Por Lilia González

En el día de hoy se supo que Nahir Galarza cumplirá condena perpetua, en el marco de un enorme operativo mediático, que incluyó la transmisión en vivo de la sentencia. Pero el circo en torno al caso de la joven responsable del asesinato de Fernando Pastorizzo no nació el 3 de julio, sino que fue una constante desde finales del año pasado; circo que fue utilizado para el desprestigio de las peleas del movimiento de mujeres, por los medios hegemónicos y toda la derecha.

La justicia patriarcal y las condenas “ejemplares”

Lo primero que salta a la vista es la categórica diferencia entre la cadena perpetua que recibió la adolescente entrerriana y los innumerables casos de impunidad ante las denuncias por violación y femicidios. Mientras que los fallos condenatorios hacia violentos, abusadores y femicidas son siempre el resultado de la movilización y de la batalla política, que dura años, de las familias de las víctimas y el movimiento de mujeres, en siete meses se puso a Nahir tras las rejas: una verdadera condena express. La desigualdad objetiva en los tiempos de la justicia y el grado de las penas a hombres que han cometido crímenes con explícito contenido de violencia machista y a mujeres que son procesadas por delitos sin ese agravante son alarmantes.

De muestra, tomemos el caso de Melina Romero y su femicida, Joel “Chavito” Fernández. La joven fue drogada, violada, torturada y asesinada solo por el hecho de ser mujer a la salida del festejo de su cumpleaños. Su cuerpo fue descartado y encontrado meses después. Los que no fueron encontrados son los otros responsables (ya que se sabe que fueron varios), a los que la justicia parece dejar escapar desde el 2014. A “Chavito” Fernández lo condenaron a 13 años de cárcel, a pesar de que el cuerpo de Melina presentaba pruebas contundentes de la violencia ensañada, la tortura y el abuso sufridos antes de ser rematada, de que el cuerpo se hubiera intentado ocultar y de los agravantes por violencia de género.

La justicia siempre da condenas “ejemplares”. La justicia machista deja libres a cientos de abusadores y violentos o les aplica penas bajas. Pero a las mujeres como Nahir se las sentencia a “lo que corresponde”, según los cánones de la justicia burguesa. Con estos fallos, el Estado capitalista y patriarcal deja en claro para ellos hay vidas que valen más que otras y da vía libre a los hijos sanos del patriarcado para desenvolverse a su antojo, puesto que violentar, abusar y asesinar mujeres puede costarte bastante poco… o nada.

Los medios reaccionarios y sus retratos, contra el #NiUnaMenos

La sociedad ha sido bombardeada con imágenes de Nahir en malla; se ha viralizado la noticia de un video íntimo de la adolescente que ha sido lo más buscado en las páginas porno durante la semana de la notica. El Gran Diario Argentino fue autor de una nota psudobiográfica de Nahir, titulada “Angelical para algunos, diabólica para otros, atractiva para la mayoría”, donde se exponía la vida sexoafectiva de la imputada, que gustaba de ir al gimnasio a diario y sus experiencias como modelo y reina de la carroza en el carnaval de Gualeguaychú. El mismo diario dice en una crónica: “la joven que lloró, se acomodó el pelo y se pintó las uñas en el tribunal”. Así, podríamos seguir citando cientos de ejemplos de cómo se intentó presentarla como una “femme fatal” que culminó por asesinar a su novio, ignorando la posibilidad de que él ejerciera violencia de género sobre ella (cuestión declarada por Sol Martínez, amiga de la misma), mientras se resaltaba que ella “habría mantenido relaciones con otros hombres”.

Volvamos a la comparación con el caso de Melina Romero. Mientras ella fue descripta como una “fanática de los boliches que abandonó la escuela”, a Pastorizzo no parecería caberle ninguna valorización “negativa”. Los retratos que los medios hegemónicos, voceros del staus quo y de los intereses de este sistema enfermo, generan y reproducen de cada víctima y de cada victimario son los formadores de opinión que pretenden, a fin de cuentas, borrar la existencia del patriarcado, la violencia machista y el femicidio como categoría. El objetivo es concreto: hacer de cuenta que a nosotras no se nos mata, viola, persigue y abusa por el simple hecho de ser mujeres, usando como excusa que también hay mujeres que cometen crímenes.

