Por Ale Kur


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El 26 de agosto se realizó en la ciudad de Buenos Aires el encuentro anual del Consejo de las Américas. Se trata de un organismo fundado por el emblemático Rockefeller, que reúne a lo más granado de la burguesía yanki: grandes banqueros e industriales de las principales firmas del país[[1]].

En esta ocasión, la atracción principal del evento fue la participación de los tres principales candidatos presidenciables de nuestro país: Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa. Estos tres candidatos fueron a “rendir examen” ante los grandes multimillonarios de la principal potencia imperialista del mundo. El objetivo buscado (en los tres casos) era ganarse sus simpatías para un futuro gobierno.

Esto es, en sí mismo, una clara señal del clima de “fin de ciclo” que se vive. Los tres candidatos coincidieron en su discurso en la necesidad de hacer cambios. Por supuesto, ninguno mencionó que el sentido de esos cambios sea a favor de los intereses de los trabajadores. Por el contrario, el tono estuvo marcado por las frases como “acabar con el populismo derrochador” (Mauricio Macri), o los sutiles guiños de Daniel Scioli: “Aspiro a ser el presidente de la etapa de inversiones”[[2]] , «se viene la etapa de la asociación entre lo público y lo privado»,»cada etapa democrática necesita un perfil determinado de presidente» (siendo él el encargado de “garantizar previsibilidad y el diálogo de lo que viene»).

El sentido de estas frases no es otro que ir a una etapa en la que el gran capital imperialista tenga mayor vía libre para explotar a los trabajadores argentinos y a nuestros recursos naturales. El sentido de reconocerse en una “etapa” diferente a la de los últimos gobiernos kirchneristas, es precisamente indicar que se va hacia un “volantazo” a la centroderecha.

Si el kirchnerismo estaba de alguna manera “obligado” a hacer algunas concesiones a los sectores populares (por la enorme presión que imponían esos mismos sectores tras el Argentinazo de 2001), y si inclusive algunas de esas concesiones todavía deben ser mantenidas (por temor a futuros estallidos), en términos generales de lo que se trata ahora es de ir a una mayor “normalización” en las relaciones de fuerzas entre las clases.

Esto se debe a varias razones: una de ellas, es que la “experiencia populista” ya duró demasiado para lo que la burguesía está dispuesta a tolerar, especialmente dado que hoy la gobernabilidad burguesa no parece verse hoy jaqueada por el peligro inmediato de nuevas rebeliones populares. Entonces ¿para qué hacer o mantener concesiones que no son imprescindibles para el mantenimiento del sistema?

Pero hay otra razón que hace todavía más urgente para la burguesía cambiar el rumbo del país: la crisis económica internacional.  La caída en la actividad económica china (motor del crecimiento mundial en la última década), la mediocridad en la que se encuentran las economías del “primer mundo” desde 2008, la recesión en Brasil (principal socio comercial de nuestro país), y la tendencia a la baja de los precios de las commodities (petróleo, minería, soja, etc.), auguran un panorama económico muy sombrío para nuestro país en un futuro no muy lejano. En ese escenario, se reduce fuertemente el margen para “dejar contento a todo el mundo”. Si se mantiene el “populismo derrochador”, eso significa menores márgenes de ganancia para los capitalistas, cuentas que no cierran, tendencias inflacionarias descontroladas, etc.

Coincidencias y matices entre los candidatos del ajuste

Esto no significa, sin embargo, que los tres candidatos sean exactamente lo mismo. Mauricio Macri (y en cierta medida también Sergio Massa) encarnan de una manera directa y sin mediaciones estas exigencias de ir a un “fin de ciclo” liso y llano.

Daniel Scioli, por otro lado,  debe soportar sobre sus espaldas mayores contradicciones. No es que tenga ninguna resistencia de tipo “ideológica” frente al ajuste: se trata de un candidato conservador, un noventista clásico. Además, la “ideología” no parece importar demasiado a la hora de tener que reventar a la masas populares (ver sino el caso de Tsipras en Grecia).

Pero Scioli no deja de ser el candidato del Frente para la Victoria, el espacio político del oficialismo kirchnerista. Y por lo tanto no está exento de las contradicciones de ese mismo espacio.

Una de ellas es que el kirchnerismo apostó, a lo largo de sus 12 años de gobierno, a fortalecer un espacio político regional con características de cierta autonomía frente al imperialismo. Se mostró del lado de los gobiernos “progresistas” de la región como Chávez-Maduro, Evo Morales, Lula-Dilma Rouseff. El imperialismo yanki parece hoy más determinado que nunca a barrer a estos gobiernos, o por lo menos a doblegarlos hasta convertirlos en sus títeres (nuevamente, tenemos el ejemplo griego de cómo funciona esa dinámica).

Si bien cuesta imaginar a Scioli haciendo causa común con el pueblo venezolano contra los yankis y los gorilas locales, tampoco está claro que pueda ubicarse con bombos y platillos en el bando opuesto. Esta es, por lo tanto, una de las razones por las cuales el imperialismo yanki y las burguesías regionales no confían demasiado en Scioli.

La situación, entonces, se podría resumir de la siguiente manera: la burguesía (extranjera, regional y local) exige un “cambio de rumbo”, un ajuste en toda la línea, que termine con la “etapa populista” en el país y en el continente. Los tres candidatos principales están en líneas generales en sintonía con este objetivo, pero expresan sensibilidades diferentes (porque reflejan a diversos sectores políticos y sociales).

Por esta razón, el conjunto del “establishment” se inclina por la candidatura de Mauricio Macri, que es la que tiene menos contradicciones a la hora de pegar el “volantazo”. Esto no significa, sin embargo, que la derecha no pueda adaptarse eventualmente a un gobierno Scioli (que, por otro lado, parece muy difícil de evitar).

Llegado el caso, la batalla por el “fin de ciclo” se plantearía alrededor de imponerle un programa de gobierno lo más neoliberal posible: ese es el sentido, por ejemplo, de lo que está ocurriendo en este momento en Brasil con el gobierno de Dilma Rouseff y las cámaras patronales.

[1]Algunas de las empresas que lo conforman son, según Télam: American Express,  Bank of America, Bank of New Scotia, Barrick Gold, BlackBerry, Bank of New York-Mellon, Bunge Limited, Cargill Incorporated, Cisco Systems, Citigroup Inc., Coca-Cola, Direct TV, Exxon Mobil, Federal Express, Financial Times, Ford, General Electric, Goldman Sachs, Google Inc., Hewlett Packard, IBM., J. P. Morgan-Chase, Johnson & Johnson, Kraft Foods, Mc Donald, Microsoft, Monsanto, Pepsico…(http://www.telam.com.ar/notas/201508/117693-daniel-scioli-sergio-massa-mauricio-macri-empresarios-consejo-de-las-americas.html)

 

[2].- http://www.as-coa.org/blogs/buenos-aires-2015-blog-candidatos-presidenciales-en-councilarg

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