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Por Volodymyr Ishchenko, LeftEast, 7 de Enero 2014

Recientemente un número de académicos e intelectuales reconocidos internacionalmente han firmado una carta en completo apoyo a las protestas pro-UE, en apoyo a la “sociedad ucraniana” contra el “gobierno ucraniano. Zygmunt Bauman, Ulrich Beck, Craig Calhoun, Claus Offe, Saskia Sassen, Charles Taylor, Michel Wieviorka, Slavoj Žižek y muchos otros celebraron las “legìtimas” y “pacíficas” protestas que representan, según ellos dicen, “los mejores valores europeos”, demandaron un proyecto de tipo “Plan Marshall” para Ucrania, y expresaron la esperanza de que, con su entrada a la Unión Europea, los ucranianos ayuden a construir “una nueva Europa y un mundo más justo”.

Desafortunadamente, la carta muestra un inaceptable nivel de incomprensión, simplificación y falsificación de las muy contradictorias protestas ucranianas, que contiene muy peligrosas tendencias, las cuales son legitimadas por estos supuestos académicos.

No cabe ninguna duda de que la gestión de Viktor Yanukovych es corrupta. Gobierna para los intereses de unos pocos ricos ucranianos, una sociedad altamente desigual y es responsable de una brutal represión de las protestas de la oposición. La mayoría de los manifestantes ucranianos asiste a las movilizaciones por una sociedad más justa y democrática, aun cuando ingenuamente relacionan esas esperanzas con una idealizada “Europa”.

Todavía “Euromaidan” no es un conflicto entre el gobierno ucraniano y la sociedad ucraniana como un todo. Poco antes de que empezaran las protestas, la sociedad ucraniana estaba al borde de una fractura entre los que apoyaban y los que se oponían a un acuerdo de integración a la Unión Europea. A comienzos de noviembre, la Unión Europea y la Unión Aduanera de Rusia, Bielorrusia y Kasajstán tenían cada una un apoyo del 40% de los ciudadanos ucranianos, mientras otros rechazaban ambas. Incluso después de la fuerte represión policial a los manifestantes de Euromaidan, varios sondeos están mostrando que del 40% al 50% desaprueban las protestas de Euromaidan. El apoyo al Euromaidan es fuertemente concentrado en la región occidental y central de Ucrania, mientras que en el Este y el Sur del país, donde hay mayor concentración de industria pesada, la aplastante mayoría rechaza sus manifestaciones. Están justificadamente preocupados por las consecuencias en sus trabajos y en su bienestar, tras un incremento de la competencia en caso de entrar en la zona de libre comercio de la UE y romper relaciones económicas con otros antiguos estados soviéticos. Rechazan el antidemocrático régimen, pero también el ajuste y las medidas de austeridad, que vendrán con los créditos del FMI, los cuales no serán muy diferentes a los denunciados por las numerosas movilizaciones en las calles de distintas ciudades de países pertenecientes a la UE. Presentar la posición de solamente la mitad de la población como si fuera la de toda la población ucraniana, mientras se silencia la voz de la otra mitad, es un nada democrático ejercicio de poder discursivo legitimado por su estatus académico.

Aunque las acciones de la policía antidisturbios fue sin lugar a dudas brutal, y el gobierno todavía es incapaz de castigar a los responsables de la violenta represión a la concentración del 30 de Noviembre, los manifestantes de Euromaidan tampoco son totalmente pacíficos. La ocupación de la administración municipal de Kiev no fue legítima, así como el derribo de la estatua de Lenin, acto vandálico que fue rechazado por la mayoría de los habitantes de la ciudad. Durante varias horas, el primero de diciembre los manifestantes se echaron encima de la policía desarmada junto al edificio de la administración presidencial, hasta que finalmente fueron finalmente atacados por la policía antidisturbios, resultando el más sangriento enfrentamiento en toda la historia de la Ucrania independiente, con más de 300 heridos. A pesar de la popularizada versión que afirmaba que la violencia vino de parte de “provocadores”, numerosas investigaciones muestran que la aplastante mayoría de los atacantes eran militantes neonazis y de la extrema derecha, que nuclean varios grupos nacionalistas participantes del Euromaidan.

