XXXI BIENAL DE ARTES VISUALES DE SAN PABLO – 

 

¿Por qué en general las Bienales durante la última década se han venido relacionando con temas sociales o políticos? Pregunta Mercedes Perez Bergliaffa en una entrevista al curador (organizador conceptual, guionista, encargado con su equipo de invitar a los artistas que realizan en términos de obra las expectativas conceptuales a exhibir) en jefe, el inglés Charles Esche? [1]

Los acontecimientos de la pasada década en general y de los dos últimos años en particular, el conflicto palestino-israelí, las protestas callejeras en Brasil del año pasado, los recientes estallidos racistas en EEUU y otras luchas sociales de la presente etapa histórica caracterizada por las rebeliones populares han ejercido suficiente presión sobre la Fundación Bienal de San Pablo como para contratar al grupo de siete curadores, que mediante la propuesta  titulada “Cómo (…) cosas que no existen”, invitaron a los artistas convocados a un ejercicio de imaginación ya que el mundo “puede cambiar -dice el entrevistado- si la imaginación sobre el mundo cambia”[2] .

La habilidosa suspensión entre paréntesis del título de la mega exposición abre y dispara mi/tu participación, mediante la multiplicidad de posibles verbos de llenado de esa laguna. El vacío semántico habilitó al equipo curador a la presentación de unos 100 artistas, 250 obras y 81 proyectos de unos 34 países, cuyas temáticas y problemáticas atraviesan muchos de los argumentos candentes de lo contemporáneo.

Por ejemplo, la problemática del aborto es denunciada por la activista María Galindo del colectivo feminista “Mujeres Creando”, quien presentó el llamado “Espacio para Abortar” donde en pequeñas cabinas con forma de útero, mientras videos proyectados difunden testimonios de mujeres que interrumpieron su embarazo, se anima a las visitantes a contar sus propias experiencias personales. Dice la autora que esta instalación “es una denuncia contra la izquierda latinoamericana, Cristina Kirchner, Dilma Rousseff, Evo Morales, que nos prohíben el derecho a abortar y empujan a miles de mujeres a situaciones de riesgo por el solo hecho de adueñarse de sus cuerpos” [3]. ¿Sabe acaso Galindo de la existencia en América latina de otra izquierda, la izquierda independiente y  socialista revolucionaria que levanta las banderas del aborto libre, legal, seguro y gratuito en el terreno de la lucha en las calles y la acción directa?

 

La delegación argentina

 

