Se acerca la hora –

 

Los analistas políticos siempre advierten que las crisis escalan por errores de cálculo. Éste parece ser el escenario actual de la batalla contra los fondos buitre. (…) Existe cierto consenso de que un default ahora no sería igual al de 2001, aunque sí sería una mala noticia y una mayor caída del nivel de actividad (…), el costo de un default sería algo más de un punto del PBI. Si esto fuera así, y la presidenta Cristina Kirchner lo cree, podría inclinarse finalmente por no pactar con los buitres” (J. Herrera, Ámbito Financiero, 23-7-14).

Mientras se acerca el 30 de julio y el fin de la prórroga para hacer efectivo el pago a los bonistas “palomas” (con más comillas que nunca, enseguida veremos por qué), tanto los buitres como el gobierno, cual jugadores de póquer, suben la apuesta a ver quién afloja primero.

Griesa, que se negó a reponer el “stay” o amparo que hubiera permitido efectuar el pago en cuestión, llama a la negociación. Daniel Pollack, el mediador designado por el juez, llama a la negociación. Pero el gobierno y los buitres, aunque nunca abandonaron los contactos, ahora se muestran mutuamente los dientes.

Atrás quedó un sondeo informal del gobierno a los buitres para que ellos pidan el stay. Sí, a esos mismos buitres a los que se denuncia como enemigos de la especie humana. Y no era un disparate: si se trata de negociar un plan de pago, era razonable disponer de más tiempo. Pero en el medio una jugada buitre embarró todo: sus abogados se presentaron en tribunales de California (!) para pedir el embargo de YPF ¡y de Chevron! La respuesta del gobierno fue subir la apuesta: empezó a actuar como si el default, después de todo, no fuera una alternativa tan mala. Los buitres rechinan los dientes, porque ven al gobierno argentino jugueteando con la idea de default sólo para que ellos no cobren, y preparan un pedido de embargos en masa. En este juego, desde ya, las cartas están marcadas a favor de los buitres, empezando por la justicia yanqui y Griesa. Pero el final está abierto.

Por qué puede haber arreglo

No sería la primera vez que el gobierno prepara todo el terreno para ir por un lado (en este caso, el default) y termina yendo para el otro a último momento. Pero en este caso los márgenes de decisión son menores. Por lo pronto, los plazos ya están puestos: o se hace un principio de arreglo antes del 30 o se va al default. Una cosa parece clara: es casi imposible que Griesa conceda el amparo, el stay paraguas que permitiría seguir negociando hasta el próximo vencimiento, el 30 de septiembre.

En ese marco, en el fondo ambas partes saben que el default es un problema. Para el gobierno, por razones obvias. En cuanto a los buitres, que ya creían tener la plata al alcance de la mano, un default los obligaría a redoblar las presentaciones legales… y seguir esperando, por lo menos hasta 2015.

Tal vez por eso, el fondo NML, de Paul Singer, emitió un curioso comunicado después de la reunión del martes pasado en el que, una vez más, llama al gobierno argentino a negociar. Más allá de que es parte de la estrategia comunicacional de ambas partes acusar al otro de ser el que no quiere negociar, es seguro que quieren sentarse con el gobierno. El problema, como explicamos en la edición anterior, son las condiciones. Porque buscar un acuerdo contra reloj y a como dé lugar sería la mejor receta para, en palabras de Cristina, “firmar cualquier cosa”.

Puede haber una solución de compromiso: simplemente, resolver de común acuerdo seguir negociando, sin hablar de montos ni planes de pago concretos, que es lo que pedía Pollack. Para que eso pase, los buitres tienen que ceder. Pero como no son ellos los que están en situación de mayor debilidad, esperan que afloje primero el gobierno. Y la única carta del gobierno es asustar con el default… y mostrar que está dispuesto a llegar hasta allí. Hasta ahora, los “mercados” apostaban, con ciertos vaivenes, al acuerdo. Pero el martes se empezaron a asustar, y el primer reflejo fue la trepada del “blue”. Capaz que esta gente va al default de verdad, se dijeron. O capaz que son muy buenos jugadores de póquer

Por qué puede haber default

Como si no lo hubiera sabido antes, el gobierno parece haber asumido recién ahora que el principal peligro no son los buitres sino los bonistas “palomas”. En el fondo, todo este entuerto no existiría si no fuera por la cláusula RUFO, que hasta el 31 de diciembre de 2014, cuando vence, encadena toda oferta a los buitres con los demás bonistas. Lo que se ofrece a uno, se debe ofrecer al resto. Ése y no otro es el principal obstáculo para saldar de una vez el juicio con los buitres.

Entre otras cosas, esa cláusula impide siquiera sugerir en voz alta un plan de pago. Incluso si los buitres aceptaran empezar a cobrar en 2015 (lo cual no es imposible), algún bonista “paloma” puede aducir que el acuerdo se hizo en 2014, y si otro Griesa lo escucha… flor de dolor de cabeza. Por eso el gobierno le pedía a Griesa una declaración expresa aclarando que el pago a los buitres era obligado, y no voluntario. Lo que de todos modos no impediría demandas; sólo daría un buen argumento legal para rechazarlas.

