Tras la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, se está a las puertas en México de que cristalice una nueva situación política. Crímenes de Estado de similares características han ocurrido de manera sistemática en nuestro país desde la década de los ‘60. Tras la masacre de Tlatelolco y la derrota sufrida por el movimiento estudiantil, los sucesivos gobiernos aplicaron la denominada “guerra sucia”, política contrainsurgente consistente en la persecución, desaparición y ejecuciones extrajudiciales que de manera sistemática se emprendió hacia los luchadores sociales.

Un Estado narco genocida

En los últimos 20 años, la persecución a los activistas ha tomado otra dimensión. El Estado Mexicano se ha consolidado bajo un proceso de avanzada neoliberal rabioso. Ejemplos de esto son el acuerdo de libre comercio con el amo del norte (NAFTA), luego TLC, la mentirosa “Guerra contra el narcotráfico” y finalmente el Pacto por México, reforma brutal que, entre otras cosas, libera el negocio de hidrocarburos a empresas privadas (primera vez desde los años ’30).

En este proceso se fortaleció el narcotráfico y sus organizaciones criminales que de la mano de los sucesivos gobiernos, encontraron su lugar de agentes paraestatales de la represión hacia los trabajadores y sectores populares.

De manera cínica, el tema “narco” viene a ser la justificación por parte del gobierno de su política represiva contra los movimientos populares. Durante 2006 el gobierno de Calderón emprende una supuesta “guerra contra el narcotráfico”, en la cual se invierten millones de pesos y se impulsa un proceso de militarización y de guerra de “baja intensidad” en contra del pueblo.

Dicho operativo no disminuye los índices de violencia sino que los potencia teniendo como consecuencia el desplazamiento de cientos de miles de personas inocentes, los más de cien mil desaparecidos y fenómenos como la emigración masiva a EE.UU. Hechos de dimensiones escandalosas: ¡hablamos de 25 mil muertos desde el año 2006 a esta parte solamente contando cifras oficiales! En este sentido es que hablamos de un Narco-Estado genocida.

La Asamblea Popular Nacional de Guerrero

La lucha desde abajo del pueblo mexicano viene desde hace tiempo. Hace varios años se crearon las denominadas Autodefensas en el estado de Michoacán. Es decir: el armamento popular para el enfrentamiento contra los narcos tomando en sus manos los asuntos públicos, en este caso la defensa y la justicia. La lucha de los pueblos originarios por la defensa de los recursos naturales, la extensión de organizaciones populares armadas, policías comunitarias y guerrillas, entre otros amplios ejemplos.

La elección presidencial de 2012, sobre la base de unos comicios escandalosos y la especulación de fraude que pesaba sobre Peña Nieto, dieron lugar al surgimiento del movimiento #YoSoy132 nucleado alrededor del movimiento estudiantil y universitario, expandiéndose a mayores sectores.

La carta de presentación del gobierno de Peña Nieto ante el pueblo es su asunción el 1ª de Diciembre, en el cual inaugura su primer acto represivo en el marco de las protestas crecientes dando lugar a decenas heridos, decenas de detenidos y un manifestante muerto.

La pelea que se está dando actualmente es la gota que rebalsó el vaso. El acto de barbarie ocurrido el pasado 26 de septiembre en el que desaparecen los 43 normalistas hace estallar la olla a presión de años de bronca y descontento contra el régimen y este estado de cosas.

En el estado de Guerrero, al calor de las movilizaciones masivas en todo el país que exigen el esclarecimiento por los 43 normalistas, las organizaciones populares convocan a una Asamblea Nacional Popular (ANP) que logra aglutinar a cientos de organizaciones de resistencia que se han venido fortaleciendo y multiplicando en todo el país. Esta asamblea parece ser la plataforma que busca articular a todos los sectores explotados y oprimidos para la cristalización de un proyecto político basado en los intereses y necesidades de todos estos sectores.

Este organismo creado al calor de la lucha, sobre la base de la crisis orgánica que se ha abierto, actualmente se reúne en la escuela normal de Ayotzinapa, sede donde estudiaban los compañeros desaparecidos.

Se evidencia así la necesidad de constituir organismos desde abajo para la resolución de los asuntos generales. Desde allí surgen las iniciativas que conforman el actual plan de lucha y el pliego de reivindicaciones y consignas que ponen en cuestión la estabilidad de todas las instituciones democrático burguesas. Evidencia también la emergencia y recrudecimiento de una crisis social y humanitaria que ya lleva largos años.

Este proceso de organización tiene centro en el Estado de Guerrero; se está extendido en todo el territorio nacional todavía con desarrollos embrionarios y desiguales, pero que ponen sobre la mesa el despertar y el surgimiento de nuevos sectores que ingresan a la lucha.

