La derrota de Israel no se va a lograr “en un solo país”. La cuestión del triunfo de los palestinos sobre el estado colonial-racista ha sido y será más que nunca una lucha internacional.

Es una lucha internacionalista que, en primer lugar, interesa directamente a todos los pueblos del Medio Oriente. Israel es allí el gendarme, el perro guardián de EEUU y también de los imperialismos europeos en la región. Asimismo, de una u otra manera, es una garantía para todos los regímenes de los explotadores, incluso de los que vivieron durante mucho tiempo del antisionismo para legitimarse, como en el caso de Arabia saudita.

Pero también esto interesa a todos los pueblos del mundo, especialmente en América Latina, Europa y, por supuesto, Estados Unidos. Los latinoamericanos debemos recordar, por ejemplo, cómo los “especialistas” de Israel en represión y torturas asesoraron a las dictaduras. Por eso, tiene razón el escritor uruguayo Eduardo Galeano, cuando termina un reciente artículo sobre Palestina diciendo: “Este artículo está dedicado a mis amigos judíos asesinados por las dictaduras latinoamericanas que Israel asesoró”.

Las reacciones histéricas de Israel y sus amigos (como Hollande) cuando se les destapa su verdadero rostro –como el caso de la periodista española o la prohibición en Francia de protestar por el genocidio palestino– no son “desmedidas”. Tienen toda la razón del mundo, tienen un miedo justificado porque la legitimidad de este engendro racista está cada vez más cuestionada.

Hay que redoblar entonces, en todos los países, la denuncia y la movilización contra el Estado racista que oprime a los palestinos, pero que también apoya a las dictaduras más represivas y a cuanto hay de reaccionario y retrógrado en el planeta.

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