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“Es sabido que la socialdemocracia alemana, a medida que se hundía en la charca, haciéndose más y más oportunista, derivaba cada vez con mayor frecuencia a una torcida interpretación filistea de la célebre fórmula que declara a la religión “asunto de incumbencia privada” […] y con ello rebajaba el partido del proletariado revolucionario al nivel del más vulgar filisteísmo “librepensador”, dispuesto a tolerar el aconfesionalismo, pero que renuncia a la tarea del partido de luchar contra el opio religioso que embrutece al pueblo”.
Lenin en “El Estado y la revolución”
La semana pasada Patria Grande publicó un artículo en su quincenal Cambio titulado “Movimientos populares, cambio social y feminismo en la ‘Era Francisco’”[1], en el que su autora intenta “aportar algunas líneas de reflexión al debate abierto en Cambio sobre el rol de Francisco”. Escudándose en la libertad de credo, la autora presenta un apoyo crítico al Papa y esboza una tibia estrategia para intentar que incorpore la agenda de género a su discurso.
Entendemos que este artículo presenta peligrosos elementos de adaptación que nos gustaría problematizar, contribuyendo a un debate que en buena medida está saldado en la izquierda revolucionaria pero que aparentemente no lo está en la izquierda reformista-populista: el rol del Vaticano y la Iglesia en la sociedad capitalista.

Del escepticismo al apoyo crítico
En un artículo del 14 de marzo de 2013 titulado “Ante la asunción del papa Francisco”[2], la precursora de Patria Grande, Marea Popular[3], deslizaba que podría haber un cambio en el accionar de la Iglesia a partir de la elección de Bergoglio, un arzobispo latinoamericano y jesuita al frente del Vaticano.
Pasado un tiempo, en el marco de la gira latinoamericana encarada por el Papa, Patria Grande se mostró entusiasta frente a su pregón de las tres T (Tierra, Techo y Trabajo) y su vinculación con el castrismo, el chavismo y el gobierno de Evo Morales, que vio como un giro político progresivo frente a la acechanza del imperialismo y las derechas liberales latinoamericanas.
Finalmente, en el artículo de la semana pasada, se llega al ridículo de argumentar que “en este contexto mundial, y en particular latinoamericano, donde los sectores conservadores acechan y avanzan, sus palabras y gestos ayudan a la legitimación social de buena parte de las luchas populares y gobiernos progresistas y de izquierda en la región. Y lo hacen con un alcance masivo, poniéndolo en tapa de los diarios del mundo”, casi inadvertidamente separando al Vaticano de los sectores conservadores que avanzan en la región.
Otra vez, espejitos de colores

La asunción de Bergoglio como sumo pontífice en 2013 sorprendió a todo el mundo, en particular a América Latina que por primera vez tendría un papa propio. Y es que no fue para menos: tras la renuncia del ultra conservador Ratzinger en medio de un escándalo de corrupción, la asunción de un papa latino y jesuita (¡incluso peronista se llegó a decir!) pareció para muchos una señal de que habría un cambio en la política del Vaticano.
Y efectivamente hubo cambios en el discurso de la Iglesia en cuestiones como el divorcio y más visiblemente frente a la corrupción y la pedofilia rampantes en la era Juan Pablo-Benedicto (2005-2013)[4]. Particularmente, cambió su abordaje de los gobiernos “progresistas” y de los movimientos populares, como bien da cuenta Patria Grande. Pero esto no obedece a un giro “progresista” en la Iglesia Católica, por el contrario se trata de una estrategia de cooptación y adaptación por parte del Vaticano de cara a una de las regiones más problemáticas para el imperialismo, América Latina.
Muestra de esto es el rol mediador que jugó en el histórico conflicto entre Cuba y Estados Unidos –¡que culminó no sólo con la bandera yanqui ondeando en La Habana sino también con la afirmación de Raúl Castro de que “volvería a rezar”!– o el reaccionario aporte que le hizo a la reforma del Código Civil en Argentina, que ahora considera la vida humana a partir de la concepción –un nuevo escollo en la lucha por el aborto legal– y elimina la laicidad obligatoria para la educación pública.

Una Iglesia patriarcal, a pesar del maquillaje

Tampoco se puede perder de vista el papel que juega la Iglesia de cara al movimiento de mujeres. Un rol retrógrado y reaccionario que para Patria Grande no sería un problema, siempre y cuando no “se transforme en imaginario social, en lobby y en muchos casos en política de Estado”. A pesar de que, como señalamos con la reforma del Código Civil, esto ha pasado, ¡y sin ninguna mejora a la vista en tierra, techo y trabajo!
Hay un problema en entender la dinámica de la lucha del movimiento de mujeres a partir de los “consensos sociales” o la “agenda pública” y no de las luchas concretas que da contra los principales sostenedores del patriarcado: el Estado, la Iglesia y la Justicia. Justamente Patria Grande, cuando en su nota da cuenta de los logros del movimiento de mujeres no hace más que enumerar leyes que el kirchnerismo ha dado para no avanzar en las discusiones de fondo sobre el rol de la mujer en la sociedad, que tanto los gobiernos populistas como la Iglesia están de acuerdo en que debe ser subordinado al del hombre, como sostén de la familia patriarcal capitalista.
No es casual la postura que adopta una corriente para la cual esta sería una problemática casi exclusivamente cultural (como si dependiera de cada uno “despatriarcalizarse”), pero que brilla por su ausencia en las luchas concretas que lleva adelante el movimiento de mujeres o si participa lo hace con total formalidad. ¿Qué clase de “feminismo popular” pretende construir Patria Grande de la mano de la Iglesia y a espaldas de las luchas del movimiento de mujeres?
La Iglesia y el gobierno una y mil veces han demostrado que los derechos de las mujeres no forman parte de su agenda, por eso desde Las Rojas y el Nuevo MAS defendemos incondicionalmente la organización independiente de las mujeres para luchar por sus derechos. El próximo Encuentro Nacional de Mujeres en Mar del Plata es una enorme oportunidad para esto. ¿Veremos a las militantes de esta organización ahora aliadas a la Iglesia, principal enemiga de la organización independiente en los Encuentros?
Decimos entonces que no, que no habrá avances en tierra, techo y trabajo de la mano de la Iglesia y que la confianza que le deposita Patria Grande escudándose en la libertad de credo sólo nos llevará a retroceder en derechos en materia de género.
Afirmamos por el contrario que en los únicos que podemos confiar los trabajadores, la juventud y las mujeres es en nosotros mismos y que sólo nuestra lucha, independiente y opuesta a los gobiernos capitalistas (por más progresistas que se pinten) y a la Iglesia nos dará nuestra verdadera emancipación.

 

Ya Basta La Plata

 

[1] Cambio N° 25 – http://patriagrande.org.ar/cambio/movimientos-populares-cambio-social-y-feminismo-en-la-era-francisco/

[2] http://patriagrande.org.ar/nacionales/ante-la-eleccion-del-papa-francisco/

[3] Al respecto ver: “Patria Grande: Un giro a derecha hacia el ‘reformismo estatista’ (SoB 298) – https://www.mas.org.ar/?p=2861

[4] Un operativo similar al llevado adelante por la monarquía española para lavarle la cara a la Corona: presentar una dimisión y hacer surgir una figura “aggiornada” a los tiempos modernos, más tolerante, anti corrupción y aparentemente abierta a las necesidades populares ¡sólo para mantener las mismas estructuras podridas que oprimen a los explotados!

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