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Procesan al vicepresidente Boudou –

 

En los últimos días las tapas de los diarios se han plagado de noticias alrededor del procesamiento del Vicepresidente AmadoBoudou. No es para menos, no hay muchos antecedentes de un enjuiciamiento de un Vicepresidente de la Nación en funciones. Pasa que el procesamiento por parte del juez Lijo es, formalmente, la antesala para ir a juicio oral y público, más allá que esta instancia todavía no tenga fecha cierta y esté abierto si llegará a darse alguna vez o no.

La acusación de Lijo es muy grave: considera que Boudou obtuvo por medio de testaferros la calcográfica Ciccone estando enel cargo de Ministro de Economía; es decir, se aprovechó de su cargo y relaciones para adquirir la misma. Si los casos de enriquecimiento de funcionarios en el poder tienen muchos antecedentes dada la naturaleza íntima del Estado y la economía capitalista como es la de nuestro país, el escándalo se multiplica porque se trata de una figura en funciones de tan alto cargo.

Por lo pronto el gobierno no ha dicho esta boca es mía con el procesamiento de Amado. Únicamente Cristina criticó días atrás a la justicia en lo que pareció un tiro por elevación frente al procesamiento de su vicepresidente. Además, el kirchnerismo salió a denunciar una «manipulación mediática» por la cual se destaca el caso de Boudou, pero que no se hablaba palabra alguna sobre que Macriestá en una instancia similar por la denuncia de las escuchas ilegales ordenadas por su gobierno.

Pero más allá de todo esto, todavía el caso Boudou no termina de transformarse en una crisis política abierta. A la oposición patronal le viene como anillo al dedo para seguir «esmerilando» al gobierno mientras al mismo tiempo no dice palabra del ajuste económico -lo deja correr porque lo apoya a pie juntillas. Paralelamente se maneja con muchísimo cuidado en el tema de la negociación con los fondos buitres, a los que opina hay que pagarles, pero no quiere ser visualizada como «antipatriota», razón por la cual de alguna manera «apoya» al gobierno en sus gestiones (claro está que siempre y cuando la negociación que se está poniendo en marcha, termine en el pago a los holdouts).

En este contexto, entonces, está la campaña de los medios y la oposición frente a Boudou, campaña que -en lo inmediato- parece estar cuidándose de empujarlo fuera del gobierno, al menos por ahora. Las declaraciones abundan. Los medios de opositores se dedican a él, pero no hay voces claras, realmente, que estén planteando con fuerza su renuncia, al menos no todavía.

Más bien la política parece ser la de un operativo de desgaste que contribuya a que el kirchnerismo salga del poder en el 2015, pero ayudándolo a llegar hasta las elecciones, a que la transición se haga de manera tranquila y ordenada.

Desde la izquierda es obvio que debemos tener una posición completamente distinta. El escandaloso caso de Boudou pone sobre el tapete el conjunto de los negociados hechos por el kirchnerismo con más de una década en el poder. Mientras que el tema no sea más que una cortina de humo frente a problemáticas más graves aun, opera como mecanismo distractivo. Pero en la medida que se abra una crisis política real, la salida de Boudou podría plantear una crisis en regla que incluso llegara hasta la propia Cristina.

Un escenario de ese tipo sería dramático para los intentos mancomunados de todos los sectores patronales de ir a un recambio ordenado. Recambio ordenado para el cual Cristina ha venido llevando adelante todos los «deberes» comenzando por la implementación del ajuste y siguiendo por la puesta en orden de todas las deudas del país, incluyendo ahora la negociación con los buitres.

Boudou no puede seguir un segundo más en la vicepresidencia: debe irse ya. Una eventual salida anticipada del gobierno podría dejar planteada una rediscusión general del país mediante una instancia democrática que no se resuma a una elección presidencial: la necesidad de convocar a una Asamblea Constituyente Soberana que ponga sobre el mesa un balance exhaustivo de la gestión k y abra las vías a una salida por el lado de los trabajadores.

 

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