Facundo Alcazar era un joven compañero muy inteligente, con una gran sensibilidad hacia las cuestiones teóricas e históricas, y hacia el problema de la revolución. Con gran orgullo siempre recordaba que su abuelo había luchado en la guerra civil española, en el bando republicano, y tenía en gran estima la gesta de los obreros españoles en ese acontecimiento impresionante que fue la revolución española, a pesar de su trágico desenlace. Cuando lo conocimos a través de un compañero con el que cursaba (Maxi), se reconocía como anarquista y hasta elaboró para la cursada un TP acerca de las discusiones entre la teoría anarquista y el marxismo, lo cual reflejaba que en su haber, con sólo 19 años en ese momento y sin una experiencia militante previa, ya había hecho lecturas de los clásicos como Marx, Lenin y Trotsky, a los cuales contraponía las teorías de los anarquistas Bakunin, Kropotkin, Prohudon y Malatesta.

Muy impactado por la heroica lucha de los obreros de Gestamp y la gesta del puente grúa, Facu empezó a discutir con el partido, a encontrar en el Nuevo MAS un espacio para dar cauce a sus inquietudes, su profunda sensibilidad, y su implacable descontento con el injusto sistema capitalista en el que vivimos. Reconoció en el partido un colectivo que luchaba por un mundo distinto, que dedicaba su vida a cambiar este sistema de miseria donde unos viven a costa de la explotación de otros. Pero además encontró un partido revolucionario sólido teórica y políticamente, con discusiones que representaban un desafío y alimentaban a la vez su aguda inteligencia y ganas de cambiar las cosas, y así se fue acercando a las ideas y teorías del marxismo. Su familia vio el impulso positivo que la militancia era para su vida, y por ello lo apoyó en todo momento, acompañándolo en cada uno de los pasos que daba hacia la afirmación como parte del partido.

Muchos compañeros, militantes socialistas, o todos, nos organizamos porque sentimos en nuestra sensibilidad más íntima que la vida debería ser otra cosa. Que el mundo tal cual es, es inhumano e insoportable. Que el vaho de violencia, opresión, cinismo en el que nos hunde el capitalismo, junto con su hipócrita sistema de valores, con el cual oculta las masacres de pueblos y destruye la infancia de millones, es demasiado brutal para ser soportado por los integrantes inteligentes de una especie que ha logrado salir de su estado animal, inventar la ciencia, el arte y la cultura.

El vacío espiritual que nace de esa contradicción, la imposición burguesa de que lo natural es la explotación de unos por otros, la violencia de unos hacia otros, la supervivencia de unos a costa de otros seres humanos, suele ahogar la sensibilidad de muchos jóvenes, que no encuentran alternativa a los males que aquejan el espíritu y la conciencia.

La burguesía no sólo oprime y domina ideológicamente a la clase obrera y demás sectores oprimidos. Su sistema también destruye la moral y la perspectiva de cambio de la fuerza social más revolucionaria que existe: La juventud. Golpea, oprime y destruye la voluntad de rebeldía intrínseca en la juventud, en especial en la juventud obrera, a la que la realidad de su vida de explotados y oprimidos tensiona tempranamente su espíritu a la resignación.

Pero ante este panorama, se levanta con fuerza su contratendencia, la lucha por la emancipación, la lucha por destruir este miserable sistema capitalista. La lucha por el desarrollo íntegro de la juventud, de la vida, de la voluntad. El impulso implacable hacia adelante, que presenta siempre posibilidades nuevas, se abre camino ante las dificultades, cava bajo los pies del orden establecido, surge una y otra vez pese a los golpes, las derrotas y la sangre derramada.

En el sistema capitalista actual se encuentra el germen, la semilla del mundo del mañana, el socialismo, el fin de la explotación y violencia del hombre hacia el hombre. Una sociedad en que las relaciones humanas se basen en los más cálidos instintos de solidaridad y compañerismo entre iguales.

Facu era un joven que tenía frente así una dura batalla. Que, a pesar de todo el dolor, estaba comenzando a dar pasos en la construcción de una alternativa, para la sociedad y para su vida. Porque la militancia revolucionaria, en tanto actividad que tiende a la destrucción del sistema capitalista, es a su vez una actividad emancipadora, que da una respuesta y una canalización a la frustración y la bronca frente al estado actual de cosas.

Quizás faltó tiempo, quién sabe, para terminar de aferrarse a esa perspectiva, para confiar en el futuro, para encontrar un camino transformador en su más íntima sensibilidad, en medio de esa oscura tormenta que nos lo arrebató.

Los que luchamos por la revolución, somos parte de ese germen de la nueva sociedad. Pero además, somos parte de una obra colectiva junto a nuestros compañeros, los de ahora y los de antes, los que ya no están. Por eso también es tan dolorosa la pérdida trágica de un compañero tan valioso como Facundo, tan inteligente, tan sensible, tan joven.

La vida de cada compañero es invaluable, en tanto es el motor, la posibilidad de solucionar en el plano de la realidad los problemas del mundo, de encontrar una perspectiva para el conjunto de la juventud, la clase trabajadora y los explotados y oprimidos. La militancia da sentido a la vida de muchos, representa la posibilidad de pasar por este mundo abriendo un camino distinto para la humanidad, dejando la huella, construyendo una alternativa emancipadora para la humanidad.

Hoy recordamos a Facu con el impulso hacia la vida que le daba la militancia revolucionaria. Con las ganas y proyectos que expresaba, con el hambre de saber y seguir avanzando y fortaleciendo su inteligencia y su voluntad. Y nos reafirmamos, nos comprometemos a seguir por este camino, a conocer y darle alternativa a los nuevos compañeros que se sumen a este camino. Facu hoy está en nuestra bandera, flameando junto a nuestros caídos, los que nos arrebató el capitalismo y nuestros enemigos de clase. Y lo levantamos como un compañero revolucionario, como un joven que quería cambiar el mundo y luchó por ello.

¡Facundo Alcázar presente! ¡Ahora y siempre!

Facundo M. – regional Alto Valle

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