El diario La Nación del 30 de agosto pasado publica un reportaje al presidente de la Bolsa de Comercio, Adelmo Gabbi, adonde el hombre opina sobre la situación del país. Sus declaraciones son tan útiles para palpar a fondo el significado de la palabra “cipayo”, que sólo por eso merecen ser leídas. Lo que sí, nos surge una duda: ¿se podrá realizar “la redistribución de la riqueza” con don Adelmo al frente de las finanzas del país?

 

El que nunca compró una “ganga”, que arroje la primera piedra

 

El señor Gabbi disiente con el periodista cuando este le pregunta por el fondo buitre de Paul Singer: “No sé muy bien qué quiere decir la palabra buitre. El que compra acciones argentinas a ese precio, dentro de un año y medio puede ser considerado buitre, porque está comprando algo bueno a un precio muy barato (…) Se dedican a comprar gangas”.

No hace falta recordar que las “gangas” que compraron Singer y Cía. eran los restos de un país destruido, los cuales suelen venir con gente adentro; o sea, con la ganga se fue la vida y la salud de unos cuantos seres humanos. Pero calculamos que entre ellos no habría muchos clientes de la Bolsa de Comercio, así que no podemos pretender que este señor se preocupe por ellos. Y está muy claro que no se preocupa, porque hoy, después del infierno de los 90, el hombre sigue recitando el credo neoliberal sin ponerse colorado: reclama “un dólar absolutamente libre” y que no haya control de precios, porque “creemos en la libertad. El precio lo pone la oferta y la demanda, no el mercado”.

El periodista le recuerda que la Presidenta invitó a los empresarios a “crear un mercado nacional”. Gabbi se emociona: “¡El mercado es el mundo! El mercado no tiene fronteras. El dinero va donde haya mejores condiciones (…) donde haya mayor libertad y mejores negocios”.

Por eso le preocupa que no nos apresuremos a pagar toda la deuda ya: “La sentencia de Griesa no es absolutamente correcta, pero la Argentina determinó una jurisdicción, que es Nueva York. Y si un juez de esa jurisdicción falló así, tenemos que cumplir”. O sea, si a usted, joven argentino, le dieron cadena perpetua por un crimen que no cometió, marche preso y déjese de jorobar, no vaya a ser que perdamos “la confianza de los inversores” y ya no quieran depositar sus dineros en la Bolsa del señor Gabbi.

 

Adivina adivinador, ¿de qué partido soy?

 

El periodista le recuerda la época en que el finado Néstor se refería a él como “querido amigo”. El amigo de Néstor responde: “Yo nunca fui kirchnerista. Tuve una relación personal con Kirchner importante, pero él supo siempre cuál era mi ideología. Yo soy de centro. Simpatizo con el Partido Demócrata”.

¿What?, creo que not understanding: ¿el partido de Obama? Oh, yes, mister Gabbi no tiene partido acá en la Argentina, ni el PRO le alcanza; él participa de la política de EE.UU. Después de todo, ¿por qué no, si el mercado es el mundo? Y él, como cuenta en el reportaje, lleva el mercado en el corazón: “La Bolsa me atrapó desde los 9 años. Yo leía el diario, imaginaba portafolios de inversiones virtuales y todos los días me fijaba si había subido. ¿Ves esta foto? Estoy con mis cuatro amores: mi mujer, mi hija, mi nieta… (indica el logotipo de la institución) y mi Bolsa”.

 

La honestidad ante todo

 

El periodista menciona que Boudou, en alguno de los juicios donde está procesado, salpicó el buen nombre de don Adelmo acusándolo de haberle pedido un soborno para un testigo que es consejero de la Bolsa: “(Inspira hondo) Yo en mis 70 años de vida nunca tuve un juicio, el primer juicio que tuve fue el de Boudou, donde fui rápidamente absuelto (…) yo sigo caminando por la calle tranquilo, cosa que el señor Boudou no puede hacer”.

Efectivamente. En el capitalismo casi todo es posible, incluso que el vicepresidente esté procesado por chorro. Los que nunca dejan de “caminar tranquilos” son los tipos como este, que desde su trono, nada menos que la Bolsa de Comercio, presiona para convertir al país en una ganga que los inversores corran a comprar.

El gobierno K nos llama a construir el capitalismo nacional y popular con esta burguesía. Permiso, pero nos parece menos delirante nuestra apuesta a un gobierno obrero y socialista que, entre otras cosas, destituya a don Adelmo de la presidencia de la Bolsa de Comercio. Igual, algún laburito tendrán para él en las campañas del Democratic Party.

 

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