Un primer balance del 28 A –

 

Mientras cerramos esta edición se está realizando el tercer paro nacional contra el kirchnerismo. El paro ha sido contundente. La inmensa mayoría no se presentó a trabajar. Hay colectivos, pero circulan vacíos. No tuvo efecto que la UTA carnereara. Las calles parecen las de un domingo. La razón de fondo de la contundencia del paro es evidente: la bronca creciente de los trabajadores por el renovado deterioro económico.

 

Es que los precios están que vuelan, la guita no alcanza para nada. Las suspensiones y despidos se multiplican. Y el dólar picó nuevamente en punta superando los 14$. El interrogante que subsiste es cómo seguirán las cosas, para qué lado se inclinará la coyuntura. Mucho depende de que el gobierno logre un respiro económico. Porque si no lo logra se podría ir nuevamente a una crisis general como la de comienzos de año.

El otro dato relevante es que la izquierda volvió a llevar adelante piquetes exitosos. Nuestro partido cumplió un rol de vanguardia en los dos más importantes: Panamericana y Henry Ford, y el Puente Pueyrredón (en total, participamos de más de diez piquetes en todo el país[1]). Los cortes fueron algo menos “picantes” que en la jornada del 10 de abril, donde el gobierno se jugó a impedir sin éxito el de la Panamericana.

Astutamente, y viendo que el horno no estaba para bollos, evitó cualquier polarización. Sólo forcejeó un rato cuando la subida en el puente Pueyrredón, pero sin convicción. Más bien trató que la jornada pasara y a otra cosa.

El hecho de que los colectivos funcionaran y la gente no saliera de su casa hizo que el efecto de los piquetes fuera, de todos modos, algo menos contundente. Y aun así los medios destacaron el “paro de Moyano, Barrionuevo, Micheli y la izquierda” como dando cuenta de su rol creciente, sindical y político, en la realidad política del país.

 

La jugada de Moyano

 

De cualquier modo, se puede decir que no hubo mayores desbordes: el paro fue controlado, esto más allá de los piquetes realizados. Es que Moyano actuó con astucia para que el paro no se calentara. Luego de deshojar la margarita a lo largo de meses, se anticipó a convocar el paro para tratar que el mismo fuera lo más frío posible: entre la convocatoria a la medida de fuerza y su realización medió una escasa semana.

Tuvo el problema –no del todo esperado- de que la UTA se negó finalmente a convocar. El argumento de Fernández fue el oficial: “que no era el momento para un paro general”, esto con la excusa de la pelea con los fondos buitre.

Así y todo, el paro fue un “parazo nacional” porque la situación económica se ha vuelto a deteriorar, porque pesa el ajuste, porque cae sobre una situación preexistente de alejamiento de amplios sectores con el gobierno; alejamiento que se vino procesando a lo largo del año más allá de una cierta recuperación en la popularidad de Cristina en julio; popularidad que ahora podría haber alcanzando nuevamente un techo y comenzando a retroceder.

Dando tan poco tiempo para su preparación, sin embargo, Moyano intentó (y en gran medida logró), que el mismo fuera lo más pasivo posible. Esto de manera tal de no quedar condicionado para una continuidad, de que el paro no tenga el efecto -no querido para él- de desbordar el calendario electoral o desestabilizar la situación más general.

Es aquí donde podemos ensayar una comparación de este paro general con los dos anteriores. Podríamos decir que estuvo en algún punto intermedio entre el 10 A y el 20 N. Respecto de abril pasado nos parece que fue algo menos contundente, menos “caliente” que este último en la medida que el paro de abril se realizó al inicio del brutal ajuste del gobierno, cuando todavía estaba en cuestión si el mismo se lograría imponer; el clima político general se cortaba con un “cuchillo” de una manera que todavía no lo hace hoy (aunque podría ocurrir prontamente con el desarrollo de la crisis).

Ya respecto del 20 de noviembre del 2012, recordemos que este tuvo el condimento de ser la primera medida de fuerza general contra los K. Pero de algún modo su acatamiento fue más dispar aunque con el condimento de que se hicieron presentes, por primera vez, los piquetes de la izquierda, modificando en parte, más o menos “simbólicamente”, el carácter dominguero de los paros de la CGT.

