Rocío Girat es una luchadora muy joven, que viene de dar una pelea durísima por conquistar la cárcel común para su violador, amparado por la base naval de Mar del Plata y a quien los jueces le habían otorgado el beneficio de prisión domiciliaria. Rocío fue parte de la delegación de Las Rojas en este Encuentro Nacional de Mujeres, y a pesar de la violencia de la comisión organizadora, pudo transmitir su experiencia a las miles de mujeres que participaron del encuentro.

La entrevistamos para compartir esta experiencia.

 

¿Cómo fue que decidiste participar del Encuentro?

 

Bueno, una semana antes de la sentencia me acerqué a las organizaciones de Mar del Plata, y entre esas organizaciones estaban Las Rojas. Ahí la conocí a Mica, de la que me hice muy amiga. Ella me acompañó mucho en el último tramo del juicio, en todo lo que fue la movilización en las calles, y ella me comentó del Encuentro Nacional de Mujeres, que yo no estaba enterada de que existía, esa es una realidad. Y desde un primer momento quise venir, por una cuestión de transmitir el mensaje a lo masivo de las mujeres, sabiendo que iban a ir muchas mujeres luchadoras, de decir “se puede”, y también para las mujeres que abandonan las causas, porque es algo re desgastante, que vean que se puede y que la sigan. Eso decía yo, que lo tomen como una pelea de vos contra mí. Para encontrar los resultados y que se haga justicia, lamentablemente tiene que ser en las calles, vine a traer ese mensaje.

 

¿Qué impresión tuviste cuando llegaste?

 

Yo estaba muy entusiasmada con el Encuentro, habíamos acordado que iba a subir al escenario, acompañada de Mica, no porque es de alguna organización, sino para sentirme acompañada por ella que me acompañó en el viaje hasta Salta, me acompañó todo el último tramo del juicio y que hoy para mí es una amiga y yo quería que me acompañe. Habíamos acordado que iba a subir, pero la comisión organizadora no lo permitió, y no les bastó solo con no permitirlo, sino que me golpearon por eso. Me hicieron subir al escenario con otra compañera, en el escenario nos golpearon, me tiraron del escenario, y lo más triste de todo, más allá de los golpes, fue la justificación que encontraron; me dijeron “no nos dimos cuenta que eras vos”, lo que me pareció todavía más triste que los golpes.

 

¿Y vos qué les dijiste?

 

Que no importaba que fuera yo o no, que era una cuestión de ser mujer, de que venimos a este encuentro y, más allá de la bandera que levantemos cada una, ninguna apoyamos la violencia. Nos organizamos entre todas como un grupo feminista, y nos damos cuenta que terminamos siendo tan machistas como los hombres. Porque vivimos diciendo que el hombre nos mata, nos golpea, nos viola, y la impresión que a mí me dejó es que también somos nosotras las violentas. Si queremos cambiar la violencia debemos empezar por nosotras.

La comisión organizadora, que se supone que es gente capacitada para tratar temas de violencia, temas tan delicados como los que trata el Encuentro, deberían ser más comprensibles y tener más recursos para hablar y no acceder a los puños como fue.

 

Cuando fuiste a los talleres, ¿te encontraste con solidaridad?

 

En los talleres me encontré con toda la solidaridad de todas, es más, en todos los talleres se repudió lo que sucedió en el acto de inauguración. Me parecieron muy buenos todos los talleres, más allá de que yo por ahí no tengo un pensamiento formado en muchas cosas y fui más a ver de qué se trataba, me abrió muchísimo la cabeza. Vuelvo a mi casa sabiendo un poquito más de cada una, e interpretando un poco más el dolor del otro, porque más allá de yo haber vivido violencia, hay muchos tipos de violencia, por ejemplo el gobierno ejerce violencia sobre nosotras todo el tiempo, todo el tiempo quiere ejercer ese poder. Tomé conocimiento de otras situaciones muy tristes y el motivo de la lucha y me di cuenta que también muchas mujeres luchamos por lo mismo y que deberíamos unirnos por eso, no golpearnos. Pero la verdad es que estuvo muy lindo.

