Por Luz Licht

El jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Rodríguez Larreta presentó un proyecto para la reforma del Código Contravencional que rige actualmente.  Esta iniciativa suscitó la justa alarma y repudio por parte de los artistas callejeros, quienes denuncian que hay una intención de perseguirlos y criminalizarlos detrás de las modificaciones que pretende el PRO con la ley 1664-J-18.

Esta reaccionaria reforma pretende considerar la música como una contravención bajo la figura de “ruidos molestos”, como dice su artículo 85: “Cuando el origen de los ruidos provengan de la vía pública la sanción será de dos (2) a diez (10) días de trabajo de utilidad pública, multa de cuatrocientos ($400) a dos mil ($ 2000) pesos o arresto de uno (1) a cinco (5) días”. Por otra parte la actuación de la policía no necesitaría denuncia previa o podría considerar las denuncias anónimas, para colmo sin advertencia. Así, un artista callejero podría ser detenido y encarcelado de la forma más arbitraria.

A modo de respuesta los artistas se vienen organizando y se concentraron masivamente en las puertas de la legislatura porteña el martes 10, preparan nuevas actividades para evitar la aprobación de esta nueva ley que hoy es tratada en comisiones. Con esta reforma se pretende dar un marco legal a las prácticas represivas que ya lleva adelante la policía Metropolitana del PRO, cuyo desembarco en la ciudad significó el constante hostigamiento a quienes llevan su arte a los rincones de la ciudad.

Desde su llegada a la jefatura de gobierno de la ciudad con Macri a la cabeza en 2007, el PRO ha dado sobradas muestras de su repulsión a los de abajo. Las golpizas racistas y acusaciones de pertenecer a organizaciones delictivas a los trabajadores informales inmigrantes es una constante, vimos el cierre de decenas de Centros y espacios culturales, así como la represión en el Bajo Flores de una murga de pibes que estaba ensayando en 2016.

Podríamos citar más ejemplos de cómo los exponentes del gobierno de los CEO’S quieren imponer con la represión el modelo de una cultura mercantilizada reservada para quien la pueda pagar y para los amigos que con ella puedan lucrar. Veremos si la tarea les resulta sencilla con un pueblo trabajador que hace suya las calles frente a cada injusticia y no está dispuesto a resignarse al silencio al que lo quieren someter.

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