A modo de ejemplo final y porque se habla de ellos en prácticamente todas las reseñas sobre la Bienal, nos detendremos en la obra de la dupla chileno-argentina Garín- Zukerfeld, lo que queda del colectivo “etc”, de cuando era un colectivo[4], generado en la imprenta del surrealista Juan Andralis en 1997, responsables de las prácticas escénicas en los “escraches” del colectivo Hijos y catapultados al universo de la fama con el “mierdazo” en el 2001 (convocando a cagar y cagándose en el Congreso cuando se votaba una ley del presupuesto en la quebrada argentina del ¡que se vayan todos!). Estos “etc” devenidos “Erroristas” (han fundado una “Internacional Errorista” con acólitos en varios países y redactado un manifiesto en múltiples idiomas habiendo mamado Zukerfeld de su padre Pablo –militante del ex frente de artistas del Viejo MAS- historias del trosko-surrealismo), realizan una escena de poético y polisémico título “Errar de Dios”. Un oportuno homenaje a aquel artista activista anticlerical, León Ferrari, quien con su tesis arte-religión-represión, hizo de la denuncia a Jorge Bergoglio uno de sus más enconados combates y cuya retrospectiva en el Centro Cultural Recoleta, hace algunos años, tuvo que ser bajada a pedido del autor por las amenazas de ataque directo a su obra y persona por elementos de la derecha civil y clerical. El fallecido Ferrari, vuelve así a interpelarnos de la mano de Loreto y Federico que preparan dos instancias y espacios diferenciados a recorrer: pasando por un repertorio de obras de Ferrari (el Dios de la escultura “La Civilización Occidental y Cristiana” censurada en el premio Di Tella en 1965, y ganadora del León de Oro en la Bienal de Venecia en 2007, y del libro autoeditado “Palabras ajenas”) arman un espacio concebido como nave de iglesia que aloja imágenes blasfemas, un Cristo con palomas negras, vírgenes intervenidas y sus montajes con cráneos y huesos y tanques de guerra. Para llegar a un segundo espacio de forma circular, un teatrito rojo, con un gran friso en continuado (al modo de las panorámicas del siglo XIX en lejana alusión al padre del artista homenajeado Augusto Ferrari, pintor de iglesias y panoramas) en alusión al DIOS MERCADO CONTEMPORÁNEO. El friso va sobre gradas enfrentadas pintadas de rojo, voces de altoparlantes que llaman “Bienvenidos al Infierno” y “He aquí el único protagonista: el gran Dios Capital” [4] y vetustos teléfonos negros que suenan sin respuesta. También suman al homenaje un renovado reclamo del CIHABAPAI, Club de Impíos, Herejes, Apóstatas, Blasfemos Ateos, Paganos Agnósticos e Infieles que impulsó Ferrari el año pasado donde pedía la supresión del Infierno. Esta intervención elevada al papa Bergoglio, tuvo gran adhesión del público desde la apertura de la Bienal.
El debate sobre Palestina y los sponsors israelíes encienden la mecha
Decíamos al principio de este texto que la presión de los acontecimientos habían influido en la selección del equipo curatorial y en la convocatoria a artistas que problematizan temáticas de los conflictos contemporáneos. Pero más aún, esta presión se hizo patente cuando estalla el conflicto mediante el reclamo del 63% -unos 56 artistas, entre ellos israelíes, palestinos y libaneses- que a pocas horas de la apertura hicieron pública una carta en la que cuestionan el esponsoreo de la Bienal por parte del Estado de Israel en el contexto del conflicto en Gaza y que el logotipo del Consulado de Israel aparece en el pabellón de la Bienal además de aparecer en sus publicaciones y sitio web. “Hemos sido confrontados –dice la carta- con el hecho de que la Fundación Bienal de San Pablo aceptó dinero del Estado de Israel y de que el logotipo del Consulado de Israel aparece en el pabellón de la Bienal además de aparecer en sus publicaciones y sitio web. En este momento en que el pueblo de Gaza retorna a sus hogares convertidos en escombros, destruidos por el ejército israelí, no creemos que sea aceptable recibir patrocinio cultural de Israel. Aceptar esta financiación socava nuestro trabajo artístico en esta Bienal (…) Rechazamos el intento de Israel de normalizar su presencia en el contexto de este importante evento cultural en Brasil” [5]. Los curadores responden solidarizándose con los artistas y pidiendo a la Fundación “revisar sus normas actuales de patrocinio” [6] y el presidente de la Fundación Bienal de San Pablo, Luis Terepins, reafirma en sus declaraciones la política de la Fundación respecto de los esponsoreos. Queda ahora abierta, recién empezada la Bienal, qué respuesta darán tanto artistas como curadores a esta prepotencia de la Fundación. Esta iniciativa cuestionadora de la mayoría de los participantes artistas y curadores ha logrado así poner el dedo en uno de los lugares más sensibles de todo lo que hace a la exhibición de obras en estos mega lugares: pidiendo la revisión de las normas del esponsoreo. Este conflicto recién empieza: ¿serán los artistas consecuentes con su posición inicial?, ¿llevarán su protesta hasta el límite de retirarse de la Bienal? Y los curadores, ¿apoyarán la propuesta de los artistas haciéndola suya propia hasta el punto de presentar su renuncia?, ¿encontrarán todos ellos otras formas de lograr sus reclamos hasta ahora desestimados? Desde aquí hacemos votos de que estos interrogantes se resuelvan en sentido positivo rechazando el sponsoreo del Estado genocida de Israel.

 

Algunas primeras conclusiones

 