 

¿En qué talleres estuviste?

 

Estuve en el taller de violencia, donde pedí por favor que no sea un grupo de autoayuda, que busquemos la manera de combatir contra esa violencia, buscar soluciones. Es muy difícil combatir la violencia, pero si de cada una, desde nuestro lugar, lo llevamos a nuestras casas y a las personas que nos rodean, siempre se va a ir haciendo más fácil. En vez de ir a un encuentro dos días a hacer catarsis y terapia.

Después estuve en el taller de estrategias para legalizar el aborto, la verdad que me pareció muy interesante, me cambió mucho la cabeza. La realidad es que yo era una persona que no tenía contacto con lo que es el tema del aborto en sí, porque es un tema muy delicado, solo lo veía lo que decían los medios, que lo plantean como vida o muerte. La verdad que me cambió mucho la cabeza, propuestas muy inteligentes. También fue gracioso escuchar cosas muy absurdas, como por ejemplo que  podemos abortar en nuestras casas, cuando no hay nada más seguro que un hospital. Yo con todas las situaciones que se me plantean, llevo a la mía para ver qué haría, y yo digo, como víctima de violación tranquilamente hubiera podido quedar embarazada de mi papá, ¿y en ese caso qué hubiera pasado? ¿Tendría que tener en este momento un hijo de él porque el Estado no me hubiera dado una solución, o porque la Iglesia me hubiera venido a decir no, tenés que tener un hijo de tu violador? Entonces la verdad es que me cambió la cabeza decir sí, en situaciones de violación el Estado tendría que darnos todo el apoyo, y la iglesia tendría que dejar de meterse en estos temas. Es muy triste, y no te desviola sacarte a un hijo de tu violador, pero creo que te hace más libre. Está bueno poder decidir sobre nuestro cuerpo. Eso me cambió, estoy como en un proceso de poder meter todo lo que aprendí, pero la verdad que es muy bueno y me cambió mucho la cabeza.

 

¿Podrías resumir qué fue lo que más te interesó o te conmovió del Encuentro?

 

Lo que más me sorprendió fueron los católicos, porque yo soy católica y no soy fanática, primero de no ir a los golpes, como vi a católicos que fueron a los golpes contra las mujeres que se estaban manifestando; todo el tiempo querer reprimir, la verdad que me sorprendió. Hay que abrir la cabeza y poder abarcar todo tipo de pensamiento, creas en lo que creas. Bueno, me sorprendió eso, un católico colgando rosarios, una mujer tirando agua bendita, es gracioso. O la Iglesia rodeada por policías; en el medio de la marcha un católico golpeó a una mujer, y ahí la policía no se hizo presente, solamente en las iglesias, como si fuéramos a romper la iglesia, cuando era una cuestión de que se nos escuche, cantando, no íbamos golpeando ni lastimando a nadie; fueron ellos los que accedieron a la violencia.

 

¿Querés decirnos algo más?

 

Que estoy re contenta de haber viajado con Las Rojas, re contenta. Es un grupo muy unido que me hizo sentir parte de ustedes. Lo que más me gustó fueron las canciones, la manera de expresar cantando, la organización de la batucada, los bombos. Me parece algo súper divertido para poder expresar y se escucha, se escucha y se transmite un mensaje; no importa lo que piensen, todos tenemos pensamientos diferentes, pero es una manera de expresarse súper linda y súper sana. Ustedes se hacen escuchar y de una manera muy contagiosa, lo vimos caminando por las calles de Salta, cómo la misma gente se prendía a nuestra marcha y se unía a nosotros, y escuchando lo que decían las canciones se daban cuenta por lo que uno luchaba. Y que la misma gente se una te hace sentir que no estás sola, que no es un grupo de 200 chicas que están marchando por la calle, sino que la sociedad en cierto punto también está a favor de lo que uno plantea.

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