La respuesta del diputado liberal fue despedir a 57. El Ministerio de Trabajo se alineó, por supuesto, con la patronal.

En medio de un retroceso, y cuando además no habían estallado las protestas estudiantiles, los despedidos decidieron llamar la atención. Se instalaron en carpas frente a la empresa y el Ministerio… y sus dirigentes comenzaron a crucificarse semanalmente.

Esto comenzó a tener cierto impacto, incluso internacionalmente. A fin de agosto, se hizo una marcha de solidaridad de diversos sindicatos al Ministerio de Trabajo. Al acercarse, fueron brutalmente reprimidos, con palos y balas de goma. Es que, como dijo el ministro, no va a tolerar “chantajes”.

 

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Breve prontuario de Cartes & Family Corp.

 

La calamidad que fue Lugo, dejó una desmoralización y confusión políticas bien aprovechadas desde la derecha. Horacio Cartes fue “vendido” en el “mercado electoral” como un “hombre nuevo” en política (recién en 2009 se afilió a un partido). Era la necesaria “renovación” que aportaría un “joven empresario exitoso”.

Al igual que Mauricio Macri –con quien se parece en algunos aspectos, en primer lugar en el neoliberalismo rabioso– Cartes da el salto a la política desde el fútbol. Era presidente del Club Libertad, uno de los principales de Paraguay. Esto le dio una “popularidad” convenientemente vacía de definiciones políticas.

Pero Cartes también tiene una trayectoria “empresaria” peculiar. Él y su familia pertenecen a esa lumpenburguesía que tiene peso relevante en Paraguay y otros países latinoamericanos.

Así, después de estudiar en EEUU enviado por su familia –concesionaria de las avionetas Cessna–, el “joven emprendedor” Horacio Cartes fundó en 1989 la casa de cambios Amambay (luego Banco Amanbay)… que a mediados de los 90 organizó una estafa por 34 millones de dólares al Banco Central. Por ese primer “emprendimiento”, Cartes estuvo prófugo cuatro años, hasta que la Corte Suprema, bien adobada, lo sobreseyó.

El negocio familiar de las avionetas ha tenido también sus rentables desarrollos. Según documentos de la DEA revelados por Wikileaks, los Cartes están implicados en operaciones y lavado de dinero provenientes del contrabando de cigarrillos y drogas en esos artefactos voladores. En el 2000, fue capturada una avioneta en la estancia La Esperanza, perteneciente a Horacio Cartes, con 343 kilos de marihuana y 20 de cocaína. Su tío, Juan Domingo Viveros Cartes, pasó seis años en las cárceles brasileñas por narco. El sobrino, tuvo más suerte. Aterrizó en la Presidencia de Paraguay.

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