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Los trabajadores y estudiantes de la USP realizan una huelga que ahora supera los 70 días de duración contra los recortes presupuestarios que tienen consecuencias como la congelación salarial y condiciones de trabajo precarias, la educación y la investigación y que está siendo amenazada con una dura represión por la rectoría y el gobierno del estado de São Paulo.

Crisis financiera en el servicio de la privatización

La situación financiera es responsabilidad del decano, Zago, y el gobernador del estado de São Paulo, Alckmin. El rector de la universidad impuso una gestión marcada por las obras suntuosas, compras innecesarias, sobreprecios y una completa gama corruptela. Por su parte, el gobierno del estado es directamente responsable de la debacle financiera, porque además de la malversación de las finanzas, la crisis presupuestaria actual se debe a la escasez de recursos para la educación pública en general y la universidad pública en particular. La crisis financiera de la USP no es simplemente el resultado de la incompetencia administrativa. En realidad, lo que hay detrás de esta situación es la política de privatización del gobierno del estado que combina intencionalmente desorden financiero interno con el endurecimiento de los ingresos por ICMS (IVA). Esta política busca crear las condiciones financieras y políticas de privatización de la universidad, que responden a los intereses del gran capital quienes financian las investigaciones en beneficio exclusivo de sus intereses económicos. Esta privatización ya está puesta en práctica por medio del arancelamiento y el pago de matrícula.

Trabajadores proporcionan esta resistencia

Como la huelga se muestra inquebrantable, el decano consiguió autorización de parte de la «justicia», para usar la policía militar contra el movimiento de huelga de los trabajadores y sus métodos legítimos de lucha, como los piquetes y “trancaços”. Además del uso de la fuerza militar contra los trabajadores y los estudiantes, la rectoría ha anunciado que recortará los salarios de los huelguistas, otra clara demostración de la falta de respeto por el derecho a la huelga. Sumado a sus determinaciones internas, la huelga de la USP también debe ser vista mirando el contexto político nacional y estatal que se ha creado a partir de la Copa del Mundo, porque estamos viviendo desde entonces una dura represión a los movimientos de los trabajadores y la juventud: la represión en el metro de São Paulo y los arrestos de activistas son los signos más evidentes de la ofensiva empleador. La caracterización de que estamos frente a una situación menos favorable no debe servir para paralizar nuestra acción, sino para encontrar las mejores tácticas para luchar y ganar.

La huelga de la USP a cruzado diferentes coyunturas políticas, a partir de la abierta política represiva podemos ver que se entra en un momento decisivo. El gobierno y la rectoría quieren aprovechar el momento más favorable en la situación nacional, el desgaste del movimiento, y el aislamiento de la universidad (vuelta al trabajo de la Unicamp) para imponer una ofensiva que culmine con la derrota de la huelga.

Unificar la huelga en la práctica es la tarea central

Desde el ataque de la rectoría también es necesario rearmar nuestras filas. Es indispensable, en este momento hacer sonar todas las alarmas porque lo que está en juego es el carácter público de la universidad y el derecho a la libre organización de los trabajadores y estudiantes.

El regreso de las clases nos debe servir para reanudar la huelga de los estudiantes de forma activa y superar todas las dificultades experimentadas en la primera mitad. La dirección de la DCE en la primera mitad prácticamente abandonó el movimiento a su suerte, puesto que apuesta todas sus fichas en acciones por fuera del movimiento estudiantil universitario, de esta manera los trabajadores se quedaron aislados.

A pesar de las dificultades podemos realizar una huelga con un fuerte carácter de resistencia política contra la privatización de la universidad en ese momento. Para esto es fundamental realizar algunas tareas: en primer lugar la dirección del movimiento estudiantil se debe dedicar principalmente a la movilización y la incorporación de un mayor número de estudiantes en la huelga, la organización de reuniones en los principales cursos y asambleas generales encaminadas a poner al movimiento en la calle.

Es necesario romper con la injustificable separación entre el movimiento estudiantil y el movimiento obrero. A pesar de las los reclamos específicos esta claro que la lucha contra los recortes presupuestarios, contra la contracción de los salarios, la ampliación del ICMS y en contra de los programas de privatización son consignas comunes y se deben priorizar durante esta huelga.

Y a partir de este programa común es necesario superar la fragmentación que sólo sirve para debilitar nuestra lucha. Debemos crear comandos de huelga y reuniones unificadas entre los tres sectores para lograr grandes acciones en la calle, para hacer frente a la represión y denunciar el proceso de privatización de la universidad.

Práxis, 5 de agosto de 2014

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