Aquellos lugares con tradición histórica de lucha y resistencia han mostrado las movilizaciones más grandes e, incluso, ciertos elementos de radicalización social, mostrando el legado de cierta acumulación de procesos previos. En los estados del sur como Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Chiapas ha habido toma de edificios públicos, tomas de aeropuertos, peajes, puertos, bloqueos carreteros, saqueos a los productos de las multinacionales yanquis (Coca-Cola, Walmart, etc.). Estas formas de lucha aún no se han generalizado al resto del país.

No obstante, un punto importante es que las movilizaciones se están extendiendo y van in crescendo. En este sentido, creemos que el movimiento de lucha todavía está avanzando y no ha encontrado un techo aún. Las últimas movilizaciones al centro del poder político en el Zócalo del DF así lo demuestran, contando también con réplicas en diversos Estados en el centro y norte del país como en Guanajuato, Monterrey y Sonora.

La necesidad que los trabajadores entren en escena

El movimiento estudiantil es un actor fundamental en todo este proceso de movilizaciones; a lo largo de todo el territorio nacional se han registrado movilizaciones masivas de estudiantes, paro de labores, toma de instalaciones universitarias. Cabe destacar que desde principios de los 70s el movimiento estudiantil no había tenido un protagonismo como el que hoy se ve.

En este sector se busca cristalizar un proceso organizativo nacional a partir de la Asamblea Interuniversitaria que se lleva a cabo en el DF (Distrito Federal) y cuyo plan de lucha coordina política y organizativamente el programa planteado por la Asamblea Nacional Popular.

Entre sectores de trabajadores cuyo ingreso en la lucha es de tanta importancia estratégica, pesa todavía el monopolio de la burocracia sindical. Incluso el hecho que la sindicalización no está extendida como en otros países de Sudamérica o Europa (México replica, más bien, el “modelo” yanqui) hace que vastos sectores de trabajadores se vean imposibilitados siquiera a tener la más mínima cobertura, ni que hablar a la hora de salir a luchar.

La nota destacada la da el sector docente nutriendo la ANP; se viene dando una pelea a brazo partido contra los planes de reforma educativa privatistas impulsados por el gobierno. En este sentido, un sector se empezó a organizar de forma independiente de la burocracia dando lugar a la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación) cuyos sectores más combativos son la sección 22 de Oaxaca y la sección 18 de Michoacán.

La pelea pasa por nacionalizar esta organización independiente y disputarle la dirección de la SNTE (Sindicato Nacional Trabajadores de la Educación) a la burocracia. Otros importantes sectores son la CETEG (Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero) y la FECSM (Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México).

Como antes mencionamos, las policías comunitarias nucleadas en la CRAC-PC (Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policías Comunitaria), ha venido acompañando y resguardando las movilizaciones y la Normal de Ayotzinapa (centro político y organizativo) en el estado de Guerrero.

Cabe mencionar que producto de su vasta tradición de lucha y resistencia, es el sector campesino uno de los más movilizados y activos en este proceso. Son decenas los agrupamientos, coordinadoras, organizaciones, frentes (algunos de ellos: OCCS, CECOP, UPOEG, FPR, etc.), los cuales nutren la ANP.

Vemos como tarea fundamental empezar a tender puentes desde estos sectores en lucha hacia la unidad de todos los explotados y oprimidos, en primer lugar con los trabajadores urbanos.

Se han llevado adelante hasta la fecha 5 Asambleas de la ANP. Sus resoluciones son: 1) la exigencia de la aparición con vida de los compañeros, 2) la renuncia de Enrique Peña Nieto y, 3) la libertad a todos los presos políticos. Conjuntamente se resuelve la continuidad del plan de lucha dando fecha, lugares y horario para llevar a cabo las acciones.

Las tareas planteadas a estas horas nos dan lugar a esbozar los elementos que entendemos necesarios para hacer avanzar el proceso. Un primer punto es que la ANP debería elaborar una política nacional para extender su influencia en los sectores que aun no se han movilizado, como por ejemplo los trabajadores industriales urbanos. En este sentido, es necesario levantar el planteo de una Asamblea Constituyente Nacional para reorganizar el país sobre la base de las necesidades de los explotados y oprimidos.

También, hacer concreto el llamado a los trabajadores a la lucha, exigiéndole a la burocracia de la CTM un Paro Nacional Activo hasta derrotar a Peña Nieto, considerando el hecho que una CTM llamada al silencio no representa los intereses de los trabajadores y se vuelve cómplice del Peñismo asesino.

Por estos motivos, llamamos a todas las organizaciones sociales, sindicales, territoriales, políticas, de derechos humanos y estudiantiles a poner en pie un gran movimiento nacional para voltear Peña Nieto y plantar una salida de los trabajadores, campesinos y sectores populares, que dé solución a la crisis abierta.

Por Adrián Tehuantlie y Agustin D.

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