Después de 35 años de haber sido robado a su madre Laura, detenida-desaparecida en los campos de concentración de la dictadura, a apenas cinco horas de su nacimiento, Ignacio Hurban recuperó su identidad biológica.

Es el nieto número 111 encontrado por Abuelas de Plaza de Mayo sobre un total de 500 bebés que fueron apropiados por los militares y sus cómplices.

Como en las otras oportunidades, su recuperación es resultado de una lucha que ha trascendido varias décadas y atravesado generaciones.

En un día tan memorable, la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, emocionada, expresó una parte auténtica de esta gesta, al decir que se logró “a costa de sangre, de lucha y de resistencia”. Coincidimos en esto con ella. Lo que no acordamos es que esta nueva recuperación de un nieto sustraído sea “un triunfo de los argentinos”. Porque esa sangre que se derramó no fue de “todos los argentinos”, menos esa lucha y esa resistencia. Fue sangre de una heroica vanguardia, al principio constituida esencialmente por los familiares, como fue Azucena Villaflor, presidenta de Madres de Plaza de Mayo asesinada por la dictadura poco tiempo después de constituirse este organismo. Más adelante se extendió a la juventud y a los trabajadores que tiraron abajo muros que parecían infranqueables hasta conseguir pasos adelante importantísimos como que los jefes de las Fuerzas Armadas del Proceso fueran presos, que Videla se pudriera en la cárcel. Que, como hoy en el caso del nieto de la presidenta de Abuelas, chicos arrebatados en las maternidades clandestinas pudieran reencontrarse con su familia, con su verdadera identidad.

Hoy desde todo el espectro político la saludan y la felicitan. Muchos de ellos o sus partidos colaboraron con la dictadura o trataron de “salvar” a los militares en su estrepitosa caída en 1982, tratando de dictar una ley de amnistía para que no fueran presos. Proyectos militares, patronales y de las cúpulas eclesiásticas fracasaron y unos centenares fueron juzgados.

Como socialistas revolucionarios que somos parte de “los argentinos” que fuimos parte de esta lucha inclaudicable, saludamos este triunfo, porque es un triunfo de la clase obrera, de su vanguardia independiente, de la juventud, que van a derribar nuevos muros que se interpongan en la lucha contra la explotación y la opresión.

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