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Cuando se acercan las elecciones los candidatos comienzan a buscar votantes cautivos en formas que a veces son paradójicas para las supuestas “ideologías” de cada espacio político.
Así vimos en estos días cercanos a la conmemoración del 24 de marzo cómo volvía la discusión sobre las pistolas/picanas Taser que tanto rechazo habían creado en los organismos de DDHH, ya que pueden ser utilizadas como elemento de tortura, causaron mas de 600 muertes en EEUU desde el 2001 y fueron utilizadas contra 431 menores en el Reino Unido solamente en 2013. La discusión volvió porque el Tribunal Superior de la Ciudad de Buenos Aires habilitó el uso. Hay que decir que este armamento formaba parte de la compra inicial en la formación de la Policía Metropolitana, pero su incorporación había sido bloqueada por fallos judiciales.
Lo paradójico en este caso no es que la Justicia habilite el uso de una picana que puede ser utilizada a plena luz del sol, sino que desde los dos sectores políticos que mejor miden en las encuestas para presidente salieron a opinar sobre el tema de forma, digamos, “ideológicamente cruzada”. Mientras Macri, sabiendo que tiene asegurados los votos “derechosos”, salió a decir que ahora no las va a usar –para rasguñar algún votito “progre”–, desde la otra vereda, el superhéroe Nac & Pop Sergio Berni no dudo en declarar que “no dudaría ni un segundo en que mis policías las utilicen en algunas zonas, donde es una locura sacar un arma de fuego”, viendo si de esta manera logra acercar a algún votante de esos que braman por “seguridad”…
Si bien A. Fernández salió a correrse del discurso de Berni, esto no hace más que demostrar que para los K, en época de elecciones, hasta la tortura vale menos que un voto.
De lo que los trabajadores y la izquierda nos tenemos que ocupar, además de desenmascararlos, es de advertir y denunciar este multiplicado intento de naturalizar el aumento en cantidad y calidad de la represión por parte del gobierno, este y el que viene.

Diego B

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