El pasado 19 de abril en un clima electoral frio donde primó cierta fragmentación, y con más de varias denuncias por irregularidades y fraude durante el escrutinio, se realizaron las PASO en la Provincia de Santa Fe. El desgano y la baja participación fueron la tónica de estas primarias donde competían precandidatos a gobernador, senadores, intendentes y concejales municipales. La baja asistencia a las urnas se hizo sentir con el escaso 66% en toda la provincia y en algunas ciudades como el de Rosario (donde se concentran la mayor parte de votantes de toda Santa Fe) no superó siquiera el 59%. Otro dato significativo fue la cantidad de «votos en blanco, nulos o no consignados» que ascendieron a un 12% del total.

Los resultados finales sobre un total de 1.694.775 votos emitidos arrojan 481.278 para la fórmula del PRO encabezada por Miguel de Sel y Jorge Boasso(UCR), seguidos de cerca por sendas listas del oficialismo santafesino: la de Miguel Lifschitz y la de Mario Barletta, que en el Frente Progresista totalizaron 475.785 votos. Por su parte el kirchnerismo con el Frente Justicialista para la Victoria consiguió 327.126 votos, dejando atrás a Omar «Cachi» Martínez y al chacarero Eduardo Buzzi, ambos candidatos del massismo en el Frente Renovador con 115.315 votos. Quedaron por debajo del piso mínimo de 40.000 votos y sin posibilidad de presentarse a las elecciones generales a gobernador tanto el Frente de Izquierda (PO-PTS-IS) como el Frente Social y Popular (PCR-MST-Patria Grande) que encabeza el periodista Carlos Del Frade. Ambas listas denuncian todo tipo de irregularidades en el cómputo de los resultados al darse a conocer los resultados provisiorios, ya que hasta el día lunes no se habían escrutado más de 700 mesas. Por su lado el gobierno del PS niega rotundamente estos cuestionamientos.

Si bien las distintas fuerzas políticas coinciden en plantear un escenario «abierto» por la poca diferencia que quedó expresada entre el PRO (Del Sel) y el binerismo de Lifschitz (Frente Progresista), es evidente que hubo voto bronca contra la gestión del PS en Santa Fe, como también lo expresa la pérdida de votos en su propio municipio de la actual intendenta del PS de Rosario, Mónica Fein en el que hasta ahora había sido un territorio seguro para el oficialismo santafesino. Por supuesto habrá que ver cómo se expresa esta tendencia en las elecciones generales. Aunque por defección del PS, el kirchnerismo demuestra algunos avances respecto de anteriores elecciones, pero aún no logra hacer pie en una provincia «sojera» por excelencia. Pero el gran «sapo» de la elección entre las fuerzas patronales lo hizo el massismo quien no consiguió despegar un perfil diferenciado del PRO (ambos pidiendo «más seguridad»), quedando por lo tanto muy lejos de las expectativas que venía manejando.

 

¿VOTOS O NECESIDADES DE LA CLASE TRABAJADORA?
La provincia de Santa Fe atraviesa una crítica situación no sólo en cuanto a los problemas derivados del «narcotráfico» y las redes de trata, donde comparten responsabilidades con el kirchnerismo a nivel nacional, si no que es acuciante el problema del empleo, la vivienda, la salud y la educación para los trabajadores y sectores populares que vienen sufriendo las consecuencias sociales de años de gobiernos patronales que gestionaron sólo para los agronegocios y el juego, y garantizaron la impunidad de los «narcos» y los grandes proxenetas. Es este el balance y «la factura» por así decir, que le pasa al PS la mayoría del electorado, aunque lamentablente para ir una vez más detrás de otra variante patronal encabezada por el liberal y derechista de Miguel Del Sel. Ante esta situación amerita una reflexión respecto de la intervención del Frente de Izquierda y los trabajadores (FIT) y el perfil completamente desdibujado desde el punto de vista de clase que mostraron en la campaña. Se dedicaron mayormente a pedir el voto «para que no silencien a la izquierda» pero sin denunciar en la misma campaña la proscriptiva Ley electoral del PS, explotando sólo el ángulo democrático y «bien pensante» para no irritar a la clase media, pero sin decir nada de los trabajadores en sus afiches callejeros y sin proponer nada concreto sobre el «para qué habría que votar a la izquierda». Lamentablemente este ángulo tan adelgazado, tibio y «socialdemocratizante» de la campaña del FIT, sumado a las maniobras y fraudes (que seguro los hubo como en todo terreno que es propio de los explotadores) es lo que finalmente terminó dejándolos afuera. Pero lo es que grave no es quedar afuera de la elección si no, no aprovechar la campaña en un sentido revolucionario, es decir para instalar un tema sentido por la clase trabajadora ausente en la agenda política y ayudando al mismo tiempo a que la clase dé un paso en su conciencia y en su organización, no para sembrar confianza en el Parlamento o en que un parlamentario o funcionario de izquierda «nos represente allá arriba», sino para enseñar a que los trabajadores confíen en sus propias fuerzas y tomen todos los asuntos en sus manos llevándolos adelante por medio de sus propios métodos, los métodos de la clase obrera. Es para tratar de aportar en esta perspectiva que el Nuevo MAS sigue dando pasos en la región.

 

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