Lo anterior no quiere decir que el paro de hoy no haya tenido desigualdades. Fue muy fuerte en los gremios convocantes, así como en las terminales automotrices de la zona norte del gran Buenos Aires y Córdoba (la mayoría de ellas suspendieron o dieron “asueto” debido que por los planes de trabajo del just in time pierden más plata si trabajan irregularmente que si no producen), lo mismo que en el gremio de la Alimentación a nivel nacional. Sin embargo, en la UOM fue más dispar. Muchas autopartistas trabajaron con cierta normalidad. Valeo en Córdoba, que viene de fuertes luchas, trabajó. Lo mismo que Materfer, donde la burocracia acababa de realizar medidas contra despidos. En el neumático, la burocracia k de Pedro Wasiejko mandó a trabajar. Pero en Fate, la inmensa mayoría de los compañeros paro.

Moyano y Barrionuevo dicen que nuevamente “le van a dar tiempo al gobierno para responder”… Pero ya saben que Cristina no va a responder nada. Y el gobierno también sabe que en lo que depende del moyanismo, tampoco se van a redoblar las cosas…

De cualquier forma, la dinámica general de la coyuntura no va a depender de lo que quiera Moyano. Siquiera, incluso, del gobierno. El ritmo de las cosas lo va a marcar la economía, la que a estas horas parece estar entrando en una nueva espiral de descontrol.

 

Micheli apuesta a la oposición patronal

 

Por su parte el michelismo se jugó a la marcha del 27 pero brilló por su ausencia en los piquetes del 28 A. La CCC y el MST, muy débiles en los cortes durante el paro, fueron a la rastra en la marcha al Congreso, a la que se sumó, también, de manera equivocada a nuestro modo de ver, el PO. Una marcha políticamente confusa, por decir lo menos.

Es que una movilización realizada el día anterior a un paro general, enfocada en el Congreso y no hacia la Plaza de Mayo, y creando –en los hechos- la ilusión que de la mano oposición patronal podrían surgir respuestas para los trabajadores (la prohibición por un año de las suspensiones y los despidos, la eliminación del impuesto a las ganancias…), no tiene otra forma de definirse que como un operativo oportunista que busca hipotecar la independencia política de los trabajadores. En vez de colocar en foco en la confianza en la acción directa de los mismos, las soluciones se ponen en algún tipo de “componenda parlamentaria” de la mano de la oposición. Un ejemplo de esta situación es la expectativa creada por Micheli en su discurso que como “el gobierno estaría a punto de perder sus mayorías parlamentarias, la oposición tendría la oportunidad de votar leyes a favor de los trabajadores”…

Independientemente de lo anterior, el paro de los estatales tuvo su adhesión, y contribuyó a su modo en la creación del clima general de “anormalidad” hacia el paro general, a que mucha gente se inclinara por no concurrir al ver ya los piquetes del 27.

 

El papel de la izquierda

 

Es en el contexto anterior que se debe evaluar el papel de la izquierda en los piquetes. El primer corte, y el más estratégico, fue el de Henry Ford y la Panamericana. La misma fue cortada a las 5.15 horas de la madrugada por un acuerdo entre nuestro partido y el PO (al cual se le agregaron otras corrientes y sectores de vanguardia de los trabajadores).

Esta ya es una enorme conquista del período. Los medios anuncian el paro como llevado adelante por “Moyano, Barrionuevo, Micheli y la izquierda”. Mientras tanto, Pignanelli se quejaba en la página on line de La Nación de lo “fácil que es cortarle al país a este gobierno”. Es evidente que el jefe del SMATA tiene una irrefrenable vocación de buchón: ¡por toda respuesta lo único que se le ocurre es pedir más represión!

En general, no hubo problemas para llevar adelante los piquetes. No queda claro por qué el gobierno trató de dilatar las cosas en el Puente Pueyrredón. Quizás porque le importaba garantizar los accesos a la Capital Federal. Pero cuando la situación se empezó a calentar, cuando llegaron más compañeros a Avellaneda, tuvo que dejar que se cortara el puente, incluso fracasando en el intento de garantizar que quedara liberado un carril.

Además, el paro llegó en un momento de protagonismo para la izquierda en los conflictos obreros, pero no por esto exento de graves dificultades. Con las derrotas de Gestamp y Lear todavía “calientes” hay que ver cómo impacta esto en el escenario de desbordes de las luchas obreras llevadas adelante por la nueva generación obrera. Está abierta la pelea en Donnelley y se vienen suspensiones masivas en el neumático, gremio con enorme presencia de la izquierda.

