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Defendemos el derecho a la autodeterminación de los pueblos del Este, pero la partición de Ucrania no es nuestro programa.

 

Desde que comenzó la actual crisis ucraniana, en el primer artículo en que la analizamos,–”Enfrentamientos en Ucrania: ¿Salir de la sartén para caer en el fuego?”, SoB Nº 273, 19/12/2013– advertíamos que “Ucrania arrastra una serie de diferencias regionales que pueden usarse de combustible para luchas fratricidas…”. Y que este peligro se multiplicaba, porque su clase trabajadora carecía de “una alternativa política propia, independiente del Kremlin y la Unión Europea”.

Lamentablemente, esto ha dejado de ser un mero “peligro”… que la izquierda que después saludó la “gran revolución democrática triunfante” en Kiev, fue incapaz de ver ni menos de prever. Ya la lucha fratricida es una realidad y la guerra civil, un hecho.

En esta situación, más que nunca, defendemos incondicionalmente el derecho de los pueblos del Este de Ucrania a defenderse de los atropellos de gobierno de Kiev, incluso su derecho a la autodeterminación. Pero también, más que nunca, advertimos que su separación, la partición de Ucrania en dos, no traerá a la larga beneficios.

El rechazo popular en las regiones del Este a continuar bajo la bota del gobierno de Kiev, que medio país no votó, es justificable y comprensible. Con el “rey del chocolate”, el oligarca Poroshenko de presidente, se pretende imponer un centralismo absoluto, la proscripción del idioma ruso, el plan de ajuste ordenado por el FMI y el acuerdo económico con la Unión Europea, etc. Todo eso es inaceptable, entre otros motivos porque implicaría la liquidación de las industrias y la minería, y el desempleo masivo en el Este ucraniano.

Por todos esos motivos, desde la corriente internacional Socialismo o Barbarie respetamos y defendemos incondicionalmente la lucha de las regiones del Donetsk, Lugansk y de todo el Este de Ucrania por su autodeterminación.

Pero, al mismo tiempo, advertimos que las esperanzas de que la salvación pueda venir de la secesión de Ucrania y de la incorporación a la Rusia de Putin, es un camino ilusorio. Putin ha demostrado una y mil veces que lo del Este de Ucrania es sólo un peón que utiliza frente a los imperialismos de Occidente, en una situación mundial en que las fricciones geopolíticas tienden a exacerbarse.

La única solución a este atolladero, es una salida que sea independiente tanto de los oligarcas ucranianos como de los imperialismos de Occidente y del Kremlin.

En Ucrania existe una fuerza que tiene intereses propios: es la clase obrera y trabajadora, que además en el Este ucraniano tiene un peso social muy importante. Pero para imponer sus intereses (que son los de todos los sectores populares), debe necesariamente conquistar su propia independencia política.

Esa clase, bajo las terribles experiencias del stalinismo, la última guerra mundial y la restauración capitalista, quedó, por así decirlo, políticamente “ciega, sorda y muda”. Pero también fue la clase trabajadora que en diciembre de 1917, en Járkov (Este de Ucrania), proclamó la primera República Soviética días después de la establecida en Petrogrado. Y que ahora, en todo el Este, con otros sectores populares, impidió a los grupos fascistas la destrucción de las estatuas de Lenin, como hicieron en Kiev.

Ucrania es un país que parece tener la particularidad de hacer volver (o renacer del pasado) tradiciones y grandes hechos políticos. ¿Sucederá lo mismo con la tradición heroica de la clase obrera revolucionaria del Este?

 

C.T.

 

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