Más aún, hacer de cuenta que los femicidios no son la plaga planetaria, negar el verdadero genocidio de mujeres que significan, la crueldad y brutalidad con la que todos ellos son perpetrados y las estadísiticas que demuestran que en nuestro país matan a una mujer cada menos de 24 horas. El #NiUnaMenos no es una casualidad ni salió de un repollo. Es un movimiento que ha surgido de la genuina bronca popular, que nos encontró en las calles en decenas de oportunidades… nació de la necesidad de las mujeres de exigir “basta de matarnos”. El femicidio es el máximo exponente de la relación de fuerzas que existe entre varones y mujeres, donde se alecciona a una mujer por salir de noche, por no querer tener sexo, por tener más de una relación sentimental, por resistirse a una violación, para callarla y que no cuente que ha sido abusada, porque quiso separarse y un sinfín de situaciones más. El femicidio es el aleccionamiento   de la mitad de la población llevado hasta el final, una demostración cruenta de cuál es el lugar que se nos quiere asignar a las mujeres en este mundo: la sumisión o la muerte.

Proponemos un ejercicio muy sencillo para el lector: intente recordar el nombre del femicida de Lucía Pérez, Anahí Benítez, Lola Chomnalez, Chiara Páez, Araceli Ramos, Ángeles Rawson… Intente recordar si de alguno de ellos se desarrolló un retrato similar al de Nahir Galarza, donde se hiciera hincapié en su actividad sexual, su “fidelidad” a la pareja, su gusto por salir a bailar o verse “atractivo”. Todos recordaremos siempre las fotos de las víctimas usando short, malla, top, los relatos de que les gustaba salir con las amigas, el cuestionamiento a su actividad política y al hecho de estar a la hora “inadecuada” en el lugar “inadecuado”. Nadie se preguntó en la catarata mediática por el caso Galarza – Pastorizzo qué hacía Fernando a las dos de la madrugada en la calle. Si se lo preguntaron por el caso de Melina.

Ahora que las mujeres estamos peleando por la radical idea de ser seres humanos y no perdonas de segunda, los defensores del patriarcado capitalista pretenden utilizar el caso de Nahir para volver a clamar “nadie menos”. Peor aún, para difundir hasta el hartazgo que en la vigilia que los padres de la víctima llevaron a cabo en la previa del juicio, algunos asistentes portaron cartelería con el hashtagg #NiUnoMenos. Se busca desacreditar una lucha de años de las mujeres, que se ha vuelto de masas, que ha puesto en la agenda política todos nuestros pobremas y ha sido crucial en el crecimiento y desarrollo de uno de los movimientos más dinámicos de los explotados y oprimidos a nivel mundial y que hoy en Argentina, está dándolo todo para ganar el derecho al aborto legal.

Es imposible, en este contexto, saber hasta el final qué pena debería pesar sobre Nahir Galarza. El machismo, el amarillsmo, las mentiras y el oportunismo del que ha sido teñida la causa imposibilitan poder emitir un juicio justo ante el caso. Las acusaciones a Fernando Pastorizzo por violencia de género que han sido desestimadas; el ensañamiento con la personalidad, los gustos, las historia y la apariencia física de Nahir; la construcción de las imágenes de ambos y su comparación con los casos antes citados… Este compendio de valorizaciones desde la justicia y los medios han mermado la objetividad del proceso simplemente para intentar apuñalar, una vez, a un movimiento de mujeres que no ceja en enfrentar a este repodrido sistema y reclamar por sus derechos ante cada caso. Esta condena express no puede ser admitida. En siete meses no puede resolverse un caso con semejante complejidad. La familia de Nahir apelará y con razón. El movimiento de mujeres debe seguir firme en la pelea contra la justicia patriarcal, exigiendo la destitución de jueces y funcionarios que amparan la violencia machista.

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