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Esto sí fue magia

 

Con toda puntualidad, el gobierno envió al Congreso el proyecto de ley de Presupuesto 2016, con la particularidad de que, por primera vez en la era kirchnerista, se trata de un presupuesto que deberá ejecutar otro gobierno. Y esta situación se ve reflejada de más de una manera, en lo que dice, en lo que oculta, en lo que promete sabiendo que no puede cumplir y en lo que busca, solapadamente, poner condiciones a su sucesor.

La llamada “ley de leyes” siempre fue para el kirchnerismo un instrumento político además de económico. En los dorados y lejanos tiempos de los superávits gemelos (fiscal y comercial), el mecanismo era subestimar los ingresos en el Presupuesto para administrar el excedente a discreción del Ejecutivo. Cuando las épocas de vacas flacas empezaron a apretar, el Presupuesto maquillaba déficits o dibujaba cifras de crecimiento o inflación para acomodar las cuentas, acallar críticas o salvaguardar las patas más flojas del “relato” con fines electorales. Ahora, como dijimos, entran otros factores, siempre siguiendo la línea ascendente de los últimos años de creciente divorcio con la realidad económica. La novedad quizá más interesante, sin embargo, es un sigiloso “sinceramiento” de algunas variables en el sentido del ajuste fiscal que, también a su manera, anunció recientemente Scioli en su acto en el teatro Ópera.

 

Disneylandia en los números grandes…

 

Las cifras más generales del Presupuesto son a la vez las que más dudas generan. No sólo en la oposición, que las cuestiona por obvias razones de campaña, sino también, aunque con sordina, en el equipo de Scioli, que debe estar rascándose la cabeza pensando cómo conciliar el cuento de hadas que presentó Kicillof con la realidad.

Por lo pronto, la cifra de crecimiento, más que optimista, es casi una apuesta de lotería: la estimación de una suba del 3% del PBI en 2016 no se desprende lógicamente del conjunto de las demás variables, sino que parece un número revoleado poco menos que al azar, cuidando de no ser del todo disparatado. Claro que si el propio Kicillof calcula un crecimiento del 2,3% para este 2015, cuando las consultoras privadas ven recesión o como máximo entre un 0 y un 1% de crecimiento, tal vez no le cueste mucho seguir subiendo la cifra para un gobierno que ya no integrará. Ni hablar del contexto internacional: suponer que Brasil va a crecer aunque más no sea el 0,7% que dice Kicillof es directamente una expresión de deseos, considerando la crisis económica y política que atraviesa el gigante vecino. Y la previsión de crecimiento del mundo del 3,8% es todavía más optimista que la del FMI.

Mucho menos creíble todavía resulta la inflación proyectada en el 14,5%, por debajo del “15,4%” de este año. Por empezar, aun con la desaceleración que efectivamente hubo desde niveles del 35-40%, nadie en su sano juicio y que haga las compras en el supermercado puede creer que este año la inflación será menos del 25%. Tanto es así que, en contraste, resulta mucho más realista el objetivo de Scioli de reducir la inflación a un dígito (es decir, al 9,9%) a lo largo de todo su eventual mandato. Según el presupuesto 2016, ese camino ya estaría casi terminado en diciembre del año que viene…

Pero la perla del Presupuesto es, sin duda, la previsión del tipo de cambio. La cotización del dólar promedio para 2016 se calcula en $10,60 ($11,20 para fines de ese año). ¡Vaya, Kicillof parece creer que Scioli va a ser todavía más conservador que el kirchnerismo! Porque sólo en lo que va de 2015 el gobierno devaluó la moneda algo más de un 10% (lo que en realidad es revaluar, porque está por debajo de la inflación real), y habría que calcular como mínimo un 15% para todo el año, en el mejor de los casos. Ahora bien, esos $11,20 que Kicillof estima para diciembre de 2016 implican una devaluación incluso menor a ese 15%. ¡Como si no supiera todo el mundo (empezando por el equipo de Scioli) que el gobierno está atajando la presión del tipo de cambio como quien aguanta las paredes del rancho con la mano!(1) El propio Miguel Bein, principal asesor económico de Scioli, reconoció con toda franqueza incluso después del acto en el Ópera que van a “intentar devaluar lo menos posible”.

La cifra de dólar resulta tanto más disparatada cuanto que, con cierto optimismo pero no con delirio, se prevé un superávit comercial muy módico, de apenas 4.000 millones de dólares (y con un intercambio comercial exterior sin recuperarse). Esto ya es más de lo que se espera para este año, pero incluso si fuera así, ¿puede explicarnos Kicillof por qué el dólar va a estar tan tranquilo si la única fuente genuina de divisas, el comercio exterior, da una superávit que no alcanza ni para cubrir los viajes de argentinos al extranjero? ¡Tampoco se prevén pagos a los holdouts, algo que haría el propio Kicillof en 2016 si fuera ministro! Tal es la seriedad de los números macroeconómicos del Presupuesto 2016.(2)

 

… y ajuste en la letra chica

 

Curiosamente, en el detalle de algunas cuentas fiscales aparece al menos una puntita de la verdad económica de 2016 (y de 2015), es decir, el ajuste. Sucede que, aunque la Ley de Administración Financiera impide al gobierno enviar al Congreso un presupuesto que contemple déficit (triunfo póstumo de Cavallo y su déficit cero), maquillar un agujero de más de 100.000 millones de pesos se hace cuesta arriba. Por eso vino la aclaración de que, como un favor al futuro gobierno, se va a prorrogar una vez más la ley de emergencia económica y el impuesto al cheque.