La carta de estos reconocidos académicos, que en su mayoría son bastante progresistas, ignora sorprendentemente la extensión de la extrema derecha y su participación en las protestas ucranianas. Una de las más grandes fuerzas que componen el Euromaidan es el xenófobo partido de extrema derecha “Svoboda” (“Libertad”). Son quienes dirigen la seguridad de las manifestaciones y la vanguardia de las acciones más radicales, como la ocupación de los edificios de administración en el centro de Kiev. Antes de 2004, “Svoboda” se llamaba Partido Nacional-Socialista de Ucrania, y usaba la esvástica nazi como símbolo. El líder del partido, Oleh Tiahnybok es conocido por su discurso antisemita. Incluso después de su cambio de nombre, Svoboda desarrolla lazos de cooperación con otros partidos neonazis y neofascistas de Europa, como el Partido Nacional Democrático Alemán y Forza Nuova de Italia. Sus militantes se vieron frecuentemente envueltos en violencia callejera y en crímenes de odio perpetrados a inmigrantes y a oponentes políticos.

En el Euromaidan, particularmente, la extrema derecha atacó a un sector de izquierda de estudiantes que llevaban reivindicaciones económico-sociales y de igualdad de género a las manifestaciones. Varios días después la extrema derecha golpeó e hirió seriamente a dos activistas sindicales acusándolos de ser “comunistas”. Los eslogan, que ya se han establecido entre los protestantes, y que previamente eran parte de la subcultura de extrema derecha son cosas como “Gloria a Ucrania, gloria a los héroes” “Gloria a la nación, muerte a los enemigos” y “Ucrania por encima de todo” (tomado de la consigna nazi “Deutschland über alles”). El primero de enero, Svoboda organizó una marcha de antorchas para celebrar el cumpleaños de Stepan Bandera –el líder de la Organización de Ucranianos Nacionalistas, el cual colaboró por un período considerable con los nazis, participó en el Holocausto y fue responsable del genocidio de polacos en Ucrania occidental. Por supuesto, este sector de Euromaidan se encuentra muy ansioso por avanzar en construir una “nueva Europa”, que en caso de tener éxito no sería muy distinta del proyecto del nazismo.

No decir nada sobre este oscuro sector de Euromaidan, presentarlo como modelo de “madurez ciudadana” y como “los mejores valores de Europa” sólo legitima la xenofobia y el neofascismo, y los ayuda a ganar hegemonía en la sociedad civil ucraniana.

Ciertamente, tampoco se puede reducir el Euromaidan a una revuelta fascista, como frecuentemente muestran los medios de comunicación rusos. El nivel de autoorganización en las protestas y ocupaciones es impresionante, y las masivas movilizaciones convocan a cientos de miles de personas que no forman parte de ningún partido político ni organización civil, que esperan conseguir un cambio fundamental persiguiendo el sueño europeo. Sin embargo, la única representación política en las protestas proviene de los tres principales partidos de oposición: uno de ellos es el ultraderechista Svoboda, y los otros dos (liderados por Arseniv Yatseniuk y Vitali Klitchko) están llenos de políticos que se han desacreditado estando en el poder luego de la “Revolución Naranja” y están muy bien conectados con la oligarquía ucraniana. Ellos no tienen ni la capacidad ni la intención de buscar una reforma socioeconómica alternativa al capitalismo neoliberal oligárquico. Si triunfa el Euromaidan, estos partidos, y nadie más, accederán al poder. Ignorar este hecho y celebrar ciegamente cualquier alternativa al actual régimen represivo y corrupto, es políticamente irresponsable.

Las organizaciones civiles y los movimientos de base progresivos de Ucrania, realmente necesitan de todo el apoyo internacional en defensa de los derechos sociales y económicos de los sectores de la población más empobrecidos, y la construcción de una representación política genuina desde abajo. Pero las patéticas y superficiales palabras acerca de los “valores europeos” y las ingenuas propuestas de “tipo plan Marshall” para Ucrania, en estos momentos en que la Unión Europea no está ayudando en nada a Grecia y otras economías del sur de Europa que se encuentran en crisis, no los ayudan en ningún sentido. Podríamos esperar que estos tan reconocidos intelectuales y académicos de todo el mundo tomaran una posición crítica, que examinaran y analizaran todos estos importantes y desagradables hechos en lugar de silenciarlos, mientras legitiman a políticos desacreditados y ultraderechistas en su pelea por el poder.

*Volodymyr Ishchenko es un sociólogo que se dedica a estudiar la protesta social en Ucrania. Es el Directo del Centro de Investigación Social (Kiev), editor de “La Cámara de los Comunes: Diario para la Crítica Social” y conferencista del Departamento de Sociología de la Universidad Nacional de Kiev-Mohyta.

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