Por Tofi Mazú

En el día de ayer, y a dos de que se inicie el debate en Senadores por la legalización del aborto seguro y gratuito, se hizo viral una entrevista de La Nación a Gabriela Michetti, donde explica su furioso ataque militante contra el derecho a decidir de las mujeres. Con sus declaraciones similares a las de Mariana “La Loca del Bebito” Rodríguez Varela, consiguió indignar a todo el mundo. Es que a una sociedad que tomó por dos días las calles de su Capital y de varias ciudades del país, soportó vigilias bajo cero y ganó la media sanción, es imposible decirle así como así “lo podés dar en adopción, ver qué te pasa en el embarazo, trabajar con el psicólogo, no sé”… Sí, dijo “no sé”.

La aberración de Michetti,  proponiendo que un embarazo producto de una violación es un “drama” más de los muchos dramas de la vida y que se resuelve dando en adopción al producto, es una importante definición. Además de poner en evidencia que la funcionaria ignora por completo lo que es el sistema de adopciones, los negocios y las trabas para adoptar, demuestra el nivel de irracionalidad y falta de sensibilidad que tienen estos supuestos defensores de la vida. Que les parece inocuo cargar nueve meses con un embarazo resultado del abuso, o toda una vida con un hijo que no se quiso tener, alegando que “hay gente que vive cosas mucho más dramáticas y se las tiene que bancar”. Gracias, Gabriela: si te guionábamos no se nos ocurría algo tan nefasto. Pero lo más importante, o al menos lo más imperioso de enfrentar en este momento, es el objetivo de dicha entrevista.

Cambiemos no quiere perder a su electorado

Estas bestialidades están dirigidas, en verdad, a un solo sector: los pro-feto enojados con el macrismo luego de la media sanción; a esos trogloditas embanderados con la celeste y blanca que, desde las desoladas carpas de Hipólito Yrigoyen y Entre Ríos, bramaban a las cámaras “Macri, traidor”, mientras a pocos metros la marea verde no paraba de saltar, cantar y festejar el triunfo. Michetti lo dice sin eufemismos: “el error, entre comillas, fue haber hecho una foto de Cambiemos de los que estaban a favor del proyecto. Ahí se obligó a la coalición a hacer otra foto que dijera acá tenemos las dos posturas. Porque se había generado mucha bronca en una parte del electorado, que decía ¿Cómo? Pero si el presidente está a favor de la vida”.

La presidenta del Senado es clara. Está cumpliendo el rol político de reagrupar y rearmar, para recuperar el terreno que perdieron la Iglesia y todos los reaccionarios. Los objetivos son dos: por un lado, con el grueso de la sociedad embroncada con Cambiemos, necesitan contener a su electorado más fiel. Las presiones que están recibiendo por derecha (FMI) y por izquierda (movimiento de mujeres, paro general) los deja muy mal parados y en una situación de crisis cada vez más notoria. En ese embrollo, no pueden darse el lujo de perder a su base social, a su votante derechista, cacerolero, fanático de Nisman y profundamente anti-derechos. Por eso, sus figuras menos liberales y más conservadoras, como Michetti y Vidal, se ven obligadas a mantenerse firmes en su cruzada contra los derechos de las mujeres, para demostrar que el gobierno se opone al aborto legal, por más Lospennato que haya.

Por otro lado, necesitan aglutinar y liderar a todas las fuerzas que están en contra de que las mujeres puedan abortar de forma legal y segura, sean simpatizantes del Pro, de Biondini, acólitos de Bergoglio o dueños de clínicas privadas que no quieren perder el negocio millonario que significa el aborto clandestino. Ahí entran los que se referenciaron en las indignadas palabras del Papa luego del 14J y todos los machistas de ultra derecha que, cual Inquisición, persiguen y golpean a compañeras en las calles. El macrismo busca avalar a los violentos misóginos que han sido denunciados por lastimar e insultar a pibas que tenían colgado de sus mochilas y carteras el pañuelo verde. Como los que patearon a una mujer en el vientre hasta hacerla escupir sangre al grito de “dale, abortá, feminista de mierda”, los que empujaron a otra al bajar del bondi diciéndole “lesbiana asesina”, o el tucumano que el 14 de junio al mediodía empezó a “piropear” a dos chicas en una plaza a la vez que les decía “asesinas” y declamaba “si somos iguales, entonces las puedo matar a golpes”.  Esas son las bestias en las que se apoya Michetti para decir que la sociedad está dividida. La desproporción de semejante afirmación puede verse solo con caminar por la calle y contar la cantidad de pañuelos verdes o celestes que vemos.

El gobierno de Macri no solo quiere impedir que el aborto se legalice por su propio carácter de reaccionario y clerical. Lo necesita para que las mujeres no protagonicemos un triunfo rotundo. El 13J Cambiemos recibió un golpe durísimo que ayudó a dinamizar una coyuntura de descontento y bronca con el gobierno, anotando unos cuantos puntos en el marcador de los explotados y oprimidos; mermando el rango de acción y la iniciativa del macrismo en crisis, cuestión que se profundizó con el parazo del 25. El movimiento de mujeres, que demuestra día a día que con la lucha se gana, es un enemigo peligroso para Macri y el conjunto de la burguesía. Por eso están tan desesperados por figurar una falsa polarización social en favor de sus intereses.

La única manera de desbaratar estas maniobras reaccionarias es no bajar los brazos y apelar al potencial y a la combatividad del movimiento de mujeres, y construir desde abajo una nueva jornada de lucha y vigilia para el 8 de agosto, donde se demuestre la verdadera voluntad de esta sociedad: que al aborto sea legal, seguro y gratuito.

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