El reclamo corporativo de las fuerzas represivas, que se saldó con impresionantes aumentos, se enmarca en el fin de ciclo kirchnerista y los desequilibrios que este proceso conlleva. La policía está llamada a jugar el rol de garantes de que el ajuste económico lo paguen los trabajadores. En este artículo pretendemos discutir sobre la posición que han tomado las distintas corrientes de la izquierda revolucionaria.
En primer lugar, queremos señalar la impotencia que ha demostrado el FIT para sacar una posición común, declaración que llegó, mal y tarde, cuando el conflicto ya está terminado. Las bancas parlamentarias del FIT deberían haber sido utilizadas para dar una respuesta, clarificando la situación, rechazando el planteo policial e impulsando la consigna de “aumento para los trabajadores y no para los represores”. Es común que, aunque desprestigiadas por sus vínculos con el narcotráfico, el robo y las redes de trata, los trabajadores aún vean la existencia de la policía como algo necesario para la convivencia social. Es en este sentido que la intervención común de la izquierda podría haber jugado un rol progresivo, siendo palanca para impulsar a los trabajadores a las calles por su salario, y, al mismo tiempo, ayudar a comprender el rol reaccionario de la policía como brazo armado del Estado burgués. Pero como vemos, el FIT demuestra una vez más su incapacidad para dar una respuesta de conjunto a los desafíos de la lucha de clases, dejando pasar oportunidades de clarificar y hacer avanzar la conciencia y organización de la clase obrera.

Justificando lo injustificable

Los pronunciamientos individuales de cada partido no reemplazan el letargo de una posición común del FIT. El PTS es la corriente que más siente la incomodidad de esta limitación del FIT. Pero en lugar de dar una pelea franca por un cambio de orientación, salió a embellecer las posiciones ambiguas o reformistas de sus camaradas dentro del frente. En su artículo “La izquierda y el motín policial” (LVO 12/12/2013), el PTS defiende una posición correcta delimitándose del reclamo policial, pero falsea y embellece la posición de sus socios cuando afirma que tanto el PO como IS sostienen una posición “ambigua” pero no de apoyo al reaccionario reclamo de las fuerzas armadas. Esta “falsificación” expone las verdaderas intenciones del PTS: justificar la terrible incapacidad del FIT (y la impotencia del PTS), para ser un polo de referencia que defienda la independencia política de los trabajadores.
En su artículo afirman: “El motín policial tuvo distintas respuestas en la izquierda, desde aquellos que “alegremente” ven la crisis del régimen y las luchas que desató en sectores de trabajadores pero sin delimitarse claramente del chantaje policial; hasta aquellos que, como Vilma Ripoll (MST), directamente le dieron su apoyo y exigieron aumento salarial y sindicalización para las policías. (…) Nuestros compañeros del FIT se ubicaron, con matices, en la primera de las variantes.” Pero la realidad es muy distinta a como la pinta el PTS. Mientras que el PO ha tenido una posición ambigua que no deja claro su apoyo o no al reclamo, IS ha militado un apoyo abierto a la reaccionaria rebelión policial, embelleciendo a las fuerzas represivas y considerándolas como dentro de la propia clase trabajadora.

“Vamo’ que el cobani es proletario”

El 5 de diciembre, al inicio del conflicto en Córdoba, IS (primera fuerza del FIT en la provincia) declaraba que “…mientras las cúpulas policiales están acusadas de complicidad con el narcotráfico y reprimen bajo órdenes del gobierno contra quienes se oponen a la instalación de Monsanto y al pueblo de Malvinas, los policías rasos (los llamados «juanes») no quedaron ajenos a esta situación, con salarios de hambre y sobreexplotación, motivo central de quienes estaban acuartelados protagonizando una masiva huelga por salarios con un acatamiento de casi el 85% en toda la provincia. Para los acuartelados nos pronunciamos contra los sumarios y su persecución, y por el derecho a su sindicalización. (…)De la Sota debe resolver el conflicto de la única forma posible: poniendo plata para aumento salarial, porque PLATA HAY. POR ESO EXIGIMOS: AUMENTO SALARIAL DE EMERGENCIA PARA TODOS LOS TRABAJADORES, no sólo para los policías. Para concretarlo exigimos que la UEPC, el SEP, las CGTs de Córdoba y la CTA abandonen su pasividad y tregua con el gobierno y convoquen a asambleas para elaborar un PLAN DE LUCHA único.
Más claro, imposible. Esta fuerza, hundida en el barro del oportunismo y en el camino del abandono de la independencia de clase, no sólo embellece la policía distinguiendo a su “base explotada” de las cúpulas policiales, sino que plantea la unificación y el apoyo al reclamo, en la búsqueda de un plan de lucha por aumento de salario “para todos los trabajadores”, tratando erróneamente a la base policial de “sector explotado” con el que habría que unificar la lucha.
Habría que recordarle a IS que la policía es la institución armada que defiende de la propiedad privada y el régimen capitalista, y no un sector productivo de la sociedad. Según la definición clásica del marxismo, las clases sociales se delimitan no por la obtención o no de un salario, sino por su rol en la producción. Los trabajadores son la clase que produce la riqueza con su trabajo y que es explotada por los capitalistas, recibiendo sólo una ínfima parte del fruto de su trabajo en forma de salario. Por el contrario, la policía cumple el rol de ser el garante de los negocios capitalistas, y en carácter de cumplir ese rol es que reciben una cuota de la explotación de los trabajadores en forma de recompensa.
El efecto de la policía en el mercado, es el de pujar los salarios a la baja mediante la contención coercitiva de los reclamos obreros. Por eso es ridículo pretender un plan de lucha común con la misma policía que reprime una y mil veces a los trabajadores que salen a exigir mejores condiciones de trabajo o aumentos salariales, incluso asesinando muchas veces a luchadores obreros y populares, como es el caso de nuestro compañero Carlos Fuentealba.

