Aunque la ex ministra Nilda Garré haya sido enviada de gira en su misión como funcionaria ante la OEA, no dejó de polemizar sobre la problemática del área de Seguridad que estuvo a su cargo.

Se plantó ante el ultraderechista secretario de Seguridad K como vocera de los “moderados”, no para defender precisamente “a los delincuentes” como la acusa Berni, sino para “licuar” un poco  la cada vez más antiobrera y xenófoba política de seguridad encarnada en la gestión del actual funcionario.

Los cruces adquirieron la forma de garrotazos pero no hicieron más que poner una nota de color a una disputa en el poder que se aggiorna cada vez que se acercan los tiempos electorales. Y en este caso, además, que estaba próximas a sancionarse las reformas al Código Procesal Civil y Penal.

La ex ministra defendió a la Gendarmería como honesta en contra de las Policías, tanto Federal como provinciales, corruptas y entregadas al narcotráfico. El secretario de Seguridad le contestó que el personal policial es el  mismo que ella nombró cuando estaba a cargo del Ministerio. Una disputa de “kiosquitos” dentro del aparato del Estado, no de un cambio ni siquiera superficial.

Dos funcionarios peronistas normales

Digamos que “se matan” para la tribuna, pero defienden, en sus raíces de clase, la misma política. La política que, con rasgos y gestos distintos, se impuso en la masacre del Parque Indoamericano, en la cual se estrenó Garré con bombos y platillos, la del encubrimiento del crimen de Luciano Arruga, y la que continúa con la represión a las luchas, el incremento de los femicidios, las víctimas entre la población de las peleas entre narcos.

La voz monocorde y tan corrida a la derecha de Berni es demasiado irritante, por lo tanto, el kirchnerismo sacó a relucir su “otra cara” para amortiguar un poco en tiempos electorales tanto discurso xenófobo. Desde Massa a Scioli ya no saben cuántos policías más prometer (o poner directamente) en las calles para ganar votos.

Más allá de a qué candidato apoyen, lo que los K quieren dejar bien claro es que van a defender a rajatabla el orden capitalista. Para eso necesitan tanto de las Garré como de los Berni. En este momento más de los Berni, porque la relativa estabilidad le permite aparecer con un discurso más “carapintada”, además de encabezar la cruzada de un “diciembre en paz” contra aquéllos que reclaman por un bono de fin de año o algún otro “exceso” en la distribución de la riqueza.

Pero los discursos terminan en  un papel o en una pantalla: la defensa del orden institucional a favor de los ricos y los poderosos siguen en las políticas de Estado que las legitiman. Los dos funcionarios responden al mismo objetivo y se pusieron la misma camiseta. Es el espíritu y la camiseta de las modificaciones al Código Procesal Civil y Penal que estigmatizan a los inmigrantes (no precisamente a los narcos y represores que se refugian en los countries del Nordelta)[1] y endurece las penas por los delitos provocados por la “conmoción social”, o sea, las luchas sociales.

Una disputa que sigue dejando libres a los que delinquen contra los trabajadores y el pueblo y criminaliza a los sectores más empobrecidos y marginados de la población, como son los trabajadores que ingresan en busca de trabajo desde los países vecinos.

Con la “receta” Garré o con la “receta” Berni no se avanza en el castigo a los milicos prófugos, a los secuestradores de Julio Jorge López, a los responsables del encubrimiento del asesinato de Luciano Arruga ni de los jóvenes que son víctimas de la violencia y de los negociados de los narcotraficantes y sus cómplices.

Para terminar con esa lacra, los socialistas revolucionarios luchamos contra las verdaderas causas que provocan los delitos: la explotación del trabajo de los asalariados. Porque la clase obrera acaudille junto a todos los oprimidos y desposeídos la pelea para tirar abajo el capitalismo, que ataca cotidianamente no sólo nuestro bolsillo, sino también la libertad y la vida de los trabajadores y sus familias.

Luchamos para tirar abajo todo el aparato represivo de la burguesía, lo dirijan bajo la doctrina de la “seguridad democrática” o de la “tolerancia cero”, porque ambas están al servicio de los intereses de nuestros enemigos de clase.

Te invitamos a sumarte a esta pelea y al Nuevo MAS para darla en forma consecuente.

[1] Aldo Mario Álvarez, ex jefe del Departamento de Inteligencia del Cuerpo V de Bahía Blanca, ex compañero de promoción e íntimo amigo del que fuera jefe de Policía de la Provincia de Buenos Aires, Ramón Camps, prófugo desde el 2008, fue “encontrado” hace unos días en un barrio cerrado de Tigre.

 

 

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