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A lo largo de la madrugada hasta el mediodía del día de hoy, jueves 30 de julio, se llevó adelante un corte parcial de la autopista Panamericana por la reincorporación de los más de 50 despedidos en la Línea 60 (en manos del monopolio de colectivos MONSA). Además de la cuestión de los despidos, desde un primer momento tiene un lugar destacado la denuncia del vaciamiento de la empresa y el literal “drenaje de subsidios” que hace la misma, embolsándose más de 10 millones de pesos por mes mientras el servicio empeora para los usuarios y las condiciones de trabajo son durísimas para los choferes.

En este marco, la lucha generó una simpatía popular con pocos antecedentes recientes, que se hicieron visibles en la Panamericana donde, lejos del enojo, los automovilistas y camioneros daban muestras de apoyo. Otro dato importante es el enorme repudio que generó la represión salvaje del martes 28 por parte de la Gendarmería y la policía de Scioli y Cristina, que dejó compañeros con varias heridas (algunas de gravedad). Pero no pudieron quebrar la lucha.

Hoy, durante el mediodía (en simultáneo con el corte) se conquistó una reunión con el Ministerio de Trabajo, que hasta ahora venía haciéndose el distraído o “pateando la pelota” a la justicia y la empresa, cuando todos ellos actúan de forma cómplice. De esta manera, se dio a conocer que 47 choferes que se encontraban despedidos debían presentarse en la cabecera de Constitución para manejar las correspondientes unidades, en principio sin ninguna medida disciplinaria extraordinaria y sin cobrar boleto –es decir, en condiciones que demuestran claramente que la alianza del Gobierno, la empresa y la burocracia debió retroceder.

Esto es un enorme triunfo de la lucha que dieron los compañeros, que en una situación adversa, con militarización de las cabeceras y en pleno año electoral llevaron adelante una pelea extraordinaria, con la particularidad de que no fue un grupo reducido el responsable de la misma sino la aplastante mayoría de los trabajadores de la línea. ‎Asimismo, la determinación de ocupar las cabeceras desde el primer momento permitió que la empresa no recuperara el control de la línea a lo largo de los más de 35 días que duró el conflicto.

Mientras compartimos la alegría por este paso adelante, sin bajar la guardia porque el conflicto aun no se cerró, junto a todos los trabajadores nos preparamos para que esta lucha continúe; para que el Gobierno, la justicia y MONSA no traten de hacer pasar maniobras y trampas para retomar la ofensiva y el conflicto realmente culmine con la reincorporación de todos los despedidos, parar el vaciamiento y avanzar en la estatización de la línea bajo control de sus trabajadores.

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