Este rápido recorrido por la propuesta de la Bienal (la segunda en importancia a nivel mundial) permite reafirmar la tendencia de los últimos años en que estas grandes muestras empiezan a abandonar la hegemonía pos-moderna del arte, caracterizado por el vacío y la escasa o nula referencia a los acontecimientos sociales. Observamos también que se busca problematizar algunos otros aspectos como el de las posiciones políticas de los artistas  y las contradicciones que generan los financiamientos. Apostamos a que esta «renovación» no sea meramente «temática», sino que dé lugar a hechos y situaciones extra-artísticas y de carácter colectivo. Al mismo tiempo que consideramos progresivo este cambio donde el arte reclama su voz y su lugar en la realidad política y social, queda pendiente cuestionar y problematizar no sólo los propios lenguajes expresivos, sino la producción misma y los medios para arribar a estas obras artísticas. Aquí es donde aparece la necesidad de que los artistas o colectivos artísticos recuperen sus lazos con los movimientos de masas y sus posiciones, en particular con la clase trabajadora. No para que la clase o sus partidos «dirijan» al arte, ya que éste debe conservar toda su independencia creativa y organizativa [7] sino para darle solidez y una perspectiva general de transformación social que sea consecuente hasta el final, ya que el arte por sí solo no puede cambiar el mundo, ni le corresponde a él solo tamaña tarea . La visión «ingenua» pero conscientemente liberal que preside toda la Bienal es que «el mundo se cambia primero imaginándolo distinto», y esta sería la función del arte. Esta falacia instalada de manera interesada en el sentido común de «cambiar al mundo desde el arte» no es nada nueva. Pero en un sentido opuesto a este «idealismo», vemos que a lo largo de la historia los grandes movimientos de vanguardia han tenido vasos comunicantes y lazos orgánicos con los grandes procesos políticos y sus protagonistas efectivos, las masas trabajadoras y sus vanguardias políticas. Cuando estos artistas y corrientes artísticas han empalmado con las luchas sociales y políticas más avanzadas es que han podido ir más lejos en sus producciones. Se trata entonces, en los comienzos del S.XXI, bajo el signo del recomienzo histórico de reconstruir estos lazos para no volver a caer presos de los engaños de la burguesía y sus instituciones, ya que como dijo Trostky:

«Cada corriente artística nueva comienza con una rebelión. El poder de la sociedad burguesa se ha expresado durante largos períodos de la historia, al saber combinar la presión y la exhortación, el boicot y los halagos, para lograr disciplinar y asimilar cada  movimiento artístico ‘rebelde’, llevándolo al ‘reconocimiento’ oficial. Cada reconocimiento de este tipo significaba, a la postre, el comienzo de la agonía. Entonces del ala izquierda de la escuela legalizada, o de abajo, de las filas de la nueva generación bohemia creadora, subía un nuevo movimiento rebelde, el cual, algún tiempo más tarde, escala a su vez los peldaños de la academia»[8].
                                                                                                                      EMEI y César Rojas

Notas
[1] “Las Bienales no son para confirmar el gusto de la elites”, entrevista a Charles Esche, curador jefe de la Bienal de San Pablo por M.P.B. en Ñ, Revista de Cultura, Clarín, sábado 13/9/2014, pág. 4, 5, 6,7.

[2] Ídem.

[3] La Nación, 6/10/14, Suplemento.

[4] Inicialmente el grupo estuvo formado por los desenfadados Federico Langer –alias Aguja- hoy día dedicado a la música; David Acevedo, devenido en artista del reciclado quien acusa haber hecho en uno de sus primeros collages un fotomontaje afín al que se publica en el diario La Nación del mismo sábado 6; el malhadado Antonio O´Higgins –Checha- en cuasi permanente “confinación sin más data”; Leopoldo Tiseira –alias Polo-; Malena Villarino, especialista en contorsionarse y guardarse dentro de valijas; Hernán del Pozo –alias el turco- pintor si los hay; el cordobés Patricio Delgado; Albertito Verenzuela –oído absoluto y músico de la Bersuit y la Demanda; el Zen –hijo de Andralis Pablo Infantidis; Ariel Devicenso; Luciana Romano; Nancy Garín; Cristian Forte; Carlitos el Stone; junto a Loreto Garín y Federico Zukerfeld. Esos artistas -algunos de los cuales mencionan los mismos Garín-Zukerfeld en su Factbook- han sido la totalidad de este elenco hoy día devenido dupla y son mencionados aquí en el supuesto de que los que llegaron, lo han logrado en el acumulado de una experiencia verdaderamente colectiva.

[4] Ver revista Ñ mencionada más arriba en [1].

[5] y [6] Ver revista Ñ citada arriba en [1].

[7] Por eso saludamos esta carta de los artistas en repudio a Israel como un germen de organización independiente que hay que desarrollar (habida cuenta que la Bienal tiene varios días por delante). En este sentido la tradición del trostkismo tiene referentes históricos en el FIARI (Frente Internacional del Arte Revolucionario Independiente) de 1938 impulsado por André Bretón, Diego Rivera y Trotsky, entre otros.

[8] Literatura y revolución, L. Trotsky, Editorial Antídoto, Bs. As., 2013.

 

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