Un primer dato que habla de empezar a reconocer la astringencia fiscal es que el Presupuesto calcula un aumento de los ingresos del 21% contra un aumento del gasto de sólo el 16%, es decir, en línea con la inflación. Se ve que confían en que Scioli tenga una moderación fiscal de la que carecieron los dos mandatos de Cristina…

Como para dar una mano en esa reducción del gasto, aparecen algunas cifras inéditas (aunque no sorprendentes, a esta altura). Por ejemplo, se prevé una reducción de las partidas para Cammesa y Enarsa que dan un total de $23.400 millones en menor gasto de energía. Quedan pocas dudas de que esto es un guiño al plan Bein-Scioli de reducción de subsidios a la factura de luz eléctrica.(3)

En cambio, se mantienen los subsidios al transporte automotor (suben un 28,%). Se ve que recuerdan los disturbios de junio de 2013 en Brasil, originados en un tarifazo del colectivo. No pasa lo mismo con el transporte ferroviario, cuyos subsidios quedarán casi congelados, con una suba de apenas el 6%.

Otro rubro que sufre una poda relativa es nada menos que las asignaciones familiares, a las que se asigna una suba del 11%, por debajo incluso de la fantasiosa inflación proyectada.

Como se ve, entre los números del Presupuesto de Kicillof y el plan Bein hay más o menos la misma relación que entre Cristina y Scioli: cuando puedo te aporreo y cuando no me queda más remedio te ayudo. Las variables macro son un dolor de cabeza para el candidato del FpV; los números fiscales son un guiño a la modalidad de ajuste que propone el equipo económico de Scioli. Así lo resume un analista:

“Devaluar lo menos posible y no abrir el cepo hasta que Argentina pueda emitir deuda en los mercados internacionales y se asegure que los dólares van a entrar y no seguir saliendo. Legalizar el contado con liquidación y permitir la libre entrada de dólares al país con un amplio blanqueo a través de la compra de títulos públicos. En lo inmediato, mientras se retoma lo antes posible la negociación con el juez Griesa y los holdouts, eliminar todas las retenciones menos las de la soja, que bajarían de 35% a 20%. El resto, a cero. (…) En contraparte, de inmediato y como medida de ajuste, un fuerte aumento generalizado en las boleta de la luz de todo el área Metropolitana. Serían eliminados 100% de los subsidios en la tarifa eléctrica, y sólo se mantendrían para los beneficiarios de la Asignación Universal por hijo. Se trata de 13 millones de facturas que actualmente pagan promedio $35 por mes. Suponen que con ese ajuste ahorran unos 50.000 millones en subsidios. (…) Todo eso prometen en estas horas los economistas de Daniel Scioli, el equipo que entre otros integran Silvina Batakis, Miguel Bein, Miguel Peirano, Gustavo Marangoni, Rafael Perelmitter, Nicolás Scioli, Diego Bossio y Mario Blejer” (G. Kohan, El Cronista Comercial, 17-9-15).

No hay necesidad de confirmaciones ni desmentidas: no es una infidencia ni un off the record. Es lo que vienen diciendo desde hace semanas, incluso meses. Que no se anuncie a los gritos en los actos de campaña no significa que sea un secreto. Claro que “una parte del plan Scioli nadie la confiesa. Un poquito de devaluación seguramente habrá, tal vez no más de 20%. Nadie se perdería la oportunidad con un nuevo gobierno de tomar aire adicional. Tratarán de devaluar lo menos posible, como prometen. (…) La estrategia política que acordaron los técnicos de Scioli es tratar de instalar que el que quiere y propone la maxidevaluación es Macri” (ídem).

¿Hace falta aclarar que alcanza con ese “poquito de devaluación” para que todas las cifras y proyecciones macro del Presupuesto 2016 se conviertan en papel mojado?

Marcelo Yunes

 

Notas

  1. Un ejemplo fue la reciente resolución de la Comisión Nacional de Valores que obliga a los fondos de inversión a contabilizar sus tenencias en dólares al valor oficial y no al del contado con liquidación, como hasta ahora. Sin entrar en detalles demasiado técnicos, digamos que el objetivo es obligar a esos fondos a desprenderse de activos dolarizados y aliviar así la presión sobre el tipo de cambio (al menos en algunas de sus variantes).
  2. Entre las tantas previsiones antojadizas del Presupuesto, se dice que la tonelada de soja en 2016 valdrá 375 dólares. Hoy está en 316. De dónde vendrá ese salto de casi el 20%, cuando viene bajando desde principios de año, y por qué llegará exactamente a 375, y no a 420 o 650, es otra de las muchas preguntas que quedarán sin responder.
  3. Otra damnificada es YPF. El pomposamente llamado “Programa de Planificación y Coordinación Estratégica del Plan Nacional de Inversiones Hidrocarburíferas” sufrirá un recorte de casi 9.000 millones de pesos.

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