Declaración de la Federación de Consejos de Trabajadores y Sindicatos – 

 

Jadaliyya, 13/06/2014 – 

Mosul y otras ciudades de Irak están experimentando cambios dramáticos, peligrosos y funestos. Los medios de comunicación, especialmente los que apoyan al gobierno iraquí y a los estados occidentales, han puesto el centro en las acciones  del Estado Islámico en Irak y el Levante/Siria (ISIS) y su toma de varias ciudades iraquíes, poniendo a su público contra este grupo. En efecto, los  grupos terroristas de ISIS actúan entre los grupos armados allí y su influencia en los recientes acontecimientos es clara.

Sin embargo, también es cierto que los iraquíes en general rechazan a ISIS, tanto en las regiones del centro y sur de Irak, como en las partes del país que ya no están bajo el control del gobierno: las llamadas áreas «sunníes» o el «triángulo sunní», un término que los servicios de inteligencia, en particular la CIA, idearon como parte de un plan para manipular el sectarismo en Irak.

Al mismo tiempo, los iraquíes en general, también rechazan el actual régimen de Nuri al-Maliki y sus políticas, construidas sobre una base etno-sectaria. Este es el caso especialmente en las zonas urbanas, donde se concentra la mayor discriminación sectaria, y en donde el gobierno trata a la gente común como enemigos políticos.

La caída de varias ciudades iraquíes en manos de los grupos armados no representa las aspiraciones de la gente que vive allí. Sus exigencias de librarse del sectarismo son claras y directas. Lo han expresado a través de movilizaciones y sentadas no violentas. Pero ahora los grupos terroristas armados se han aprovecharon de esa situación para tomar allí el poder.

Las demandas del pueblo contra la discriminación y el sectarismo son justas y equitativas, mientras que las políticas de Maliki son reaccionarias y discriminatorias. Y por consiguiente son rechazadas. Mientras tanto, el control de ISIS de las ciudades y las personas constituye una grave amenaza para la vida cotidiana y la sociedad.

Las demandas populares se han transformado en una herramienta de fuerzas reaccionarias para repartirse la trota política: desde los terroristas de Al-Qaeda, el partido Baath y los líderes tribales, hasta la dirigencia religiosa chiita, que ha llamado a una guerra abierta, y las fuerzas nacionalistas kurdas, que  han logrado ganancias militares y políticas.

Esto sobreviene en un momento en que Irak ha sido claramente dividido según la voluntad de las fuerzas políticas dominantes, mientras que la voluntad del pueblo iraquí es ignorada.

Las potencias regionales que se benefician de la desintegración de Irak –en especial Irán, Arabia Saudita y Turquía– operan cada una por su cuenta para lograr ganancias políticas.

Mientras tanto,  el gobierno de EEUU –la principal causa de estos problemas– se prepara para intervenir cuando lo decida. Cuando Obama habló de los últimos acontecimientos, expresó dos veces  su preocupación por el petróleo iraquí. Pero ha expresado ninguna consideración ni preocupación por el destino de dos millones de personas que están ahora bajo en control de ISIS, ni para las mujeres que han comenzado a suicidarse en Mosul como resultado de las pandillas ISIS.

La clase trabajadora en Irak es la fuerza común que existe en todo el país, desde el norte del Kurdistán a los puntos más lejanos del sur. Es la fuerza cuya propia existencia y supervivencia depende de la erradicación de la discriminación sectaria y la unificación del pueblo iraquí. Es la única fuerza que puede poner fin a la fragmentación y la división.

Rechazamos la intervención de EEUU y protestamos contra el discurso impropio de Obama en que expresó su preocupación por el petróleo y no por el pueblo. También, estamos firmemente contra la intromisión descarada de Irán.

Asimismo, estamos contra de la intervención de los regímenes del Golfo y de su financiación de los grupos armados, como hacen especialmente Arabia Saudita y Qatar.

Rechazamos las políticas sectarias y reaccionarias del gobierno de Nouri al-Maliki.

Pero también rechazamos el control de Mosul y otras ciudades por las bandas terroristas armadas y milicias. Apoyamos las demandas del pueblo de esas ciudades contra la discriminación y el sectarismo.

Por último, rechazamos la injerencia de las instituciones religiosas y sus llamamientos a una guerra indiscriminada.

Nuestro objetivo es estar junto a aquellos que representan los intereses del pueblo y fortalecerlos para hacer frente a este ataque peligroso y reaccionario. Llamamos a tener una clara posición internacional clara para frenar el deterioro de la situación así como las interferencias regionales, y para apoyar al pueblo de Irak.

FalahAlwan, por la Federación de Consejos de Trabajadores y Sindicatos de Irak, 13 de junio de 2014.

[Esta declaración fue publicada en Jadaliyya (El Cairo) en árabe e inglés. Traducción al español de Socialismo o Barbarie]

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