por Federico Dertaube

Las declaraciones del Papa no pueden ser una mera casualidad. No lo son. Compara a las mujeres que abortan con los nazis apenas unos días después de la media sanción del derecho al aborto en su país natal. Se trata ésta de una evidente provocación reaccionaria contra el movimiento de mujeres, de una reacción defensiva frente a la notoria pérdida de peso de la Iglesia católica sobre las conciencias y las vidas de amplias masas.

En el 2012, una mujer intentó hacerse un aborto no punible en el hospital Ramos Mejía de la Ciudad de Buenos Aires. Se suponía que el procedimiento era legal y que ella podía mantener en secreto lo que estaba sucediendo para poder seguir con su vida a pesar de los horrores de los que había sido víctima. Un funcionario macrista dejó filtrar lo que estaba pasando y una organización “pro vida” intervino para evitar el aborto. Querían obligar a esa mujer a ser madre. Víctima de trata de personas, había quedado embarazada producto de una violación y esta organización vinculada a la Iglesia la quería hacer parir a toda costa. El Papa y su séquito de inmundos clérigos quiere convencer a quienes le prestan atención que esta mujer no es víctima sino victimario, que es como los nazis.

«El siglo pasado todo el mundo era escandalizado por lo que hacían los nazis para cuidar la pureza de la raza. Hoy hacemos lo mismo pero con guantes blancos». No es exactamente cierto que “todo el mundo” estuviera escandalizado con las políticas de “pureza racial” el brutal régimen nazi. Al menos la Iglesia católica tuvo por algunos años una muy buena opinión de los nazis y del fascismo. Basta nombrar desordenadamente algunos hechos.

Podemos empezar por la propia existencia del Estado Vaticano. El poder político del papado sobre un estado propio había desaparecido con la unificación de Italia, el Pacto de Letrán de 1929 le devolvió el poder temporal al Papa sobre un nuevo “Estado soberano”. Estos acuerdos fueron gestados entre el Papa Pío XI y el mismísimo Mussolini. El Estado Vaticano sobre el que gobierna ahora Bergoglio es un engendro heredado del fascismo. Hablando propiamente de los nazis, muchos curas alemanes se opusieron a ellos pero fueron silenciados por la propia jerarquía católica para sostener a Hitler y los acuerdos que tenían con él. El Zentrum, el “Partido del Centro” alemán, la organización política de la Iglesia católica alemana, aliado de los nazis en su ascenso al poder. Uno de sus jefes (luego expulsado), Franz von Papen, fue quien negoció con el presidente Hindenburg el nombramiento de Hitler como canciller para ubicarse a sí mismo como su segundo en el cargo de vice canciller. El Zentrum votó en el Reichstag la entrega del poder absoluto a Hitler. Como para dejar claro que von Papen había contado siempre con la venia papal, fue el representante del gobierno nazi en ocasión del Reichkonkordat, los acuerdos entre la Alemania nazi y el Vaticano que ponían las condiciones del margen de poder de la Iglesia católica bajo el nuevo gobierno. Pío XI justificó entonces la disolución del Zentrum diciendo que su función la cumplirían ahora los acuerdos entre ambos estados, no perdiendo la oportunidad tampoco de manifestar su alegría porque hubiera en Alemania un gobierno decididamente anti comunista. Las persecuciones que sufrieron luego ocasionalmente algunas curas no demuestran ninguna hostilidad fundamental entre unos y otros. Algunos nazis fueron también perseguidos por los nazis y nadie sacaría por eso la conclusión de que el gobierno de Hitler fue uno anti nazi. ¿Dato de color? El “nacionalsocialismo” era “pro vida” y bajo su régimen el aborto estuvo terminantemente prohibido.

¿Con qué cara un Papa se atreve a comparar a las mujeres que abortan con los nazis? Verdaderamente, hay que ser muy cínico. Recordemos al pasar el apoyo a las dictaduras militares.

Pero como teniendo la intención abierta de mejorar la memoria de algunos sistemáticos desmemoriados, el “Papa progre” dijo alguna cosa más: “Hoy duele decirlo. Se habla de familias diversificadas, de distintos tipos de familia. Sí, es verdad que la palabra familia es análoga: hay familias de estrellas, de árboles, de los animales. Pero la familia, imagen de Dios, hombre y mujer, es una sola». Gracias Francisco por darnos esta oportunidad para recordarle a todo aquel que nos lea la campaña encabezada por usted contra el Matrimonio igualitario allá por 2010, cuando no le dió vergüenza decir que éste era cosa del diablo.

Las declaraciones de “Francisco” Bergoglio debería ser suficiente para sacudir las anestesiadas cabezas de “izquierda” que lo tienen por aliado y amigo. Ponga la cara que ponga, la Iglesia católica es una de las más retrógradas y reaccionarias organizaciones del mundo. Podemos respetar las creencias de muchos trabajadores, pero eso no significa que las compartamos ni que disfracemos nuestra irreconciliable hostilidad por la Iglesia católico y su nefasto rol. El “Papa de los pobres” se disfrazó de progresista para contener la sostenida pérdida de fieles en todo el ancho mundo, barnizando algunas cosas para sostener lo fundamental. Su política es la del “Gatopardo”: es preciso que algo cambie para que todo siga como está.

Como dijimos al principio, sus declaraciones no pueden ser casualidad. Eligió confrontar abiertamente con el ascendente movimiento de mujeres argentino en un momento clave en el que éste puede tansformarse en el principal puntal del enfrentamiento a la política macrista. Debería ser evidente que no cumple ni cumplirá jamás un rol progresivo en la lucha de los oprimidos. Su “progresismo” es una careta necesaria para contener y desviar la bronca de los de abajo en los momentos clave, y ahora lo pone en evidencia enfrentando a las mujeres.

Aunque el Papa se vista de seda, Papa queda.

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