Policía con aumento reprime más contento

En el caso del PO, mantuvo una posición ambigua. Durante la campaña electoral, al calor de la fiebre electoral por conquistar el voto de clase media porteña, oportunistamente incluyeron en su programa, la “sindicalización de la policía y democratización bajo control vecinal”, programa que ahora han barrido bajo la alfombra. Si por un lado denunciaron el carácter represivo de la policía, no dijeron nunca abiertamente que estaban en contra de su reclamo. Y además, en algún punto lo consideran “progresivo objetivamente” en tanto que “La victoria de la rebelión (policial) es total y, por una vía indirecta, es un golpe a los planes de ajuste y devaluación que ha abrazado el kirchnerismo” (Prensa Obrera, editorial 5/12). “Como quiera que sea, los garantes de última instancia del ajuste oficial han terminado asestándole un golpe feroz a ese mismo ajuste y al régimen político que pretendía llevarlo adelante” (Una crisis de carácter general – Prensa Obrera, editorial, 12/12).
Habría que recordarle al PO que una fuerza represiva mejor paga, sindicalizada y organizada, no representa un “duro golpe al plan de ajuste del gobierno”, sino lo contrario: un fortalecimiento del brazo armado del Estado burgués, que será, justamente, el garante de que ese ajuste se aplique efectivamente a los trabajadores.
Si bien la crisis policial ha instalado la discusión del techo salarial, no es la rebelión policial en sí misma un “duro golpe al ajuste del gobierno”, sino que son los trabajadores los que pueden mediante sus luchas, enfrentando al gobierno, la patronal y la represión policial, asestar ese golpe.
La posición del PO sugiere una interpretación ambigua que no deja claro si la rebelión policial es o no progresiva. Además, como explicamos anteriormente, la policía no es parte de la clase trabajadora productiva, el dinero de sus aumentos no sale de su propio trabajo sino de la explotación que sufren los verdaderos trabajadores, lo cual puja a la reducción de los salarios obreros.

Es necesario un polo de referencia de izquierda para la clase trabajadora

El fin de ciclo K y el ajuste inflacionario en curso abrirán agudas crisis, convulsiones y desequilibrios sociales. En este marco es imprescindible que sean los trabajadores, con sus reivindicaciones, sus métodos y sus luchas, los que cobren protagonismo y ocupen la escena política. La tarea de los revolucionarios, entonces, es fortalecer una perspectiva clasista al servicio de impulsar las luchas, a enfrentar las políticas de ajuste del gobierno, y a delimitarse de los reclamos reaccionarios de sectores burgueses.
Esta es la situación de la que las fuerzas del FIT parecen no dar cuenta, desaprovechando el potencial que tendría una intervención de la izquierda revolucionaria desde su ubicación parlamentaria. Desde el Nuevo MAS reconocemos el impresionante logro de haber conquistado bancas parlamentarias, creemos que esta conquista puede ser sumamente progresiva si se utiliza para impulsar un polo de referencia de izquierda que no mezcle sus banderas con ningún sector reaccionario o burgués. La izquierda revolucionaria debe tratar de clarificar cual es el rol de las fuerzas represivas y debe aprovechar cada hecho político de la realidad para demostrar quién es quién. A diferencia del FIT, nosotros sostuvimos una posición política clara: no apoyamos el levantamiento policial ni su reclamo de sindicalización, estamos por la disolución de la policía y demás fuerzas represivas, así como por alentar el proceso de organización de la clase obrera, que es quien debe tomar en sus manos todos los problemas de la sociedad. Y marcharemos este 19 de diciembre, con las banderas del “Argentinazo” y contra el ajuste K.

Marcos Fernández

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