 

¿Hacia una nueva devaluación general?

 

De todos modos, el hecho es que el gobierno no se jugó a polarizar contra el paro. Capitanich salió el lunes a identificarlo con los fondos buitre, pero no convenció a nadie. Cristina consideró que el paro iba a tener gran adhesión, que la bronca por la situación económica es creciente, por lo que el costo de polarizar contra la medida iba a ser mayor que los beneficios.

Es que el gobierno no llegó en su mejor momento al paro general. Pareció recuperar puntos en julio, pero todo se le vino abajo al no poder cerrar con los buitres. Es imposible arbitrar los conflictos sociales con los bolsillos vacíos. Sin reservas y sin acuerdo con los holdouts, con el dólar blue disparándose, lo que hace es prepararse una nueva crisis general.

 

 

Hacía sólo dos semanas que el gobierno había ensayado un discurso de arbitraje de los asuntos nacionales. Lo hizo apoyándose en la popularidad recuperada un mes atrás. Pero el discurso se le “evaporó” a las pocas horas. La patronal lo desbordó por la derecha cuestionando la Ley de abastecimiento (el gobierno ya ha retrocedido prácticamente en todo en esto), y, por la izquierda, estuvo la inmediata convocatoria al paro general, y la continuidad de los duros conflictos de vanguardia.

Aun a pesar de que la oposición no juega a nada, que sólo quiere que todo se encamine al 2015, y que apoya a pie juntillas el ajuste k (es decir, actúa como un factor estabilizador), el caso es que llevar adelante un renovado intento de arbitraje requiere, como ya está dicho, de dinero. Y esto es lo que el gobierno no tiene.

Las arcas del Banco Central están vacías, carecen de divisas. Y esto se agrava en momentos que al no lograr el acuerdo con los buitres, el dólar se le acaba de disparar a 14.38$, la cotización más alta en toda su gestión.

Un dólar paralelo descontrolado lo único que hace es agigantar la incertidumbre sobre el futuro del país colocando nuevamente a la orden del día una devaluación del peso como en enero y dejando en entredicho la coyuntura como un todo: ¿hacia las elecciones del 2015 o hacia un renovado escenario de crisis general?

 

Hace falta un gran encuentro nacional unificado

 

La izquierda viene atrasada para ubicarse en la coyuntura. Estuvo lenta de reflejos para enfrentar el ajuste en la primera mitad del año. El PO sólo tenía en mente las presidenciales del 2015. El PTS centró todo en su campaña por los petroleros de Las Heras. Ninguno de los dos ordenó su política alrededor del enfrentamiento al ajuste K, como correspondía. Tampoco dieron respuesta al tema de la deuda, ni, mucho menos de manera unificada, a los duros conflictos en curso. El FIT se mostró como lo que es: una “máquina de impedir” para colocar iniciativas de conjunto. Nunca logró ser un polo de reagrupamiento real; sólo es una cooperativa electoral.

Al mismo tiempo, los conflictos de Gestamp y Lear pusieron a la nueva generación obrera en el centro de la escena; al mismo que abrió un profundo debate estratégico acerca de cómo enfrentar esta coyuntura de duras luchas, con qué estrategia orientar las mismas.

En las últimas semanas la lucha de Lear estuvo en el centro de la escena, siendo ampliamente tomada por los medios. Pero ahora se vive una gravísima derrota, y lo que sigue es una campaña por la reinstalación de los compañeros despedidos y que no le hagan la vida imposible a los compañeros ex delegados.

Hay que dejar de dar vueltas, hay que dejarse de mirarse el ombligo. Luego del paro general y ante la posibilidad de un escenario de crisis renovada, hace falta convocar a un Encuentro Nacional Unificado de los luchadores del espacio de Atlanta y del SUTNA San Fernando que de una respuesta unificada. Y está planteado, también, de una buena vez, abrir una rediscusión general entre el FIT y nuestro partido (que está en la línea recta hacia la legalidad nacional) acerca del frentismo de izquierda que deje atrás el callejón sin salida del electoralismo.

 

 

 

[1] El PTS estuvo a la retaguardia en los dos cortes, llegando con retraso, nuevo partido llegó primero a ambos, en conjunto con el PO.

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