Mientras tanto, Cristina, Capitanich y Cía. salieron con el argumento de que “esto no es default, porque Argentina ya pagó; que Griesa no permita cobrar es otro problema”. No sabemos si pretenden engañar giles o qué, pero este argumento político, casi moral, no tiene el menor efecto legal ni financiero. Si el 31 de julio los acreedores del bono Discount vencido el 30 de junio siguen sin cobrar, para el mundo financiero (y para las agencias de calificación), la Argentina va a estar en “default selectivo”. No es “técnico”, sino default real. Y es “selectivo” porque sería una cesación de pagos de parte de la deuda, no de toda.

A tal punto esto es así que hay otra amenaza: la de que esos bonistas que no cobraron junten un 25% de los acreedores (del bono Discount en default) y reclamen lo que se conoce como “aceleración de los bonos”. Que no es otra cosa que cancelar al día siguiente, de manera íntegra, esa emisión que tenía vencimiento en 2033. ¿Si eso es factible? A esta altura, nadie se atreve a descartar ni confirmar nada, pero esa opción legal existe, y si Argentina no arregla eso en 60 días, podría declararse en default toda la emisión de bonos bajo ley extranjera, unos 30.000 millones de dólares.

Para el gobierno, todo este vértigo puede ser, a pesar de todo, preferible a cerrar un plan de pago a los holdouts. Hay un argumento que desenfundó a último momento: si se “firma cualquier cosa”, los funcionarios responsables, desde Cristina hasta el secretario Pablo López, pasando por Kicillof, pueden ser civil y penalmente responsables. Acaso esto se les ocurrió viendo cómo avanza el juicio contra Domingo Cavallo por el “blindaje” de 2001. Lo curioso del caso es que Cavallo fue asesorado por el estudio Cleary, Gottlieb, Steen & Hamilton (CGSH)… el mismo bufete de abogados que lleva la causa de los buitres en el juzgado de Griesa.

Jugando al póquer con puestos de trabajo argentinos

La apuesta del gobierno, en caso de default, es aguantar cinco meses hasta que se caiga la cláusula RUFO (así de decisiva es) y allí cerrar de una vez con los buitres. Inclusive, algunos popes del kirchnerismo hicieron cuentas y dijeron: “Después de todo, la mayor parte de nuestra gestión estuvimos sin acceso al crédito externo; ¿qué nos hacen cinco meses más?” Pero esa apuesta es demasiado optimista: supone que la situación legal, financiera, económica y política va a quedar casi congelada de aquí a enero.

En efecto, en el medio puede pasar casi cualquier cosa. En el plano legal, puede haber demandas de los holdouts, embargos de Griesa, reclamos de los bonistas “palomas”, entrada de los holdouts que no hicieron juicio y sigue la lista. En lo financiero, el default significaría decirle adiós a toda la primorosa ingeniería pro mercados (CIADI, Repsol, Club de París) para volver a emitir deuda. Y en lo económico, habrá una inevitable y fuerte presión sobre el tipo de cambio, con la consiguiente inflación, profundización de la recesión y etcéteras parecidos.

De esta manera, el kirchnerismo puede afrontar lo peor de los dos mundos. Hizo todos los deberes que le pedían los “mercados”, el establishment, el Club de París, Obama y la clase capitalista en su conjunto… sólo para no poder recoger los frutos después. Y en el plano del “relato”, el gobierno anunciaría a los cuatro vientos su “soberanía”, su “rechazo al chantaje”, etc., sólo para volver a meter violín en bolsa en enero de 2015, en condiciones mucho peores para el conjunto de los trabajadores y el pueblo argentino. ¿Qué quedaría entonces? Ortodoxia pro mercado sin poder emitir deuda, y “relato épico” con fecha de vencimiento en cinco meses.

Una cosa es clara: más allá de cómo se termine saldando este asunto el 30 de julio, el gobierno ha manejado todo esto como una partida de póquer donde lo que se apuesta no son dólares, sino puestos de trabajo y sacrificios para el conjunto de la población.

Es el resultado de una estrategia que quiso conciliar apego a los mercados con “relato”, y la moraleja es muy simple. No se puede quedar bien con Dios y con el diablo, con los buitres y con los trabajadores, con “el 100% de los acreedores” y con la defensa de la soberanía. La oposición de derecha habla claro: hacer lo que diga Griesa, y que sufra el pueblo. Los socialistas revolucionarios del Nuevo MAS decimos bien claro: esta estafa de la deuda no puede ni debe ser pagada. El gobierno quiere diferenciarse de la primera opción, pero el precio de su incoherencia (con o sin default) lo pagará con ajuste, con despidos, con baja real del salario, con inflación, el conjunto de los trabajadores de este país.

Marcelo Yunes

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