Un debate con la “estrategia” del Misoprostol

Las organizaciones reformistas acomodan a los distintos momentos políticos sus propuestas,  siempre en el camino de no molestar. A veces sus iniciativas son progresivas, como la juntada de firmas de la Campaña allá por el 2005, iniciativa que las revolucionarias tratamos de empujarla un pasito más adelante, hacia la organización y la lucha. Y otras veces lo que intentan es retrotraer al movimiento con propuestas que justifican no  luchar contra el gobierno[1] .
El gobierno de Cristina ya dio muestras por demás, no sólo de no estar a favor del aborto, sino de oponerse activamente a los derechos de las mujeres. La alianza con Bergoglio se volvió a verificar con la entrada de la iglesia, por la puerta grande, a la reforma del nuevo código civil, reafirmando que se es “persona” desde la concepción. Que además, lleva a su “progresismo” a los límites del absurdo, contraponiendo el código a la reciente Ley de Fertilización. Y la designación de Capitanich es la reafirmación de los valores del patriarcado y de la iglesia católica.
Ahora que se evidenció el carácter machista del gobierno K, que hay que ser muy necia para seguir defendiendo el discurso del paso a paso y del  “esperar unos años para el aborto legal” porque “la derecha nos presiona” (¿qué hay más a la derecha que una alianza con el propio Vaticano?); ahora que lo que está planteado es la movilización y la organización permanente de las mujeres para arrancarle este derecho al gobierno, hay algunas feministas que se niegan a sacar conclusiones de la experiencia del 1° de  Noviembre del 2011 y del giro a la derecha del kirchnerisimo, y con la lógica de hacer “lo que podemos hoy”, olividan “qué es lo que necesitamos hoy”, así dan respiro al gobierno con la “solución” Misoprostol. Parece que no siempre decirse feminista significa ir por el aborto legal, el ala reformista le aporta una nueva-vieja estrategia… al gobierno: “el Misoprostol nacional y popular”.

¿Qué hacer frente a la clandestinidad del aborto?

Vayamos al debate con quienes defienden el uso del Misoprostol como un acto heroico en la “lucha” (clandestina) contra el patriarcado.
Primero, antes que las agujas de tejer es progresivo que exista el oxaprost como método para la clandestinidad. Mejora las paupérrimas condiciones, pero de ninguna manera convierte al aborto con pastillas en una forma de aborto legal en sí mismo. Solo quien tiene la necesidad de esconder la responsabilidad del gobierno, de que 500 mujeres se mueren al año por aborto clandestino, puede decir que el problema es que esas mujeres no tuvieron la información del “aborto fácil, seguro y en casa”.
Con un instructivo de cómo abortar en casa, las Socorristas en Red poco se alejan de la Línea Aborto. Como dijeron en el último Encuentro de Mujeres, “un aborto puede ser un acto liberador para las mujeres”. Esto es la cumbre de lo burdo y el facilismo de la pequeñoburguesía académica, acostumbrada a tener recursos para solucionar sus propios problemas. Sin siquiera escuchar las terribles experiencias de soledad y desesperación, de no saber a quién contarle, conseguir la plata y un lugar, saber si el aborto está funcionando o no,  llamar a la Línea Aborto que no contesta porque tiene un horario restringido, aguantando el maltrato en los hospitales y salitas (si tuviste suerte de que no te metan presa como a la chica del Hospital Fernández, que justamente había abortado con Misoprostol). Y encima aguantar que te digan que abortar es “barato, seguro, en casa, y hasta mirando una película”.
Embellecer la realidad es repudiable. No es casual que a corrientes como el FPDS, que ponen todos sus esfuerzos en emparchar lo que el Estado no garantiza, les haya parecido muy a su medida esta “estrategia”, que niega las condiciones reales de las miles de mujeres que abortan.
Las Rojas no somos abortistas, queremos tener el derecho a decidir si no queremos ser madres, en las mejores condiciones, en todos los hospitales, con toda la información sin tener que convencer a los médicos y enfermeras de que nos traten bien. Por eso luchamos todos los días, hacemos campañas, agitaciones, escraches, movilizaciones y cuando una compañera lo necesita la ayudamos a abortar en las mejores condiciones. Pero sabemos que el único aborto seguro es en el hospital. Y por eso luchamos, para imponerle al gobierno el derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito. Es hora de que el feminismo retome esta estrategia.

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