Como señalamos en el editorial de este número, hay un conjunto de luchas de resistencia que se encuentran en el centro de la coyuntura. Dos de las más importantes, de gremios distintos, son las de Lear (mecánicos) y la Enfer (fabrica metalúrgica).

Se trata de conflictos que tienen elementos comunes, a la vez que distintos. Lo común es que en ambos casos se está descargando el ajuste a la vez que, no casualmente, también la persecusión de procesos independientes dónde están al frente de sus internas respectivas sectores opositores al sindicato identificados con la izquierda.

Pero si lo que tienen en común ambas luchas son los elementos señalados arriba, también es verdad que tienen rasgos marcadamente distintos. Es que la lucha de Lear tiene que ver con una racionalización empresaria, con el intento de sacarse de encima una parte del personal así como una interna combativa, a la vez que adecuar su producción a un «mercado» o unas condiciones económicas dónde, probablemente, una parte de su producción le convanga de momento traerla de manera importada y otra producirla aquí.

De todos modos, el proceso de «racionalización» empresaria no parece apuntar -no por ahora- al cierre de la planta (más allá que los empresarios siempre amenacen con ello cuando sufren luchas), sino más bien ajustar sus planes de producción sacándose de encima, de paso, una interna «molesta» para ellos y la Verde.

El caso de la Enfer es más dramático. Los hermanos Cirigliano, terminados sus negociados con el Estado, están vaciando la planta. Tatsa, que es la empresa que produce colectivos, está practicamente liquidada. En el caso de la Enfer propiamente dicha, que arragla y produce material rodante ferroviaria, está amenazada de vaciamiento, llegandose el caso que el sueldo de los compañeros lo venía pagando el gobierno desde hace meses.

El conflicto detona porque ahora el gobierno está dejando de cumplir su compromiso con los trabajadores, los que se ven amenazados por el cierre de la planta, así como por siquiera cobrar sus indemnizaciones en caso de quedar en la calle.

Estas razones «estructurales» diferenciadas de ambos conflictos explican, en parte, la radicalidad de los métodos de lucha de los compañeros de le Enfer, que se vieron obligados a ocupar la planta, aunque, a la vez, quizas los Cirigliano estén dejando correr esto, como manera también, de parte de ellos, de involucrar al gobierno en alguna «solución».

De todas maneras y como señalamos en el editorial, también la situación en Lear está «pasando de castaño oscuro», en la medida que los despidos ya son masivos, que las suspensiones se extienden en el tiempo y de que, para colmo de males, no dejan entrar a la interna en la planta desde hace ya varios días.

En el editorial de este número hacemos varias propuestas para ambas luchas, agregándole en el caso de la Enfer que nos parece que en el tope de sus reclamos deberían colocar ya mismo la exigencia al gobierno de la estatización bajo control obrero de la planta; para el caso de Lear, les señalamos a los compañeros que en conjunto con todos los esfuerzos que están llevando a cabo, llegado al caso, contemplen la posibilidad de garantizar el reingreso de los delegados a la planta y parar desde adentro.

En todo caso nos seguimos poniendo incondicionalmente al servicio de ambas luchas, insistiendo en buscar la forma de coordinar ambas, y de tener una iniciativa en comun como podría ser una verdadera jornada nacional de lucha a los que estan peleando y la realización de una gran marcha a Plaza de Mayo por su triunfo.

 

Corresponsal regional norte

 

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